Pandemia, clase trabajadora y Madrid

victor villar

Pandemia, clase trabajadora y Madrid: Cuando lo laboral, lo social y lo sanitario convergen.

Por Víctor Villar Epifanio, Director del Observatorio de Iniciativa Social de Arco Europeo. Diplomado en Relaciones Laborales y Diplomado en Educación Social.

Esta época de pandemia, y particularmente, el aislamiento selectivo de barrios obreros de Madrid, resuelve una disyuntiva que yo, como el resto de la izquierda hemos tenido en las últimas décadas: ¿Hasta que punto es el obrerismo la base de la izquierda? ¿Hasta que punto lo social no ha sustituido a lo laboral? Este debate falso se debe a dos falacias del neoliberalismo salvaje que han conseguido sostenerle, llegando, en algunas partes del mundo como EE.UU o Brasil, a estar a punto de convertir las democracias representativas en dictaduras neoliberales. Esas dos falacias son:

1.- La falacia de la creación de empleo por parte del empresario, en lo laboral.

La falacia de la creación de empleo es aquella que argumenta que: “El empleo le crean los empresarios”. Con la caída del muro de Berlín y la llegada del capitalismo homogéneo, todos sus supuestos son tomados como verdades absolutas.

Esto se aumenta con el paso del capitalismo industrial al capitalismo financiero, lo cual, contribuyó a otra falacia del capitalismo: “Las clases sociales se difuminan”. El hecho de que no se vean masas obreras saliendo de las fábricas crea la ficción de que la clase obrera ha desaparecido.

Aquí conviene rememorar el concepto de Plusvalía, como aquella parte del beneficio económico que genera la clase obrera y que no se ve repercutida en esta. Por lo tanto, el empleo le saca materialmente adelante la clase trabajadora.

Por otro lado, conviene pensar que es la clase obrera. Tenemos que desechar la idea de una definición de clase en virtud del nivel salarial, y volver a la definición en función de la titularidad del capital.

Todo esto se ha visto con claridad durante estas segundas medidas contra la pandemia de Covid-19 tomadas por la Comunidad de Madrid. El sistema neoliberal, necesita a aquellas personas que desprecia, necesita a las personas que hacen sus informes, limpian sus oficinas, construyen sus edificios, etc, etc …,  aun cuando estén en las zonas más infectadas por el virus. Por esto, se rechaza la idea del confinamiento total de esas zonas, permitiendo desplazarse al trabajo a esas personas. De esa forma, se da la paradoja de que una persona confinada se vería obligada a meterse en un metro con miles de personas, tener contacto con cientos de personas en su lugar de trabajo y hacer la misma operación al volver a su casa, para encerrarse en esta.

Todo esto es la fantasía de todo propietario capitalista, tener trabajadores encerrados y que solamente salgan para trabajar en sus empresas. Otro argumento sería absurdo ya que, desde el punto de vista estrictamente sanitario, se trata de no expandir la pandemia. En todo caso, si se pretende hacer parecer que se ignora el factor de la clase social, las opciones serían cerrar toda la ciudad y/o la Comunidad de Madrid y decretare un confinamiento total. Es absurdo pensar que el virus distingue un desplazamiento laboral de cualquier otro desplazamiento.

Otra cosa que nos debemos preguntar es: ¿Por qué hay una mayor incidencia de la pandemia en los barrios obreros? Las razones son obvias:

– Las pocas posibilidades económicas de estas personas, lo que las impide comprar grandes cantidades de medios de protección.

  • El hacinamiento en espacios reducidos, lo que impide mantener la distancia de seguridad.

Evidentemente, las condiciones de

Insalubridad en los barrios obreros no son las mismas que las de barrios como El Soho londinense durante la revolución industrial y el éxodo rural. Sin embargo, no debemos olvidar que el éxodo rural de finales de los 60 y el éxodo de otros puntos del Estado español, es la causa del crecimiento de barrios obreros de Madrid y municipios de su Comunidad Autónoma. A esto se debe añadir la migración exterior.

Para acabar de rematar la situación de precariedad, hay que tener en cuenta los recortes sanitarios que hizo el Gobierno de Esperanza Aguirre. Según el portal Newtral , la variación del gasto sanitario de 2017 a 2018 fue solamente del 3´3%, si tenemos en cuenta que esta Comunidad es el segundo menor de todas las Comunidades, este gasto es un recorte de facto en la sanidad pública. A esto hay que añadir un personal mal pagado, el aumento salarial de estos profesionales en Madrid es solamente en 0´2 puntos porcentuales.

Todo esto da como resultado una sanidad pública desbordada en esta segunda ola de pandemia.

2.- La falacia postmoderna, (con las teorías queer y crip a la cabeza), en lo social.

Asimismo tiene un fiel aliado en el postmodernismo. Hemos visto como se ha conseguido difuminar la idea de clase obrera, siendo interiorizado este discurso por la nueva izquierda, abrazando el discurso de teóricos populistas como Laclau y Mouffe. La Profesora de la Universidad de Granada (UGR) y Directora del Observatorio Nacional de la Fobia a la Discapacidad (ONFD), Tasia Aránguez Sánchez, explica muy bien ese paralelismo del borrado de la clase obrera y de otros grupos de personas, (en su caso las mujeres), en su artículo para Tribuna Feminista: Del borrado de la clase trabajadora al borrado de las mujeres

Me van a permitir ustedes que centre mi ejemplo en mi propio colectivo, el de la discapacidad. Esa filosofía del “no etiquetado”, ha sido impulsada por la izquierda postmoderna, pero rápidamente ha sido asumida y absorbida por la derecha liberal y/o acomplejada y traumatizada por una discapacidad sobrevenida, intentando sobreponerse con frases como: “Yo llevo la silla en el culo y no en la cabeza”, y quitándose de la silla de ruedas para sentarse en su escaño de Diputados. Esta tontería simbólica, por ejemplo, supuso que el siguiente Diputado en silla de ruedas, (esta vez de motor), tuviera que solventar su situación en solitario. Este afán del “no etiquetado”, a nivel político puede hacer que las políticas de discapacidad se diluyan en un maremagnum diverso, como explica muy bien la profesora Aránguez en su artículo , en el caso de las mujeres.

Pues bien, apliquemos esta filosofía al tema que nos ocupa, el tema sanitario, el Covid-19 y las personas con discapacidad. Bien, si estudiamos las noticias de esta crisis sanitaria relacionadas con la discapacidad, vemos que en ningún momento se quiere hablar de la discapacidad como colectivo de riesgo. Se tratan otros temas como el empleo, la educación o las mascarillas transparentes. Como mucho, en otras Comunidades Autónomas, se habla de indicaciones para familiares para evitar los contagios. Concretamente, FAMMA (COCEMFE-Madrid), incidió incidió en la Comisión de Estudio para la recuperación e impulso de la actividad económica y social de la Asamblea de Madrid en el empleo y la educación, cosa que está bien, pero no dejo de preguntarme si no sería más urgente pedir que se estudie la forma en la que puede incidir el virus en las diferentes discapacidades y las consecuencias en las patologías ligadas a cada discapacidad. Pero… ¡horror! ¡Herejía patologizante!  ¡A la hoguera conmigo! Aquí vemos como, ni siquiera en una situación de vida o muerte, se quiere tener en cuenta nuestras discapacidades y enfermedades.

Por poner algunos ejemplos, una persona con secuelas de parálisis cerebral, huesos de cristal, tetraplégia, ELA u otras discapacidades, tenemos problemas respiratorios. Algo parecido a esto pasa en otros colectivos de riesgo.

Además, uniendo esto al argumento anterior, vemos que, lógicamente, los colectivos de riesgo coinciden en los barrios obreros que han sido confinados. Se trata de población con alto porcentaje de paro o jubilada, por lo tanto con un bajo nivel económico. De hecho, según numerosos estudios el colectivo de personas con discapacidad sufre una gran precariedad. Por ejemplo, según el último Informe del Relator de Pobreza de la ONU, publicada por el CERMI en 2019, la tasa AROPE de riesgo de pobreza y exclusión social de las personas con discapacidad en el Estado español en 2017, fue siete puntos porcentuales mayor que el de la población sin discapacidad, de tal forma que, mientras entre las personas sin discapacidad este porcentaje es del 24,4%, entre las personas con discapacidad es del 31,5%.

Con todo ello, esa pinza ideológica, entre la izquierda postmoderna y la derecha neoliberal, donde se une el beneficio empresarial con el miedo a las etiquetas, ha llevado al Gobierno de Madrid a confinar sin apenas oposición a las clases obreras y a los colectivos de riesgo  sin investigar las causas materiales de una mayor incidencia del virus, para buscar soluciones reales.

Afortunadamente, esta situación parece que está sirviendo para que la izquierda empiece a volver a su ser, despertarse de ese sueño postmoderno de la dicotomía entre lo social y lo laboral y darse cuenta de lo que ya vieron Marx y Engels en el Soho, los problemas de salud siempre se ceban en las mismas personas, en las pobres, en las enfermas, en las desahuciadas. Por eso, creo que ha llegado la hora de que los Ministerios sean recuperados por la Igualdad y las necesidades a cubrir sean reales y biológicas, no sentimientos identitarios o deseos sexuales y afectivos.

Mujeres con cargos de poder

foto Jarque ARCO

Cristina Jarque, Directora del Observatorio de Psicoanálisis de Arco Europeo

Gracia Querejeta

La directora de cine Gracia Querejeta hace poco fue entrevistada con motivo de su última película titulada «Invisibles». Me ha parecido una entrevista muy interesante para iniciar este escrito en el que quiero compartir intensas reflexiones de varias mujeres que alzan la voz para dar cuenta de sus personales experiencias cuando han tenido sobre sus hombros la responsabilidad de algún cargo de poder (presidentas, vicepresidentas, directoras, jefas, coordinadoras…).

Gracia dice: «El Feminismo no es sinónimo de mujeres empoderadas. Nos hemos acostumbrado a que una película  feminista lo es por hablar de mujeres empoderadas, mujeres que toman el mando de la situación. Pero no, también se puede hablar de feminismo desde el miedo, la soledad o la angustia».

La película Invisibles, como su nombre lo indica, intenta concientizar al público de algo que es un hecho: que a partir de cierta edad, las mujeres ya no son tenidas en cuenta como cuando eran jóvenes. De allí la palabra invisibles, como indicando que desaparecen, que ya no son miradas. Dice Gracia Querejeta que las mujeres tenemos más presión y que el tiempo es más injusto con nosotras que con los hombres.

Esta entrevista me hace constatar lo que vengo pensando hace mucho tiempo y que coincide con varias de mis colegas. Es una verdad dolorosa pero pienso que es necesario ponerla en palabras porque efectivamente, la presión en las mujeres sigue siendo devastadora. Esta verdad es, que pese a los cambios positivos que los movimientos feministas han ido aportando a las mujeres, aún queda mucho por hacer porque sigue siendo más difícil ocupar un cargo de poder, si se es mujer.

María.

María es una mujer inteligente y brillante que ocupa un cargo importante en su profesión. Ha sido reconocida por sus superiores porque es una mujer muy trabajadora, la primera en llegar y la última en irse. Por si fuera poco, tiene un don para organizar y coordinar eventos. Allí donde sus compañeros a duras penas logran coordinar un evento, esta mujer tiene el talento de coordinar diez. Esto le ha acarreado una gran cantidad de envidias y celos de todos sus compañeros en la empresa en la que trabaja, tanto hombres como mujeres.

– La presión que tengo sobre mis hombros es tan grande que a veces siento que me voy a romper me dice María consternada.

Me centraré en una escena que puede quizá dar luz a la problemática de María y puede abrir nuestra comprensión para entender lo que intento transmitir en esta escritura.

María estaba coordinando uno de sus eventos. Era el momento de la clausura. ¡Todo había salido precioso! La gente que había asistido (tanto intervinientes como público asistente) todos estaban muy satisfechos con el evento. Así lo demostraron con las palabras amables y los aplausos que le habían dirigido a María la noche anterior, en la cena de gala que había tenido lugar.

En la clausura uno de los directores de le empresa pidió la palabra. Este hombre es muy querido y reconocido en ese grupo, incluso hay quienes piensan que es un auténtico genio en la materia, así que el público escuchaba atentamente, incluso embelesado. Lo que dijo fue tan emotivo que cuando terminó la gente aplaudió a rabiar… Pero hubo un olvido. El olvido fue darle la palabra a otro hombre que era el encargado de clausurar ese evento. Aquel hombre estaba muy enfadado. De manera impulsiva se levantó de su silla y empezó a gritarle a María de manera muy grosera. Le decía que por qué no se le había dado la palabra, que él era el que debía de haber hablado en la clausura… En fin, que estaba hecho un basilisco.

Cabe preguntarse la causa de ese enfado. A la fecha María se lo cuestiona.

¿Qué es lo que causó semejante ataque de ira? ¿Por qué vino a desquitarse con María? ¿Por qué usó a esta mujer de tiro al blanco descargando contra ella toda su furia?

Estas son las cosas que nos hacen reflexionar sobre las mujeres en cargos de poder.

Es evidente que el enfado de este hombre no tenía nada que ver con María.

¡El enfado era con aquel otro hombre! ¡El que tomó la palabra en su lugar!

La ira surge porque este hombre se da cuenta que nadie ha echado en falta que hable, que clausure el evento. Esa rivalidad entre hombres es lo que lo ha llevado a cometer una injusticia con María. María ha sido el chivo expiatorio, la cabeza de turco.

¿Por qué María? ¿Acaso por el patriarcado?

Sin duda. Sigue siendo más fácil para un hombre atacar a una mujer. Sigue siendo más fácil echar la culpa a una mujer, sigue siendo más fácil tachar de incompetente a una mujer. Lamentablemente, aunque María sabe todo esto, no ha podido superarlo y ha renunciado a su cargo.

Krystal.

En su función de presidenta de su empresa, Krystal ha organizado un Simposio.

En esta reunión se van a tratar varios puntos importantes en relación a temas de la empresa. El Simposio es un éxito. Los compañeros están muy contentos con el resultado. La Mesa Directiva está muy satisfecha con el trabajo de Krystal. En el momento de las preguntas, surge una mujer que dice:

– Considero que este Simposio ha sido de muy bajo nivel.

Varias mujeres se unen a esta mujer sosteniendo que, efectivamente el Simposio (en opinión de todas estas mujeres, ha sido de muy bajo nivel.

Krystal se siente atacada en lo más profundo de su ser.

Krysral sabe que lo que está pasando es producto de la envidia pues la Mesa Directiva de la empresa acababa de promocionarla.

No obstante, aunque Krystal sabe que es envidia, aunque sabe que la Mesa Directiva le da su apoyo, Krystal no logra superarlo y esa misma tarde presenta su dimisión.

Por lo expuesto aquí, podemos constatar que nosotras, las feministas, tenemos mucho trabajo aún por hacer. Por eso considero que es muy importante alzar la voz. Hablar las injusticias que se cometen contra las mujeres es un primer paso. Hay violencias de las que no se hablan, violencias ejercidas hacia las mujeres que logran tener reconocimiento y llegan a ocupar cargos que más que de poder, son de una gran responsabilidad.

Es un hecho que se constata: Las mujeres con cargos de poder tienen más presión. Y esto es así por el simple hecho de ser mujeres.

PSICOANALISIS Y FEMINISMOS: CUERPOS EN DISPUTA

Lola

El tema de reflexión que propongo es cómo el psicoanálisis freudiano con la relectura que hizo Lacan, llamada el retorno a Freud, puede conceptualizarse como una teoría que pone uno de los cimientos para el desarrollo de los feminismos del siglo XXI. Judith Butler representa un ejemplo de este ensanchamiento al que me refiero, por eso resaltaré los aspectos que me llevan a proponer esta idea. Expondré una posible relación entre deseo e identidad, desde  autores relevantes en Estudios Culturales  y algunos desarrollos de Freud y Lacan sobre estos temas.

En primer lugar, una pequeña aproximación teórica para hacer inteligible, desde Lacan, la ética en la praxis clínica. Se parte de la base de que lo que guía la práctica del psicoanálisis, entendido como intervención clínica, es la ética del deseo. Esta ética del deseo afecta tanto al sujeto analizante como al sujeto analista. En relación con el analizante, lo que hay que dirimir en un análisis es el descubrimiento, construcción, reconstrucción o aceptación del propio deseo que habita al sujeto, para después hacerse responsable de este. En relación al analista, el deseo de analista se refiere al lugar del profesional que ocupa ese rol, cuya función es poner las condiciones para que surja el deseo del sujeto analizante.

Judith Butler, filósofa postestructuralista estadounidense, muestra una perspectiva ética en su acercamiento a los feminismos, es decir, sus presupuestos o planteamientos a la hora de escribir este texto, no son solo académicos sino que también surjen de su participación en movimientos sociales. Una de las preguntas esenciales que se plantea Butler, a la hora de señalar su intención al escribir El género en disputa, la expresa así: “¿Es la disolución de los binarios de género tan monstruosa o temible que por definición se afirme que es imposible, y no se pueda pensar de otra manera el género?” Son los significantes “monstruosa y temible” los que sirven de ejemplo para mostrar aspectos que tienen que ver con el sufrimiento de un sujeto. Otro aserto, que se puede relacionar con una perspectiva ética, tiene ver con preguntas que los sujetos concernidos por su sexualidad se plantean: “ Me propuse entender parte del miedo y la ansiedad que algunas personas experimentan al “volverse gays”, el miedo a perder el lugar que se ocupa en el género o a no saber quién terminará siendo uno si se acuesta con alguien ostensiblemente del “mismo” género…” Judith Butler expresa su deseo, el deseo que le habita, el que guía su camino: “…el deseo intenso de contrarrestar la violencia normativa que conllevan las morfologías ideales del sexo… obedece a un deseo de vivir, de hacer la vida posible, de replantear lo posible en cuanto tal.”

Otro elemento fundamental que plantea Judith Burtler es lo que ella misma nombra como promiscuidad intelectual. Refiere que en este libro no se trataba de aplicar el postestructuralismo al feminismo, sino exponer las teorías postestructuralistas a una reformulación específicamente feminista. Ya que “tiende a interpretar juntos, en una vena sincrética a varios y varias intelectuales franceses, Lévi-Strauss, Foulcault, Lacan, Kristeva, Wittig…” Y esta promiscuidad intelectual hace que el discurso psicoanalítico no se quede en el dogmatismo, de los “evangelistas lacanianos”, que señala Stuart Hall, y avance: “En Gender Trouble (1990) y más especialmente en Bodies That Matter (1993), Judith Butler abordó, a partir de su interés en «los límites discursivos del «sexo»» y la política del feminismo, las transacciones complejas entre el sujeto, el cuerpo y la identidad, para lo cual reunió en un marco analítico ideas extraídas de una perspectiva foucaultiana y psicoanalítica.”

Deseo e identidad

La palabra identidad, etimológicamente viene del latín identitas, y esta a su vez de idem que significa “lo mismo”. Tiene una dualidad, por una parte una persona es única y diferente a las demás, con su propia identidad; pero a la vez la identidad describe atributos que se comparten con otras personas. Por tanto, nunca se llega a una identidad que identifique inequívocamente a cada persona. Como identidad es un concepto tan equívoco, se habla mejor de identificación. Como dice Stuart Hall, representante de los Estudios Culturales, campo de investigación interdisciplinar, en su libro Quién necesita identidad: “La identificación es, entonces, un proceso de articulación, una sutura, una sobredeterminación y no una subsunción. Siempre hay «demasiada» o «demasiado poca»: una sobredeterminación o una falta, pero nunca una proporción adecuada, una totalidad.”

Para ilustrar el concepto de identificación desde una perspectiva psicoanalítica, voy a señalar sucintamente qué significa el Estadio del Espejo de Lacan y el rasgo unario del que habla Freud en Psicología de las masas y análisis del Yo. El Estadio del Espejo que  es una teoría que explica la formación del Yo,

(consta de dos etapas. La primera, cuando el bebé, alrededor de los 6 meses, se mira en el espejo, no ve su imagen, ve a un otro que le fascina, porque lo ve no tan indefenso como se siente él. Esa imagen de completitud va a establecer el proceso de identificación. Solo después de esta identificación, aparece la vivencia del prójimo como rival.  Es en el rival donde el sujeto se capta como Yo y donde comienza la lucha por el reconocimiento. Después, hay un momento,  de los 6  a los 18 meses, en el que el bebé está en brazos de un adulto, mirándose al espejo;  en ese momento  (se)reconoce como tal su imagen en el espejo. La mirada del adulto refuerza, con su asentimiento, que esa imagen es él, es su Yo. Aquí tiene su origen el sentimiento amoroso, que al principio es amor hacia su propia imagen, tal como el mito de Narciso nos sugiere.)

El estadio del espejo no es el comienzo de algo, sino la interrupción —la pérdida, la falta, la división— que inicia el proceso «fundador» del sujeto sexualmente diferenciado (y el inconsciente), y esto depende no sólo de la formación instantánea de alguna capacidad cognitiva interna, sino de la ruptura dislocadora de la mirada desde el lugar del Otro. Para Lacan, sin embargo, ya hay un fantasma: la imagen misma que sitúa al niño divide su identidad en dos. Por otra parte, ese momento sólo tiene sentido en relación con la presencia y la mirada de apoyo de la madre, que garantiza al niño su realidad. Y es en este momento en que la  lucha por el reconocimiento del Otro se convierte en el deseo primordial de todo sujeto humano. Es con el Estadio del Espejo que aparece el deseo como deseo de reconocimiento; por tanto el deseo no es deseo de un objeto concreto, sino de otro deseo. Los animales quieren objetos reales, los seres humanos quieren los deseos de otros seres humanos. Por tanto el Deseo es el deseo del otro. El filósofo francés de origen ruso Alexandre Kojève definió el deseo como “la presencia manifiesta de la ausencia de una realidad”. Esta ausencia, lo que nos falta, es la causa de nuestro deseo.

Por otra parte, en Psicología de las masas y análisis del Yo Freud destaca que en la vida mental de alguien siempre está implicado algún otro, como modelo, como objeto, como sostén o como obstáculo, de modo que la psicología individual es de entrada psicología social.  Si el hombre es una animal político es porque es un ser hablante, consciente, y hablado, sujeto del inconsciente, lo cual lo condena a recibir del Otro los significantes que lo dominan, lo representan y lo desnaturalizan, en el sentido de que lo separan de los animales. La política procede por identificación, habla de lo colectivo, de lo grupal, de vincularse, de unirse por algo, por un rasgo unario, idea o ideales, e irremediablemente los grupos que no están unidos por eso mismo son los diferentes.

El término identidad, como señala Hall, surge de la intersección entre los niveles más rudimentarios de la identidad psíquica y las pulsiones y los niveles de la formación y de las prácticas discursivas del campo social. Y es ahí donde aparece la dificultad de este término. Es improbable que alguna vez podamos armonizar estos dos constituyentes como equivalentes, ya que el inconsciente actúa entre ellos como la barrera o el corte que lo convierte en lugar de un perpetuo aplazamiento de la equivalencia (Hall, 1995)

Jacqueline Rose, catedrática de Humanidades inglesa, sostine en Sexuality in the Field of Vision (1986) que «la cuestión de la identidad —cómo se constituye y mantiene— es por lo tanto el tópico central por medio del cual el psicoanálisis entra en el campo político».«Esta es una razón por la que el psicoanálisis lacaniano llegó a la vida intelectual inglesa, a través de los caminos del feminismo y el análisis cinematográfico (un hecho a menudo utilizado para desacreditar a los tres).  El feminismo, porque la cuestión de cómo se reconocen los individuos en cuanto varones o mujeres, la exigencia de que así lo hagan, parece mantener una relación fundamental con las formas de desigualdad y subordinación que aquel procura cambiar. El cine, porque su poder como aparato ideológico se apoya en los mecanismos de identificación y fantasía sexual en los cuales, al parecer, todos participamos, pero que —fuera del cine— sólo se admiten en su mayor parte en el diván. Si la ideología es eficaz, es porque funciona en los niveles más rudimentarios de la identidad psíquica y las pulsiones»

Conclusión

El sexo y el deseo siempre han estado ahí, atravesando nuestra identidad como sujetos, pero especialmente como mujeres, para calificarnos, dividirnos, dañarnos, disciplinarnos, controlarnos. No en vano, Freud inventó el psicoanálisis a partir de la escucha de las mujeres. De alguna manera han conseguido que sintamos vergüenza o pudor, que el peso de los juicios y del miedo –a no ser creídas, a no ser deseadas, a no ser queridas– aplaste nuestra autonomía, nuestra expresión. Han hecho que sintamos nuestros cuerpos como lugares hostiles que controlar, que odiar y tratar de cambiar, siempre infructuosamente. Han conseguido que los placeres sean para nosotras actores secundarios y la culpa el plato principal, salvo cuando se trata del goce de otros.

Suscribo esa frase de Simone de Beavouir,  que dice que el feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Y es justo ahí, pienso, entre lo colectivo y lo individual, entre el estar y el anhelo de estar aún mejor, donde el feminismo tiene su función.

La conclusión: «Si no puedo bailar, no es mi revolución», decía Emma Goldman, anarquista rusa de principios del siglo XX; y como Ana Requena Aguilar dice en su libro “Feminismo vibrante”: si no podemos desear y gozar sin ser penalizadas no es nuestra revolución.

Lola Burgos.

Directora del Área de Psicología de Arco Europeo. Cofundadora de la Asociación Psicoanalítica Lapsus de Toledo.

Octubre 2020.