¿Quién se divorcia?, ¿una pareja o unos padres?
Por Belén Rico. Conferencia dada en el Ateneo de Madrid el 13 de diciembre de 2023
Yo les plantearía la siguiente pregunta, en un divorcio ¿Quién se divorcia?, ¿una pareja o unos padres?
Deseo poner el foco de atención en aquellos sujetos pasivos, tanto del contrato matrimonial como de su disolución, que son los hijos. Víctimas sin herramientas del derrumbe de un pacto que nunca fue suyo.
Es por esto que se tiende a comentar que un buen divorcio es siempre mejor para los niños que un mal matrimonio. Ser testigo de peleas, malas caras, resentimiento, dolor, tristeza y ausencia de amor y compromiso no es precisamente lo más idóneo para un niño y está demostrado que tiene un gran impacto emocional en ellos.
El divorcio o separación de una pareja es un evento que involucra a todos los miembros del medio familiar, lo que lleva a cambios en la realidad inmediata: hay que atender asuntos legales, las actividades comunes de la familia varían, la calidad y cualidad de las interacciones entre los miembros se modifica. En cuanto a la dimensión individual, dentro de su mente, cada niño vive estas separaciones como una experiencia de mucho impacto emocional relacionada con pérdidas que se derivan de las modificaciones propias del divorcio. A partir de ahí podemos preguntarnos: ¿cómo experimentan los niños el divorcio de los padres? Si hay pérdidas, ¿qué es lo que se pierde? Y, sobre todo, ¿cómo y desde dónde enfrentar la pérdida?
El divorcio es una situación de duelo, produce un inevitable dolor mental. Cada niño cuenta con una forma propia de enfrentar la pérdida; su mente generará estrategias para comprender y elaborar el conflicto. El divorcio es una situación especialmente compleja, pues a edades tempranas el niño depende emocionalmente de sus padres, y cuando sucede, se enfrenta a la pérdida de la imagen de una pareja de padres unidos, quienes, en su mente, sirven para sentirse protegido incluso cuando los padres reales no están ahí físicamente.
Los efectos que el divorcio tiene en el niño no sólo se relacionan con lo que ocurre dentro de sí mismo, sino con las dificultades derivadas de tener un padre y una madre que se encuentran aturdidos por las angustias que les despierta la ruptura de la pareja. Por su puesto que una madre que se siente triste o abstraída por el dolor que le produce el fracaso de la pareja tendrá una relación distinta con los hijos que aquella que quizá podría establecer una mujer que cuenta con el amor y apoyo de una pareja. El lugar del padre es muy importante y trasciende al niño en muchos sentidos: por un lado, es quien hace valer la ley, el que hace la distinción y ayuda a frenar las ganas de los hijos de tener a la madre todo el tiempo disponible para ellos. El padre también sirve como un apoyo para que la madre pueda realizar sus funciones, así que está presente no sólo físicamente, sino también en la mente de la madre, quien habla de él y le da un lugar ante los hijos. Cuando éste se ausenta debido a un divorcio, será necesario distinguir y conservar sus funciones.
Françoise Dolto experimentada psicoanalista infantil, escribe sobre este tema y recomienda a los padres hacer un intento de poner en palabras, hablar o comunicar a los hijos la situación de la pareja. El objetivo, según esta autora, es calmar los temores del niño y dar la oportunidad a los padres de hablar con la verdad, para que a su vez puedan comprender que la separación entre ellos no cambia el hecho de que deberán seguir haciéndose cargo de sus hijos. Dolto observa que una de las ideas más recurrentes en la mente del niño es que si los padres se arrepienten de estar juntos, también lo hacen implícitamente de todo lo que han creado juntos. Es como si creyeran que, al ser producto de la unión de los padres, automáticamente se convierten en un producto indeseable de la relación.
El hablarle a los niños acerca del divorcio es difícil ¿Cómo?
- no lo mantenga en secreto o espere hasta el último momento
- infórmeselo a su niño junto con su pareja
- Dígale que el divorcio no es culpa de él/ella.
- admitir que será penoso y desconcertante para todos
- asegúrele a su niño que los dos todavía lo quieren y que siempre serán sus padres
- no discuta con el niño las faltas y problemas de cada uno de los progenitores se reprochan entre sí.
La obligación continuada de los padres por lograr el bienestar de los hijos es vital. Si el niño muestra indicios de estrés, los padres deben consultar con su pediatra y buscar un apoyo psicológico para ayudarles a aprender qué hacer para que el estrés del divorcio sea más fácil para toda la familia. La sicoterapia para los niños de una pareja divorciada y para los padres divorciados puede ser de gran beneficio.
Evitar Efectos genéricos
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- Bajada del rendimiento académico.
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- Dificultades emocionales como depresión, miedo, ansiedad,…
Efectos emocionales del divorcio en los hijos a tener en cuenta
De tres a cinco años:
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- Se creen culpables por no haber hecho la tarea o no haber comido.
- Temen quedarse solos y abandonados.
La edad más difícil es la de 6 a 12 años.
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- Se dan cuenta de que tienen un problema y que duele y no saben como reaccionar ante ese dolor.
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- Creen que los padres pueden volver a juntarse
Los adolescentes experimentan:
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- Miedo, soledad, depresión, y culpabilidad.
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- Dudan de su habilidad para casarse o para mantener su relación.
A pesar de que los niños lo suelen pasar mal en los divorcios durante un tiempo, el impacto real lo suelen sentir a lo largo de un período de aproximadamente 2 a 3 años. Durante este tiempo, algunos de ellos expresan abiertamente sus sentimientos. Es posible que traten de expresar sus sentimientos portándose mal o teniendo problemas en el estado de ánimo. En los niños en edad escolar, esto puede significar que bajen sus calificaciones o que pierdan el interés por las actividades que entes les gustaba hacer. En los niños más pequeños el «efecto durmiente», que al principio hagan grandes cambios y parezcan adaptarse bien de golpe, pero que años después presenten comportamientos disruptivos o emociones desafiantes.
Alertas a cuidar
Mantenga a su hijo alejado de los conflictos y las discusiones de sus padres.
Intente no usar a los niños como mensajeros, sobre todo cuando esté discutiendo con su expareja.
A la hora de analizar los efectos del divorcio en los hijos es difícil determinar si es el propio divorcio lo que les afecta o una serie de factores sociales que acompañan muy frecuentemente a la separación de las parejas. Destacan :
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- Pérdida de poder adquisitivo.
- Cambio de residencia, escuela y amigos.
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- Convivencia forzada con un padre o con miembros de la familia de alguno de ellos.
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- Disminución de la acción del padre con el que no conviven.
- Introducción de parejas nuevas de los padres.
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- Una mala aceptación del divorcio por uno de los padres puede llevarle a convivir con una persona deprimida u hostil.
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- Un divorcio conlleva de forma por su propia esencia una cierta hostilidad entre los padres. Cuando esa hostilidad se traslada a los hijos, intentando que tomen partido.
El proceso de duelo ante el divorcio tiene que ver, por un lado, con el proceso que se llevará a cabo en la mente del niño para acomodar la realidad de su nueva situación, entender que, a pesar de los cambios, la relación con él no se eliminará, solo se modificará.
Antes del año 2005, fecha en la que se introdujo la custodia compartida en nuestra legislación, era prácticamente impensable que una pareja que tomaba la decisión de divorciarse optase por un régimen de custodia compartida con respecto a sus hijos.
La situación habitual era otorgar la custodia exclusiva a la madre, con régimen de visitas al padre, situación que no le permitía participar en la vida de sus hijos, sintiéndose en muchas ocasiones como meros visitadores.
Sin embargo, en la actualidad, cada vez son más los padres y madres que pensando en el beneficio de los menores, deciden y ejercen la corresponsabilidad parental de manera consensuada e igualitaria.
Pero, se observa a la vez, el desarrollo de un síndrome hasta ahora desconocido: El síndrome del niño maleta.
Los menores que sufren este síndrome muestran inestabilidad e inseguridad debido al continuo ir y venir de casa en casa, sin llegar a conseguir un clima adecuado para su desarrollo o una rutina estable. Esta situación se traduce a largo plazo en problemas escolares y de conducta que pueden generar trastornos graves.
Para que este cambio vital afecte lo menos posible a los menores antes de sentarse a redactar las cláusulas del convenio regulador que regirá la nueva situación familiar, es muy importante llevar a cabo “una restauración emocional, un proceso que sane el dolor de ambos. En resumen, preparar a los cónyuges para la separación”.
Tras la crisis familiar y después de haber superado esta primera fase, el niño debe cambiar lo menos posible el orden establecido hasta entonces. Y como no todas las familias son iguales, debemos huir de las fórmulas tipo. “Hay que personalizar la custodia compartida”
Analizar de manera pormenorizada cada situación familiar. Esto no es una solución café para todos sino un traje a coser a la medida de cada familia.
No olvidando tomar las decisiones que afecten lo menos posible al día a día del menor.
En conclusión, psicoterapeutas y profesionales del mundo del Derecho coincidimos en un punto; siempre hay que buscar el beneficio de los más pequeños.
Y este beneficio sin duda pasa por proteger el mundo que conocían hasta la fecha de la ruptura. Recordemos que podemos divorciarnos de nuestra pareja, pero nunca podremos hacerlo de nuestros hijos.
Les repito para pensar la frase de inicio, en un divorcio ¿Quién se divorcia?, ¿una pareja o unos padres?
Capítulo de Sociología de Arco Europeo
Belén Rico García es la Directora del Capítulo de Sociología de Arco Europeo