Palabra de los medios de comunicación “…la palabra conciliadora. Así terminaba mi colaboración anterior.
Podríamos plantearnos si los mass media, concilian con su palabra, con sus palabras. Que precisamente, por ser eso, medios o instrumentos de comunicar, no solo informan sino que ahora también, lo más rabiosamente moderno y actual: crean opinión.
Pero, ¡cuidado!: opinión de masas, de individualidades, no cuaja. La palabra personal e intransferible no se lleva; el aborregamiento, tal vez. Ser un verso suelto, tiene poco y mal futuro.
Los medios de comunicación constituyen auténticos espejos de la sociedad, nuestra sociedad. De ahí la relevancia que adquiere su palabra. Como docente, constato que de poco o nada sirve si los académicos “predicamos” una cosa y los medios expresan otra distinta. En este camino de la educación y la formación deberíamos seguir la misma vía. Por ejemplo: en mi curso sobre Género y Lenguaje sexista en los medios de comunicación, tratamos el tema de la inclusión lingüística, de la visibilización a través del lenguaje del cambio que ha experimentado la sociedad. Los periodistas deberían hacerse eco de esas lecciones para evitar una asincronía difícil de superar, entre la teoría y la práctica; aunar esfuerzos para crear una línea de actuación unánime, o al menos coherente.
Porque… ¿a quién cree la mayoría de la población? ¿A los profesores? No. Somos sospechosos de eruditos, desfasados y presuntuosos. ¿Entonces? Sin duda se cree a quienes en muchas ocasiones vociferan desde canales televisivos o emisoras radiofónicas “sus verdades”. Y lo hacen según criterios comerciales, ideológicos…La servidumbre de la palabra por intereses económicos, políticos. ¿Dónde queda el bien social? ¿El servicio a la comunidad? Hay que acercar la palabra al ciudadano. La palabra veraz y certera sin engañifas ni triquiñuelas, para tenderla para conciliar. La lengua es “un organismo” en constante cambio: un gran porcentaje de palabras pasan sin pena ni gloria: domina lo fugaz y caduco, lo inmediato: y de eso saben mucho los medios de comunicación. Su palabra, sin ambigüedades ni maledicencia debería garantizar la libertad de expresión, el respeto civilizado.
(Continuará…)
Pilar Úcar