La palabra y hacer gaslighting: “¡todo está en tu imaginación!”

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La palabra y hacer gaslighting: “¡todo está en tu imaginación!”

Por Pilar Úcar

No hace mucho mencioné al final de una de mis colaboraciones el susto que me producía la expresión Gaslighting. Un extranjerismo tan funesto para el devenir vital de cada uno de nosotros, sobre todo si somos receptores de esa “luz de gas”.

El hecho de ir bajando el nivel de gas de la lámpara para hacer creer que la merma de luz es cosa de nuestra imaginación, posee una perversión digna de mentes depravadas. “Y haberlas, haylas” como las meigas en los pagos galaicoportugueses.

“¡Todo está en tu imaginación!”, oigo, “¡te lo inventas!”, dicen.

Frases similares poseen un gran poder perturbador y una trascendencia desestabilizadora para el ser humano, propias de caracteres manipuladores que provocan en la víctima el tambaleo de su personalidad: a pesar de lo que sentidos, potencias y facultades perciben y transmiten, el suelo se abre bajo nuestros pies. No hay soporte que resista la insistencia y la intencionalidad de tal actuación malévola. La flojera, la duda y la incertidumbre acuden inexorables.

Asistimos, pues, a una auténtica lección de filosofía para desentrañar el genuino contenido del concepto ‘realidad’. A vueltas con Aristóteles, san Agustín, Locke, Hume o Kant.

Capítulos docentes y didácticos que no siempre se resolvían con solvencia: difícil desentrañar los recodos del léxico sobre: percepción, fenomenología, procesos interiores, circunstancias exógenas, factores personales, condicionantes socioeconómicos, parámetros culturales…un conglomerado terminológico de complejidad nada desdeñable. Importa descodificar, por tanto, la enjundia de todos esos vocablos para que volvamos a encender la luz de la razón, sin gas. Conocer nuestro idioma, descubrir la polisemia lingüística, atender cada una de las palabras en el acto comunicativo, facilita espantar a esos Anton Walbroock, pobre diablo de pacotilla, que para sobrevivir a su propia miseria, maltratan hasta el trastorno a sus próximos.

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra y la familia “carnavalesca”

Harmodio y Aristogitón tyrannicides

La palabra y la familia «carnavalesca”

Por Pilar Úcar

Desde los carnavales a las bacanales, en una interesante paronomasia retórica, por el juego que se traen significante y significado, desde mardi gras al entierro de la sardina o el combate entre don Carnal y doña Cuaresma (en francachela pictórica del famoso Pieter Brueghel el Viejo o el contubernio literario del ínclito Juan Ruíz, Arcipreste de Hita) muchos términos -en otras décadas solapados y ensombrecidos- se han reactivado no solo en la conversación cotidiana, sino también en el modo de vivir estos días previos a la contrición y recogimiento: máscara, disfraz, baile y desfile, chirigota y mojiganga, comparsa y jolgorio, festival y bullicio…parece que hasta los vocablos suenan y resuenan en genuino festejo y auténtica fantochada.

No sé si es muy correcto el empleo de la traducción “martes graso o fofo”, a pesar de la imagen tan sugestiva que provoca; de ahí, al ritual litúrgico del miércoles de ceniza en recuerdo, para quienes (lo) practican de la caducidad humana (“la alegría es flor de un día”, advierten).

El refranero, tan denostado por unos y tan aplaudido por otros, ofrece fehaciente muestra de la conexión entre realidad cultural y expresionario ad hoc: “la mujer se viste de hombre y el hombre se viste de hembra”, “el martes lleno de risa, el miércoles de tristeza”…

Muchos son los literatos que se hacen eco de tales costumbres sociales y literarias: el jacarandoso Juan del Encina en sus églogas o el “cascarrabias” Calderón de la Barca en sus comedias o el circunspecto Julio Caro Baroja en sus ensayos.

Todo es pura premonición de la experiencia aprendida tras el paso del tiempo, juerga fetén anticipatoria, por si las moscas, como cantan los tunos (un gremio de carnaval, sin duda) remedando a Epicuro: “hermanos, comamos y bebamos, que mañana moriremos”.

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

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Directora Pilar Úcar Ventura

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La palabra, los memes, los gifs y los emoticonos: brecha generacional

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La palabra, los memes, los gifs y los emoticonos: brecha generacional

Por Pilar Úcar

Seguro que nuestros abuelos no entendían cómo hablaban nuestros padres, ni nuestros padres a nosotros hace unos años; igual ocurre ahora con nuestros hijos y con los jóvenes que se comunican a través de las redes: memes, emoticonos, dibujos, símbolos… que nos parecen un arcano, un monstruo sin normas ni reglas ortográficas.

Y entonces acude de nuevo la brecha generacional: ¿Por qué no poner punto al final de una frase en los mensajes si ya hemos acabado el tema? Porque resulta abrupto, brusco y borde me aseguran los usuarios. ¿Y las mayúsculas? ¿Qué fue de ellas? Que únicamente sirven para marcar el grito por escrito, llamar la atención al respetable y no es de buen tono; tan solo se permiten cuando plasman carcajadas intensas y a tutiplén; así: JAJAJAJAJA porque escribirlas en minúscula denota una risa por compromiso, forzada y sin ganas; así: jajajaja (¿ven?)

El emisor y el receptor lo tienen muy claro, no solo el mensaje sino también el código y por supuesto, la intención, no hay lugar a dudas ni errores.

De la misma manera, para la expresión I’m dead del colectivo lgtbi (o en mayúscula, que en este caso, tanto monta) el símbolo de sorpresa es el emoticono de la calavera reproducida ene veces.

Y cuando queramos manifestar algo así como los sonidos onomatopéyicos de pfff, grrrr y similares, solo tenemos que mezclar letras al albur de los dígitos y las teclas: jhretezkcnajakdkkd y listo: ya tenemos la sorpresa, la risa, el enfado y la decepción, imposibles de confundir porque para eso está el contexto que comparten quien habla y responde.

Todo un mapa lingüístico (casi) ignoto para la comunicación entre la “generación Z” y los boomers.

En otra ocasión el famoso (y significativo)… ok

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

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Directora Pilar Úcar Ventura

foto pilar ucar

La mala educación

ARCO EUROPEO LA MALA EDUCACIÓN FOTO DE Imagen de Goran Horvat

La mala educación

Por Rosa Amor

Por mala educación nos referimos a la falta de valores, normas y buenas maneras en el comportamiento de una persona. Esto puede incluir falta de respeto hacia los demás, grosería, descortesía, falta de consideración y otros comportamientos que van en contra de las normas sociales aceptadas. La mala educación puede tener un impacto negativo en las relaciones interpersonales y en la percepción que los demás tienen de una persona. Es importante destacar que la educación es un proceso continuo y que siempre es posible mejorar y desarrollar buenos modales y comportamientos.

La infancia es la etapa en la que empezamos a descubrir el mundo, a desarrollarnos y a acostumbrarnos a vivir con los demás. Los padres jóvenes se preguntan a menudo qué pauta no adoptar para no enemistarse con su hijo. La educación es esencial desde una edad muy temprana. Implica la transmisión de valores, pero también de aptitudes para la vida cotidiana.

La forma en que una persona habla puede influir en la percepción que los demás tienen de ella. La comunicación verbal es una parte importante de la interacción humana y puede transmitir mucho acerca de una persona, incluyendo su educación, personalidad y actitud. (La prosodia)

Por ejemplo, una persona que habla de manera clara, concisa y respetuosa es generalmente percibida de manera positiva, mientras que una persona que habla de manera grosera o descortés puede ser percibida negativamente. Además, la elección de palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal también pueden influir en la percepción de una persona.

Es importante ser consciente de cómo se habla y tratar de comunicarse de manera clara, respetuosa y efectiva en todas las situaciones. La buena comunicación puede mejorar las relaciones interpersonales y ayudar a construir una imagen positiva de uno mismo.

Si la educación que has inculcado tiene consecuencias negativas para tu hijo, ¡aún es posible cambiarla! De hecho, al enfocar la educación de un modo completamente distinto, ya verá resultados positivos en su hijo.

Los niños son muy receptivos a los mensajes que se les transmiten con gestos y también con palabras. Ser muy estricto o, por el contrario, demasiado laxo, no permitirá que tu hijo se desarrolle con normalidad.

Falta de referencias educativas

Si su hijo no comprende la educación en la que está creciendo, carecerá de puntos de referencia y se volverá inestable.

Imponga normas sanas en su casa y demuestre a su hijo que en un hogar hay normas que deben respetarse por el bien de todos.

Mala gestión emocional

Carecer de autoridad o ser demasiado autoritario con tu hijo provocará una regulación emocional deficiente.

Desde una edad muy temprana, es su deber inculcar a su hijo valores reales.

Por ejemplo, controlar los celos y el egoísmo, cultivar la tolerancia y el respeto, etc.

Antisociabilidad

Enseñe a su hijo a tener una mentalidad abierta. En la sociedad actual, su hijo tendrá que socializar con la gente que le rodea, ¡a veces a pesar suyo!

Así que no dudes en inscribir a tu hijo en juegos de grupo para que aprenda las reglas de la vida en comunidad.

Espíritu rebelde

Ser un buen padre no significa no castigar a tu hijo. Por el contrario, la educación es a veces agotadora si merece la pena.

Por el contrario, si dejas que tu hijo tome las riendas, no tendrás autoridad sobre él y desarrollará un espíritu rebelde en el que todo lo que digas será inútil.

«En muchos casos, se descubre que los niños que son sistemáticamente violentos y perturbadores en la escuela tienen problemas muy arraigados en casa, causados por una mala crianza. Una vez que el niño se da cuenta de ello y lo reconoce, pueden aplicarse una serie de técnicas y a menudo se observan mejoras significativas en su comportamiento en cuestión de semanas o incluso días.

Ser padres no es fácil, pero tampoco es difícil, siempre que se establezca una relación afectuosa y bidireccional con el niño, se fijen límites y se aplique la disciplina adecuada cuando sea necesario

Sin embargo, no es necesario recurrir a la violencia verbal o física para hacerse oír. La educación benévola o positiva también se utiliza para ganarse el respeto dejando que el niño crezca a su ritmo.

DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN 

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Directora: Rosa Amor del Olmo

La palabra y esas expresiones tan… ¿comunes?

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La palabra y esas expresiones tan… ¿comunes?

Por Pilar Úcar

“Y como broche de oro, en este marco incomparable…”

Cuántas veces hemos escuchado estas expresiones para cerrar un discurso, acabar una lección magistral o sin más, poner punto y final a alguna alocución pública.

Y de tan oído, manido y repetido, muy estereotipado, y de tan insistente, poco queda (casi) del “oro” y de lo “incomparable” en ese “marco” que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, para una reunión de expertos, una asamblea de sindicalistas, una graduación de fin de curso o el cincuenta aniversario matrimonial de los abuelos.

Expresiones grandilocuentes y magnificadas propias del discurso social, cuyo frecuente abuso delata la ausencia de vocabulario (el gran caballo de batalla en nuestras aulas). Al final semejan muletillas al margen de si encajan en el texto -oral y escrito- o descuadran el contenido.

A la falta de léxico hay que sumar la casi inexistente chispa imaginativa. Uno de los objetivos de muchos docentes consiste en alimentar la creatividad de nuestros estudiantes, incentivarles a salir de la celdilla del Excel de familias léxicas monócromas y átonas y moverlas a otros parámetros: me llama la atención eso de “ensanchar huesos” y “respirar las encías” (para otra ocasión el lenguaje médico).

La retahíla, nada escueta, salpica noticias en los medios, avisos y advertencias oficiales, premisas y requisitos profesionales, opiniones y declaraciones afectivas entre otros muchos contextos; ahí van algunas perlas de muestra muy conocidas y empleadas sin duda:  cortina de humo, mariposas en el estómago, nervios de acero, cabeza bien amueblada, horchata en las venas o sangre de horchata, romper el hielo o el fuego, curiosa antítesis, en claro contraste muy del gusto de nuestro Lope de Vega.

A mí la que más me asusta: luz de gas. Las demás… tienen un pase.

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

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Directora Pilar Úcar Ventura