La Nueva Era en el socialismo español

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La Nueva Era fue una publicación socialista española, fundamental para conocer la tendencia más intelectual o reflexiva de análisis del marxismo y del socialismo más allá de la postura oficial del Partido en su inicial y larga andadura obrerista. En todo caso, a pesar de su corta existencia, ya que comenzó su publicación en enero de 1901 y finalizaría en octubre del año siguiente, terminaría influyendo en el futuro cambio de estrategia política del PSOE cuando abandonase su antirepublicanismo feroz.

La Nueva Era fue creada por el tipógrafo Antonio García Quejido, uno de los padres del PSOE. El proyecto inicial proponía poner al alcance del lector textos de socialistas extranjeros para desarrollar de forma más profunda el marxismo en España, sin reduccionismos, ni obrerismos de corto plazo. Así pues, se incluyeron trabajos de Engels, Lafarge, Adler, Jaurès, Kautsky, Bebel, Plejanov, Turati, y Sorel. Hay que destacar, especialmente, el trabajo de Engels, El gobierno de la Comuna, el de Bebel, Socialización de la sociedad, y la controversia sobre el concepto de la Historia entre Lafargue y Jaurés. García Quejido explicaba esta apuesta porque reconocía que el socialismo español no contaba con grandes pensadores.

Otro capítulo importante de la revista se dedicó al socialismo latinoamericano, de la mano de Juan B. Justo o de José Ingenieros. Justo fue un fundamental socialista argentino, fundador del Partido Socialista de aquel país, diputado y senador. Por su parte, Ingenieros fue un polifacético siciliano que recalaría en la Argentina, también fundador del socialismo allí, aunque sin participación en lo organizativo.

En el caso español habría que destacar que Pablo Iglesias no participara en el proyecto, ya que era indudable que el mismo cuestionaba el pablismo. García Quejido incluyó una serie de artículos sobre la ley de bronce de los salarios. El autor estaba muy preocupado por difundir la teoría marxista, defendiendo que el socialismo español abandonase su preocupación revolucionaria inmediata por una revolución en un horizonte de largo plazo, y que solamente llegaría después de un proceso de reformas. En este sentido, habría que citar su artículo “¿La Ley de los salarios está bien formulada?”, que publicó en la revista en 1901. Podríamos calificar esta postura como evolucionista, y que sería el nexo ideológico de los colaboradores de la publicación.

Por su parte, Juan José Morato publicaría en un número de 1901, “Las subsistencias en Madrid”, y en otro número del siguiente año, el artículo “Por distintos caminos”. En el mismo sentido de García Quejido, el autor, que ya había estudiado los modos de producción en 1897, defendía, a través del análisis de las condiciones de vida en la capital, que los socialistas apoyasen la plena implantación del capitalismo mediante la lucha por los aumentos salariales.

También habría que citar los trabajos de Vicente Barrio, que con el tiempo tendría un gran protagonismo en la UGT, y de Manuel Vigil, fundamental socialista en Asturias. Ambos se dedicaron a la crítica del anarcosindicalismo en relación con sus propuestas revolucionarias. El PSOE debería dedicarse a una intensa labor propagandística para la futura responsabilidad que deberían asumir los trabajadores.

Al final, el proyecto fue decayendo hacia lo divulgativo, y cerró por inviabilidad económica.

Para conocer este interesante proyecto de reflexión ideológica del socialismo español es imprescindible el trabajo de Paul Heywood, El marxismo y el fracaso del socialismo organizado en España, 1879-1936, Santander, 1993, y, especialmente, el capítulo “Marxistas descafeinados: El PSOE, 18719-1914”, que ha sido nuestra referencia fundamental. También hay que acudir al trabajo clásico de Manuel Pérez Ledesma, Pensamiento socialista español a comienzos del siglo, Madrid, 1974.

Eduardo Montagut

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