El sufragio censitario

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En la primera mitad del siglo XIX, los Estados que fueron adoptando el sistema liberal frente al absolutismo optaron por restringir el sufragio, es decir, por establecer el sufragio censitario, en línea con el triunfo de la versión más moderada o doctrinaria del liberalismo. Eso no quiere decir que no hubiera casos tempranos de sufragio universal, pero la burguesía aprendió la lección de las etapas más democráticas de la Revolución Francesa y de otras experiencias revolucionarias para terminar por adoptar el sufragio censitario. Efectivamente, esta restricción en la participación política obedecía al compromiso de la burguesía con la nobleza para estabilizar el reciente triunfo de la Revolución Liberal, impidiendo el acceso de la mayor parte de la población a los plenos derechos políticos, después de cerrarse los ciclos revolucionarios en 1848, ya que las clases populares buscaban la democratización del sistema político y la adopción de políticas sociales que entraban en colisión con los intereses de los que ahora pasaban a dirigir y monopolizar los asuntos públicos. Sabemos que los mecanismos para impedir el acceso al sufragio pasaban por establecer dos requisitos, íntimamente relacionados, el de la capacidad -titulación universitaria- y el de la propiedad o rentas, requisito cuantificable a través de la contribución fiscal.

Una de las justificaciones más ajustadas del sufragio censitario se encuentra en la obra Principios de Política (1815) del escritor francés Benjamin Constant:

“Ha observado muy bien un célebre escritor que, cuando los no-propietarios obtienen derechos políticos, ocurre una de estas tres cosas: o no reciben impulso más que de sí mismos y entonces destruyen la sociedad; o reciben el del hombre o de los hombres que están en el poder, siendo entonces instrumentos de tiranía; o reciben el de los aspirantes al poder y son entonces instrumentos de bandería. Precísase, pues, condiciones de propiedad, tanto para los electores como para los elegibles. No quisiera perjudicar ni ofender a las clases laboriosas. (…) Frecuentemente están dispuestas a los más heroicos sacrificios, y su abnegación es tanto más admirable cuanto que no es recompensada ni por la fortuna ni por la gloria. Pero entiendo que el patriotismo que da el valor de morir por su patria es distinto del que hace capaz de conocer bien sus intereses. Se requiere, pues, otra condición, además del nacimiento o la mayoría de edad. Dicha condición es el ocio, indispensable a la adquisición de la cultura y el recto criterio. Sólo la propiedad hace a los hombres capacitados para el ejercicio de los derechos políticos”

El texto es sumamente interesante porque plantea varias ideas propias de la versión más moderada del liberalismo en relación con la participación política. Para el autor, el pueblo no podía tener derechos políticos porque podría destruir la sociedad cuando se movía por sus propios impulsos, o porque era fácilmente manipulable por los que tuvieran el poder o aspirasen al mismo, quizás pensando en líderes políticos que en la experiencia revolucionaria francesa pudieron adoptar una estrategia política que hubiera pasado por relacionarse con las masas. Esta sería la primera razón para exigir el requisito de propiedad para ser ciudadano activo, es decir, para poder elegir y ser elegido.

El pueblo había sido necesario para conquistar el poder, pero era, por las razones aducidas, incapaz para gestionarlo. Para eso había que contar con tiempo libre, al que aludía Constant, condición necesaria para adquirir cultura y conocimientos. La propiedad permitía ese ocio, y ese tiempo libre proporcionaba formación. Así pues, propiedad y capacidad, los dos requisitos básicos para poder acceder al sufragio y para poder ser elegido, como expresamos anteriormente.

Además de los requisitos plenamente censitarios, se impusieron límites de edad, y que variaban según el país. En general, eran más altos al principio, como los 30 años que se exigían en Dinamarca en 1848. Pero triunfó más la edad de 25 como media, como se comprueba en Italia (1861), Bélgica (1893) y Noruega (1897). Los Países Bajos bajaron más la edad, hasta 23 años en 1850.

Por fin, debe recordarse que el sufragio, tanto cuando era censitario como en la primera etapa del universal, estaba vetado a las mujeres.

Eduardo Montagut

El voto a las elecciones generales en esta segunda década del siglo XXI.

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Autor: Alejandro Brocato Cardoso

Si usted esta leyendo este artículo, debe saber lo siguiente: no vamos a influir en las próximas elecciones (tanto usted como el que escribe). No somos los votos críticos, los dos iremos a votar, pero nuestros votos están descontados; son votos de la gente que le interesa la política, lee artículos, probablemente haya un alineamiento político claro (que puede ser inclusive una adscripción partidaria), iremos o no a actos partidarios, etc. Y si nos han llamado por encuesta telefónica  o presencial , ante la pregunta por nuestro voto futuro, lo habremos declarado. Bien, los que deciden el resultado de la votación son aquellos que no dicen, los que no saben. Podría ser que hay voto vergonzante, ese voto que no se declara, pero el sujeto lo conoce. Siempre ha existido este voto y seguro que ante estas elecciones al gobierno del Estado español este 28 de abril también hará acto de presencia. Pero lo que ha crecido en proporción es el voto del que decide en el último momento, del que decide en el acto de emitir el propio voto, del que realmente no sabe.

¿Qué pasaba antes? ¿Y qué empezó a pasar hará unos 5 años atrás?

Antes sabíamos más. Las preferencias para el voto de quienes votaban eran mas consistentes, independientemente de los candidatos que personalmente eligiésemos. Y antes de las elecciones las encuestas (tanto de empresas privadas como de los organismos públicos dedicados a estos temas) medían adecuadamente, con poco sesgo, lo que al final acabaría ocurriendo el día de la elección.

Cuando se dan cambios, si se quiere más énfasis, cambios estructurales, todo parece muy lejano. Probablemente un lugar destacado en este tema lo haya tenido Silvio Berlusconi, de Italia, en el año 1994, al ser elegido primer ministro. También es ese laboratorio social que se denomina Argentina había habido un proceso similar con la elección de Carlos Menem a finales de 1989.

Pero en la mayoría de países, ganaban candidatos que provenían de partidos asentados, con trayectoria, con programas y consignas que se inscribían en una tradición ideológica y todo esto era acompañado por encuestas que ratificaban el resultado final. En última instancia, tanto el clima económico y la capacidad de liderazgo de los candidatos eran variables que funcionaban como buenos predictores de quien se haría con el gobierno (en una estructura común de dos partidos hegemónicos).

Los casos de Argentina e Italia fueron tratados, en su momento, como excepciones que más tenían que ver con lo alejados que estaban esos dos países de un esquema bipartidista perfecto, la idiosincrasia nacional, casos complicados . La explicación cultural siempre es el último reducto que se encuentra cuando no hay una  explicación convincente sobre el propio campo de estudio, en este caso la política.

Y entonces vino Trump (no Fidel, para que se entienda). Como Berlusconi y Menem, era un outsider, una persona relativamente fuera de los políticos formados en un partido, de hecho era un simpatizante demócrata que entra a competir como el candidato republicano. En este proceso de primarias, va ganando y ganando, con todos los medios de comunicación importantes en contra. Y con las encuestas en contra y con la oposición de todo el mundo progresista y la mayoría del feminismo institucional generando denuncias. Finalmente ganará las elecciones generales el 8 de noviembre de 2016 contra Hillary Clinton (lo acaban votando en los estados antiguamente industrializados, además de la enorme base cristiana y también mujeres). Gano en electores, no en voto popular, en una inteligente campaña publicitaria individualizada que no dio por ganado o perdido ningún estado clave para llegar a ese número de electores.

En el caso de Jair Bolsonaro, es el triunfo electoral de un diputado de un minúsculo Partido Progresista (Bolsonaro solo era conocido en Rio de Janeiro). Sin plaza en el partido para las elecciones del año 2018 se afilia al  Partido Social Liberal . Un año antes de las elecciones no estaba en ningún radar, no se lo incluía en ninguna encuesta. El tema confabulatorio de suponer que sólo el apoyo de los evangelistas a Bolsonaro explicaría su final éxito en la elección tiene relativa refutación en que el presidente  Lula da Silva tuvo como vice-presidente a un conocido pastor evangelista.

A este panorama de aparentes resultados inesperados, contrarios a la lógica del establishment y como los periodistas explican el mundo se podría añadir el resultado del Brexit y el ascenso de la extrema derecha en Suecia y Finlandia. En este último país, donde ha triunfado el candidato socialdemócrata por un diputado no han empatado con la socialdemocracia para formar gobierno este 14 de abril por el error de 400 votantes que equivocaron el número de lista electoral de su candidato.

En un ámbito más acotado de España, las elecciones al gobierno regional de Andalucía (donde vive uno de cada 4 españoles) de hace unos meses prueba  lo dicho: estas elecciones regionales fueron adelantadas de fecha por el propio partido que gobernaba esta comunidad por más de 34 años, pensando que el votante seguía razonando del mismo modo, que el voto cautivo era suficiente para seguir ganando. Es en estas elecciones donde hace su irrupción un partido de extrema derecha, Vox, que es el partido que ha permitido dando el voto de sus diputados al parlamento regional que un gobierno de derechas este hoy al frente de la Comunidad Autónoma. Todo esto casos reseñados aquí fueron acompañado por el fracaso de las principales empresas de sondeos electorales (en cuanto simple error o brindar información insustancial) y el bochorno del propio Instituto Nacional de Estadística en el caso de Andalucia.

Una posible aplicación psico económica a las elecciones generales.

El gran investigador Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio, nos brinda toda una serie de explicaciones de experimentos y resultados de como y que deciden los sujetos ante distintas alternativas. Trabajos de laboratorio, si se quiere desde los años 60, temas de probabilidad, la creación conjunta con Amos Tversky de la teoría de la perspectiva y el tema del marco en el cual se realizan las decisiones son los principales temas tratados en esta puesta al día de lo que la psicoeconomía ha venido aportando al entendimiento de lo humano.

En el capítulo correspondiente a “Marcos y Realidad” encontramos la siguiente sentencia: “Las personas que deciden tienden a preferir la cosa segura frente al juego (sienten aversión al riesgo) cuando los resultados son buenos. Y tienden a rechazar la cosa segura y aceptar el juego (buscan el riesgo) cuando ambos resultados son negativos” (página 480).

En lo que respecta a las elecciones políticas, lo que sigue es de reflexión propia. Un sujeto va a elegir a quien votar. No solo va a ver los distintos candidatos y propuestas (si hace esto, que ya sería mucho) sino que también va a considerar el marco. ¿qué es bueno? Una parte no desdeñable de los electores deciden su voto el mismo día de la elección. Si considera que su vida actual y su situación futura es buena , tenderá a elegir la opción segura, lo conocido. Otro elector que piensa que su presente y el posible futuro es negativo, entonces elegirá tendencialmente el riesgo, lo desconocido, que en nuestro caso es el nuevo candidato y aquel que promete en el juego un posible pago mayor (muchas de las veces imposible de satisfacer).

Si uno observa como se están comportando los candidatos a presidente de gobierno , vemos a un Pedro Sanchez ( PSOE,socialista) reafirmando lo hecho. Pero la paradoja es que el gobierno socialista ha gobernado unicamente los últimos 10 meses, mientras el candidato Pablo Casado (PP, derecha) parece la oposición a un largo gobierno que fue el de su correligionario Mariano Rajoy, que gobernó durante 7 años, en medio de un recorte generalizado del estado del bienestar pero con una recuperación del empleo y no llegando a una intervención abierta de las instituciones europeas en la economía española. Hasta ahora no se ha visto en los mítines del PP al ex presidente Rajoy o ex ministros, sino caras nuevas, cuanto más desconocidas mejor. El PSOE sigue haciendo participar a un ex presidente Rodriguez Zapatero que tuvo que dejar la presidencia diez meses antes debido a la magnitud de la crisis que no supo sortear. En el caso de Vox, cuanto menos se sepa mejor, por eso la posibilidad de no participar en los debates en televisión era visto como un elemento positivo (de la misma forma que Bolsonaro, por el atentado sufrido contra su persona, no participo en ningún debate en el tramo final de la campaña electoral).

En relación a los otros dos partidos “nuevos” Podemos y Ciudadanos, ya han perdido su oportunidad de ser lo nuevo. Ambos partidos han extremado sus programas y discursos. En el caso de Podemos, populistas de izquierda, esto puede dificultar un posible acuerdo post electoral con el PSOE.En el caso de Ciudadanos, su principal aspecto que era captar votos en Cataluña, dada su deriva furiosa contra el independentismo catalán, ha facilitado que Vox, que es más de ámbito estatal, nuevo, pero de ámbito estatal, salga reforzado en Cataluña. Si se mira el mapa político español con el de su vecino portugués, lo que se nota a faltar es una izquierda más allá de la socialdemocracia (tal vez como la alemana De Linke), una izquierda comprometida con la democracia, el progreso social y la seriedad en la consideración del presupuesto público. Esta ausencia hace difícil pensar en un gobierno a la portuguesa para España en estos tiempos.

.En otras palabras, cada partido tiene un caudal de votos seguro, son sus votantes, estos acudirán fielmente a depositar su voto. Pero son los otros, no tanto los de los otros partidos, sino los que no tienen preferencias declaradas los que deciden. Si estas personas ven su presente y futuro en forma negativa, tenderán a elegir el riesgo, el candidato o el partido más disruptivo. Si estos mismos votantes ven el presente y el futuro de forma positiva, tomaran al final, tendencialmente, la opción segura, los partidos que se comprometan con la continuidad.

Las visiones del progresismo y esta nueva realidad

Nunca la humanidad ha vivido tan bien. Nunca, ni proporcionalmente ni absolutamente, tanta gente ha dispuesto de tantos elementos de confort, de una mejor vida (piense simplemente en el agua potable). Hemos de recordar que no hace mucho y durante miles de años la situación era diferente, la contraria. En el siglo XIX la mayoría de la gente pasaba terribles penurias. En ese siglo se forja, desde la izquierda, una mirada sobre la vida social, consecuentemente  pesimista. El viejo Karl Marx percibe otra realidad, que la propia evolución del capitalismo permita una evolución pacífica hacia el socialismo, centrado en los países más pujantes, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Mucho de esto ha pasado y lo llamamos estado del bienestar, para indignación de los libertarios y la escuela austriaca.

Si la visión que cada día las organizaciones de pensamiento progresistas difunden y esto es acompañado por los funcionarios que crean opinión son injustificadamente pesimistas, no hay que asombrarse de los resultados electorales reseñados anteriormente. No hay nada más disruptivo en lo político, nada más nuevo para los que no tienen pensamiento político, que el fascismo. Cuando se afirma, que es una visión injustificadamente pesimista, es en relación que primero hay que ver los datos, y la tendencia que muestran los mismos. Y aceptar que cuando hemos logrado organizar millones y millones de personas que viven en una sociedad (y en un mercado mundial interconectado, de ahí viene nuestro bienestar), habrá un mínimo de dolor y percances que solo se podrán solucionar en el muy largo plazo. Hemos de aprender a rechazar la construcción de nuestra opinión sobre la base de fotos, de lo visual. Negarnos a Legislar en función de manifestaciones, del shock emocional. Pensar despacio es lo que nos hace humanos.

¿Qué debería decir el candidato Pedro Sanchez, PSOE, en este nuevo contexto? Sanchez es el actual presidente del gobierno, con lo cual no puede hacer oposición a sí mismo. Debería defender la experiencia (gracias de nuevo Kahneman por hacernos entender la diferencia entre experiencia y recuerdo) que suponen los más de 40 años de democracia española y los avances conseguidos por sobre los malos recuerdos de tantas cosas que han sido negativas. Debería hacer ponderar a aquellos que no saben que votar que la situación es buena, no que es mala. Obviamente mejorable y en este sentido no se debe aceptar ninguna corrupción.  Y esto no es un tema absoluto, no es que los más pobres tienen una visión mas negativa de su futuro que los que tienen más renta. Los que piensen que su situación es mala y que las opciones no compensan a futuro, estos van a jugar, a asumir riesgo. Y no confundir pobreza con miserables, el viejo Marx ya explico como se deben tratar los lumpenes.

El ejercicio que cada uno debería hacer.

En verdad hoy, sábado 20 de abril, no sabemos que va a pasar en las próximas elecciones del 28 de abril, menos podemos saber si se podrá formar gobierno y que este sea realmente estable. Pero esta es una buena oportunidad para saber si correctamente sabemos ver, sentir, y pensar lo que nos pasa en la sociedad donde vivimos. Y no solo en relación a nuestra vida en España, sino en nuestro barrio, nuestra ciudad. Pues bien, hay que coger un papel y hacer el pronóstico . Y después del día de la elección, con los resultados en la mano, comparar.

Los Borbones

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La Casa de Borbón tiene su origen en Francia y se puede rastrear desde el siglo X. Los Borbones eran un linaje vasallo de la Corona de Francia, lo que les permitió aumentar sus posesiones territoriales durante toda la Edad Media, especialmente en la Auvernia y el Berry. A principios del siglo XVI, Carlos, perteneciente a la rama principal del linaje, recibió de la Corona francesa el título de duque de Borbón. Antonio de Borbón, su sucesor, se casó con Juana de Albret, reina de Navarra, lo que le permitió conseguir el título de rey. Su hijo fue Enrique de Navarra, personaje clave en la Historia de Francia, ya que del conflicto de las Guerras de Religión salió coronado, convirtiéndose al catolicismo. Enrique pasó a ser Enrique IV, el primer monarca de la dinastía de Borbón en Francia. El monarca más importante de dicha dinastía fue, sin lugar a dudas, Luis XIV, el rey Sol. Otro Borbón destacado por otras razones fue Luis XVI, decapitado en la guillotina. La Casa de Borbón dejó de reinar en Francia con la Revolución de 1830, que terminó con el reinado de Carlos X, subiendo al trono Luis Felipe de Orleans. Al ser destronado en la Revolución de 1848 no volvió a reinar ningún monarca en Francia, con la excepción del régimen del Segundo Imperio de Napoleón III. Los monárquicos franceses siguieron reclamando la restauración monárquica en las tres sucesivas Repúblicas francesas, que se han dado desde entonces. Se dividieron en orleanistas y en legitimistas. Éstos últimos abogarían por los Borbones.

La Casa de Borbón pasó a reinar en España gracias al testamento de Carlos II, que designó a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, como su heredero. Recordemos que la abuela de Felipe era hija de Felipe IV, María Teresa, esposa de Luis XIV. Pero el acceso al trono no se confirmó hasta que se terminó la Guerra de Sucesión, cuando las potencias europeas reconocieron a Felipe V y se rindieron los reinos de la Corona de Aragón.

Un hecho curioso de la dinastía de los Borbones en el siglo XVIII tiene que ver con la sucesión de Felipe V. En vida abdicó en su hijo Luis I pero el joven rey falleció a los pocos meses y, aunque se pensó en que la Corona pasara a su hermano el príncipe Fernando, regresó a su padre, quizás por la fuerte presión que ejerció la reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe. Fernando sería después rey, con el título de Fernando VI al morir su padre. Pero como no dejó descendencia la Corona recayó en su hermanastro, hijo de Isabel de Farnesio, el rey de Nápoles, Carlos, que pasaría a reinar en España como Carlos III.

La Casa de Borbón sufrió una profunda crisis cuando Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que permitiría reinar a su hija Isabel II, derogando la Ley Sálica. Eso provocaría, entre otras causas, la guerra carlista, aunque este conflicto es más complejo y tienes más causas que la estrictamente dinástica. Carlos María Isidro, hermano de Fernando, no aceptó este cambio y con él nació otra rama de los Borbones.

Los Borbones no han reinado en España en algunos momentos: en el período del reinado de Amadeo de Saboya y con la Primera República, conocido como el Sexenio Democrático, es decir, entre 1868 y 1874; en el siglo XX en tiempos de la Segunda República y la Guerra Civil. (1931-1939), y por fin, con la dictadura franquista (1939-1975).

La Casa de Borbón reinó en dos Estados de Italia a partir del siglo XVIII. El Primer Pacto de Familia que se firmó en el año 1733 entre los Borbones franceses y españoles involucró a España en la Guerra de Sucesión Polaca (1733-1738) al lado de Francia contra Austria. El resultado de la guerra propició que el infante don Carlos, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio, fuera proclamado rey de las Dos Sicilias, es decir, de Nápoles y Sicilia, en el año 1738. En 1743 se firmó el Segundo Pacto de Familia entre Versalles y Madrid. En esta ocasión el conflicto europeo se daba en Austria con su Guerra de Sucesión (1741-1748). Los Borbones españoles consiguieron que el segundo hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, el infante don Felipe, se hiciera con los ducados de Parma y Piacenza. Cuando Carlos tuvo que venir a España para reinar por haber muerto sin heredero su hermanastro Fernando VI, dejó a uno de sus hijos en el reino de Nápoles. Los Borbones dejaron de reinar en dicho reino en el proceso de unificación italiana gracias a los esfuerzos de Garibaldi y los “Camisas Rojas”.

Eduardo Montagut

Aproximándonos a Proudhon

TOSHIBA CAMCORDER

Proudhon es un personaje clave a caballo entre el socialismo y el anarquismo, con planteamientos muy sugerentes y que merecen nuestra atención, especialmente los relacionadas con el mutualismo y las cooperativas. En este breve trabajo realizaremos una aproximación a sus ideas.

Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) fue un pensador autodidacta francés que planteó profundas críticas de la realidad de su momento. En París se relacionó con los socialistas utópicos de la órbita de Fourier. Entre 1840 y 1842 publicó sus conocidas Memorias sobre la propiedad. En la primera de ellas planteó la pregunta sobre qué era la propiedad, y su consideración como un “robo”. La propiedad no se basaría en el trabajo, ni en el derecho natural ni en la ley, sino en la ocupación violenta. Su existencia obligaba, por tanto, a los hombres a realizar un trabajo por el que recibían una retribución, aunque parcial. Pero Proudhon no era contrario completamente a la propiedad. Respetaba aquella que nacía del trabajo. Lo ideal era que todos tuvieran la obligación de trabajar y, de ese modo, generalizar la propiedad, dejando fuera a los perezosos.

Pero su obra fundamental es su Sistema de las contracciones económicas, o Filosofía de la miseria (1846). Se trata de un texto donde se fusionan el socialismo utópico con elementos de la economía clásica liberal. En la obra se defiende el mutualismo, un sistema donde quedaría abolido el dinero y donde se establecería un intercambio justo de los productos, medio para construir una sociedad armónica. El concepto de autoridad quedaría sustituido por el del contrato libre. No serían necesarias las leyes ni las instituciones. Proudhon aborrecía la violencia como medio para transformar el orden. En contraposición se debía establecer una etapa intermedia con el establecimiento de un sistema de crédito sin intereses y la creación de cooperativas. Todo esto provocó la condena de Marx que le acusó de defender un tipo de socialismo pequeño burgués.

Proudhon participó en el proceso revolucionario de 1848 al ser elegido diputado de la Asamblea Nacional. Napoleón III condenó a nuestro protagonista a tres años de prisión por el delito de incitación al odio.

Las ideas de Proudhon se acercan al anarquismo por su fuerte crítica al estatismo socialista marxista. También fue muy crítico con la Iglesia, defendiendo el mantenimiento del concepto de familia. Del anarquismo evolucionó hacia una especie de federalismo democrático como solución al problema del Estado. También modificó su inicial ataque a los métodos violentos, al considerar en la obra La guerra y la paz (1861) que la guerra podía ser lícita en determinadas circunstancias.

Un aspecto más polémico es el relacionado con sus ideas sobre la mujer. Proudhon mantuvo una postura antigualitaria evidente al defender la idea de que no contemplaba el destino de la mujer fuera de la familia y el hogar.

En conclusión, Proudhon influyó mucho en el movimiento obrero francés y en los anarquistas, y en los socialistas defensores de fórmulas cooperativistas.

Eduardo Montagut