Los movimientos sociales de la Revolución de 1830

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El ciclo revolucionario de 1830 fue más profundo que el que se produjo en 1820, además de afectar a casi toda Europa.

En Francia, los Borbones fueron derrocados en la Revolución de julio de 1830, subiendo al trono Luis Felipe de Orleáns, iniciándose un sistema político ya plenamente liberal con una monarquía constitucional. Bélgica se independizó de Holanda, estableciendo una monarquía liberal, siendo reconocida por Francia y Gran Bretaña, siendo, quizás la monarquía constitucional más avanzada del momento. En España y Portugal, a principios de esa década, se instauraron monarquías constitucionales, aunque se inició un largo e intenso período de guerras civiles con los absolutistas, carlistas en España, y miguelistas en Portugal.

En Europa central y oriental las revoluciones no tuvieron tanto éxito. En algunos estados alemanes se aprobaron constituciones, pero muy pronto fueron derogadas por la presión de Metternich desde Viena. En Polonia se proclamó la independencia, pero la rebelión fue aplastada por los rusos.

Por su parte, las revoluciones que estallaron en diversos Estados italianos fueron duramente reprimidas por los austriacos.

A diferencia de las revoluciones de 1820, en las de 1830 tuvo gran influencia el fuerte descontento de las clases populares. El protagonismo en las revoluciones ya no fue de las sociedades secretas (carbonarios, por ejemplo) ni de los conspiradores sino de las propias masas. Más allá de las peticiones de los liberales moderados, surgió un movimiento democrático y republicano más radical, demostrando la división que estaba surgiendo en el seno del liberalismo. Ese movimiento no tardaría en enfrentarse, por ejemplo, contra la nueva monarquía constitucional francesa de Luis Felipe, basada en los principios del liberalismo moderado: sufragio censitario y control del sistema por la alta burguesía, y que sería protagonista en el siguiente ciclo revolucionario de 1848-49, precisamente en lo que se conoce como la “primavera de los pueblos”.

La Revolución en París en 1830 supone, además de las reivindicaciones políticas, un momento clave en la Historia del socialismo europeo, ya que se puede decir que se produce el salto desde el reducido ámbito de los conspiradores, activistas e intelectuales hacia círculos y sectores más amplios. En realidad, estaríamos asistiendo a la conexión entre el creciente movimiento obrero y los pensadores socialistas.

La crisis del sistema político de Carta Otorgada de la Restauración francesa vino acompañada de una crisis económica con fuertes repercusiones sociales, ya que se multiplicaron las protestas y las primeras huelgas en las primeras fábricas y los todavía mayoritarios talleres, dado el retraso de la Revolución Industrial en Francia. Destacaron las agitaciones de los trabajadores del algodón cerca de Rouen, que generaron violencia y represión. También se movilizaron los trabajadores de la pizarra en las Ardenas, obreros en París, ganaderos en Marsella, los papeleros de Thiers, mineros en Conmentry, albañiles de Toulon, etc. Algunas de estas protestas tuvieron un componente ludita, ya que se destruyeron máquinas o se protestó por su introducción en un momento de aumento del paro, aunque en otras se fue más allá al demandar aumentos de salarios, y reducción de la duración de la jornada laboral. Tenemos que tener en cuenta que en Francia se aplicaba la Ley Le Chapelier, que prohibía el asociacionismo obrero.

Las manifestaciones y protestas obreras se multiplicaron a finales de los años veinte del siglo XIX. Una de las más importantes se produjo en noviembre de 1827. Fue protagonizada por obreros y estudiantes que se enfrentaron al ejército, produciéndose varios muertos y heridos. En esta protesta sufrió heridas un joven fundamental en la Historia del socialismo, Auguste Blanqui.

Las protestas rurales tuvieron un componente más arcaizante, propio de los motines de subsistencia, ya que estallaron por la subida de los precios del grano. Se produjeron asaltos a transportes de trigo, y se incendiaron molinos y granjas. Además, comerciantes y labradores acomodados fueron atacados.

Este descontento social evidente se imbricó con el malestar de la burguesía para provocar el cambio de régimen político. En los hechos revolucionarios, en las conocidas como las Tres Gloriosas, la participación de los obreros parisinos fue decisiva. El cierre de fábricas y talleres provocó que los trabajadores se lanzaran a la calle. Este protagonismo popular sirvió a los intereses de la burguesía en aquel momento, pero a partir comenzó a estar claro que el movimiento obrero tenía sus propios objetivos, como se irá poniendo de manifiesto a partir de entonces y se manifestará claramente en la Revolución de 1848.

Sobre este ciclo revolucionario en el contexto de las revoluciones liberales es imprescindible acudir al gran maestro Eric HobsbawmLa era de la revolución, 1789-1848, 1962, pero contamos con ediciones muy posteriores

Eduardo Montagut

Los socialistas contra la Guerra de Libia

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En el centro de la foto el historiador Eduardo Montagut en una conferencia en el Ateneo de Madrid. A su lado Belén Rico, Vocal de la Junta de Gobierno del Ateneo,  y Manuel Según, Vicepresidente de la Agrupación Ateneísta Agustín Argüelles.

El siglo XX trajo cambios importantes en la política imperialista italiana. La tensión con Francia en el Mediterráneo terminó cuando Italia consiguió el apoyo de su poderosa vecina para hacerse con Trípoli y la Cirenaica. Los italianos ofrecerían, a cambio, un acercamiento a Francia, tan aislada, y el reconocimiento de sus intereses en el norte de África, especialmente en Marruecos. Ambas potencias firmaron un acuerdo secreto en 1902, que establecía la mutua neutralidad en caso de agresión. Tenemos que tener en cuenta que Italia pertenecía a la Triple Alianza, uno de cuyos objetivos era seguir manteniendo a Francia aislada, según lo diseñado en su día por Bismarck. Francia conseguía abrir brecha en su aislamiento a cambio de ser generosa con Italia en Libia. Así pues, en 1911 los italianos decidieron actuar. En el mes de septiembre se publicó un “estado de quejas” contra Turquía, dueña del territorio y se declaró la guerra, a pesar de que el sultán estaba dispuesto a negociar. En noviembre se proclamó la soberanía italiana sobre la Tripolitana y la Cirenaica. Pero Italia se animó a seguir expandiéndose a costa del enfermo y decadente Imperio turco. Ocupó la isla de Rodas y el Dodecaneso en 1912. Al final, en el otoño se firmaron una convención y un tratado entre ambos estados por el que Turquía reconocía todas las anexiones italianas.

El PSOE publicó en su número 1337 (24 de noviembre) de El Socialista la declaración de la Segunda Internacional contra la guerra de Libia, que emitió el Comité ejecutivo de la Oficina Socialista Internacional en Zurich. En la noche entre el 26 y 27 de septiembre el Gobierno italiano había enviado un ultimátum al turco, y cuarenta y ocho horas después se había producido la declaración de guerra. La Internacional protestaba en nombre de todos los trabajadores contra la que se consideraba una empresa colonial “loca” y desastrosa para ambas partes porque podía provocar una guerra general, ya que, no nos olvidemos el mundo se encontraba en plena paz armada con tensiones permanentes, pero, además de abrir “un abismo entre Europa y el nuevo mundo islámico”, además de servir de pretexto a las grandes potencias para hacer más pesada la carga de los armamentos. La Internacional animaba, en virtud de los acuerdos tomados en los Congresos de Stuttgart y Copenhague, así como por la resolución de Zurich de 25 de septiembre de 1911, a organizar actos en las ciudades europeas contra el golpe de fuerza de Trípoli y contra la guerra en general. Los socialistas afirmaban que esta acción en Trípoli era una más de las que se estaban produciendo en aquel momento, aludiendo a cómo Inglaterra se había apoderado de Egipto, Francia y España se repartían Marruecos, Alemania había protagonizado el episodio de Agadir, y el Imperio de Austria-Hungría se había apoderado de Bosnia y Herzegovina. Así pues, no sólo era la política italiana el problema sino la de todas las potencias, algo que el socialismo internacional debía denunciar. Recordemos, además, que en 1911 se reanudó el interés del gobierno español de Canalejas por Marruecos y comenzaron las negociaciones con Francia para establecer sendos protectorados. El PSOE continuó con la denuncia de la situación en Marruecos, como lo pone de manifiesto el espacio creciente que esta cuestión ocupaba en El Socialista.

En la denuncia de esta guerra, además, y como hemos apuntado más arriba al aludir al posible resentimiento musulmán, se aludía a las consecuencias que podía acarrear en Turquía y el resto del mundo musulmán, justo cuando se estaba intentando introducir en esa parte del mundo las libertades conquistadas en Occidente, proporcionando a los sectores más reaccionarios argumentos contra la penetración de la “civilización europea”.

Eduardo Montagut

SEPTIEMBRE EN EL ATENEO

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En la foto la Ministra de Trabajo Magdalena Valerio en la puerta del Ateneo con Cristina Valera y José Antonio García Regueiro.

ARCO ATENEO os recomienda para este mes de septiembre los siguientes actos:

El 11 de septiembre a las 19:00 h. la conferencia organizada por  la Sección de Filosofía en el Salón Ciudad de Úbeda: “Sexto empírico: contra todo dogmatismo, una serena actitud escéptica”. Interviene Antonio Chazarra. Presenta Francisco Forte. Introduce y modera Félix Recio. Salón Ciudad de Úbeda.

El 12 de septiembre la conferencia sobre “El ideal federal”, dilema permanente en la política de nuestro país, que dará Miguel Iceta en la Sección de Comunicación, presentado por Nicolás Sartorius; modera Cristina Valera,.

El 16 de septiembre a las 19:30 h la mesa redonda organizada por la Sección de Psicología en la Sala Nueva Estafeta sobre “Análisis de personalidad de El pícaro de Aragón, de Eduardo Cordo”. Intervienen: Ezequiel Triñaque, Alfonso Gómez y el autor. Presenta y modera M.ª Teresa Pedraza.

El 18 de septiembre a las 19:30 h, la conferencia organizada por la Agrupación Especial Ateneísta “Ángel Garma” en la Sala Nueva Estafeta: “Un viaje psicoanalítico al sufrimiento de las depresiones”. Interviene Alfonso Gómez Prieto. Presenta Pablo Bahillo. Modera Belén Rico. Sala Nueva Estafeta. 19.30 horas.

Y, por último, el 25 de septiembre a las 19:00 h. la conferencia organizada por la Agrupación Especial Ateneísta “Agustín Argüelles” en la Sala Nueva Estafeta: “El paradigma español: Memoria Histórica”. Presenta Belén Rico. Introduce y modera Cristina Valera. Intervienen Alfonso Gómez Prieto y Manuel Según. Concluye José Antonio García Regueiro.