DERECHO INTERNACIONAL Y GEOPOLÍTICA

En un momento en que los conflictos bélicos amenazan la paz mundial con armamentos de un inmenso poder destructivo, se hace necesario reflexionar y lanzar mensajes de cordura.

Belén Rico, socióloga, Vicepresidenta Tercera de Arco Europeo Progresista y Presidenta ejecutiva de la Agrupación Ateneísta Garma, y José Antonio García Regueiro, jurista, Presidente de la Agrupación Ateneísta Argüelles y Presidente de la Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas del Ateneo de Madrid serán los ponentes.

Presenta la Secretaria Primera de la Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas del Ateneo de Madrid Ana Maestro y modera la Vicepresidenta Primera de Arco Europeo Progresista Ana Pulido.

El consentimiento de la madre estrago

El consentimiento de la madre estrago

Reflexiones sobre «El Consentimiento» (película 2023).

(Otro fragmento de la conferencia que se impartirá en Japón, a finales de octubre y principios de noviembre).

Dra. Cristina Jarque.

La película «Le Consentement» está basada en la novela escrita por Vanessa Springora (2020). La novela narra el abuso psíquico y sexual que Vanessa sufrió cuando tenía 13 años, presa de un depredador de 50 años llamado Gabriel Matzneff. Ella describe con detalle la trágica experiencia, la llama una primera traición porque la niña se enamora profundamente de Gabriel (que era una figura paterna) y cuando se da cuenta de que ella es una más, en la lista de amantes de este hombre, cae en una profunda melancolía. Habla también de manera desgarradora que sobrecoge, de una segunda traición: la de su madre. Dice que la relación con su madre queda profundamente fracturada y describe cómo la pasividad de su madre y su incapacidad para actuar la dejaron en una situación de extrema vulnerabilidad, sin las herramientas emocionales necesarias para resistir la manipulación de Matzneff. Este abandono emocional es una de las características más dolorosas de la figura de la madre estrago, quien, por razones complejas y a menudo no del todo conscientes, no logra cumplir con su papel fundamental de protección y cuidado.

Es una historia que nos deja sin palabras: ¿Cómo es posible que una niña de trece años caiga en manos de un depredador y nadie haga nada? Gabriel Matzneff es un hombre francés, de origen ruso. Un escritor muy admirado y reconocido en el París de 1985 (es entrevistado por Bernard Pivot en su reconocido programa, además gana muchos premios por sus novelas, es amigo de políticos e intelectuales de su tiempo). En esa época, Gabriel tenía cincuenta años y se dedicaba a seducir y manipular niños vírgenes (de ambos géneros) que estaban entrando en la adolescencia (entre 12 y 14 años). Elegía a sus víctimas, generalmente personas vulnerables tanto psíquicamente como emocionalmente, con familias rotas, con padres ausentes que habían abandonado a la familia y con madres emocionalmente inestables. La víctima se convertía en su amante y era iniciada por él, en la vida sexual con la idea falsa del «verdadero amor no comprendido por la sociedad». Vanessa cuenta con crudeza y detalle los encuentros sexuales y el hecho de que «todo mundo lo sabe», incluida la madre, pero «nadie hace nada al repecto».

Cuando la relación se termina, Vanessa sufre intensamente, tiene ideas suicidas, entra en un bucle de autodestrucción y de pulsión de muerte. No obstante, es una adolescente fuerte y sobrevive, así que poco a poco va dándose cuenta de lo destructiva y anormal que ha sido esta situación. Finalmente logra ver a Gabriel Matzneff como un depredador. La película ha sido calificada de «intensa», «extrema», «desgarradora». Personalmente, creo que nos da la posibilidad de sumergirnos en un acontecimiento terrible donde podemos observar que la complicidad silenciosa de una madre se convierte en un estrago inimaginable para la hija porque, la madre de Vanessa, se centra en ella misma, y se olvida de su hija. Vanessa encuentra en la escritura lo que ella llama «su revancha». Habla con gran valentía del abuso que sufrió en manos de este hombre, y denuncia la impunidad. Me pregunto: ¿La escritura la salvó? ¿La escritura permitió que ella encontrara cierta justicia inconsciente y que la pulsión de muerte se detuviera? Actualmente Matzneff tiene 88 años y está escondido en un pueblo en Italia. Dos cosas llaman poderosamente la atención:

1) La impunidad. El escritor depredador se movía con total impunidad en los círculos literarios de la época. Se dice incluso que Simone de Beauvoir, Sartre y otros grandes intelectuales participaban de los abusos sexuales a menores y nadie hacía nada.

2) La madre estrago. Uno de los aspectos más dolorosos y complejos de su relato es el papel de la madre, una figura que, lejos de proteger a su hija, permitió que esta relación abusiva se desarrollara. Esta madre es un ejemplo claro de cómo una función materna, por razones emocionales, psicológicas o sociales, es incapaz de apartar a su hija del peligro y llega a consentir, de manera consciente o inconsciente, el daño que le inflige el agresor.

La madre de Vanessa, según se describe en el libro, parecía fascinada por el entorno literario y cultural en el que se movía Gabriel Matzneff. Como muchos en aquel momento, veía al escritor como un intelectual brillante y provocador, alguien que representaba un ideal de libertad y creatividad. Pero, al mismo tiempo, su incapacidad para percibir el riesgo que este hombre representaba para su hija revela profundas fallas emocionales. En lugar de actuar como una barrera protectora frente al abuso, la madre se convierte en una facilitadora, ciega ante el peligro real que acecha a Vanessa.

El concepto de madre estrago que yo vengo investigando y trabajando desde hace muchos años, quedó plasmado en el libro con el mismo nombre que se publicó en España en 2008 y que actualmente cuenta con tres ediciones. En octubre y noviembre de este año, tendré el gran placer de ir a Japón a hablar del tema. Este concepto sugiere una madre que, atrapada en su propio mundo de deseos, traumas o vulnerabilidades, no es capaz de ver las necesidades y el bienestar de su hija. En el caso de la madre de Vanessa, su fascinación por Matzneff y su entorno parece haber nublado su juicio, permitiendo que su hija adolescente fuera capturada por un hombre mucho mayor. El deseo de pertenecer a ese mundo intelectual, de ser parte de una élite cultural, prevaleció sobre el instinto de protección que debería haber guiado sus decisiones. Estamos a todas luces frente a la negación t el consentimiento silencioso de una madre que se centra en ella misma y se olvida del sufrimiento de su hija.

La negación es uno de los elementos más perturbadores de la conducta de la madre de Vanessa, no ve el peligro. En lugar de ver a Matzneff como un depredador, parece haberlo aceptado como una figura prestigiosa que, de alguna manera, “honraba” a su hija con su atención. Este tipo de comportamiento es típico de la madre estrago, quien a menudo no reconoce, o se niega a reconocer, la magnitud del daño al que está exponiendo a su hija.

Para Vanessa, que ya había sido abandonada por el padre biológico, el abandono emocional por parte de su madre no agravó el daño infligido por Matzneff, y también profundizó las cicatrices emocionales que llevaría consigo el resto de su vida. Sufrió el abuso físico y psicológico de un adulto manipulador y experimentó una segunda traición: la de su propia madre, la persona que debía haber estado allí para protegerla y apoyarla. Este tipo de traición deja una marca indeleble en las víctimas, que a menudo se sienten doblemente vulnerables, atrapadas no solo por su agresor, sino también por la ausencia de quien debería haberlas defendido.

AMAE: EL PODER DE LA DEPENDENCIA EN LA MADRE JAPONESA

AMAE: EL PODER DE LA DEPENDENCIA EN LA MADRE JAPONESA

Cristina Jarque

Fragmento de la conferencia que se impartirá en octubre y noviembre en Japón.

Lacan realizó dos viajes a Japón, el primero en 1963 y el segundo en 1971. En su conferencia en Tokio en 1963, Lacan comentó lo siguiente:

«En cuanto a mí, no creo ser escuchado por ustedes, y lo que se ha dicho sobre el tema es solo un modo de sentir que, a pesar de mi esfuerzo por llegar hasta allí, no creo que haya un oído para escucharme.».

En esta cita, Lacan expresa su preocupación de que sus ideas no fueran completamente comprendidas o apreciadas por la audiencia japonesa. Lacan destacó que el uso del lenguaje en Japón está imbuido de una sensibilidad a los matices y jerarquías sociales, algo del orden de lo colectivo, lo que influye en cómo se perciben y se interpretan las palabras. Este enfoque contrasta con la visión subjetiva del lenguaje en la cultura occidental, donde el discurso se centra más en la expresión propia. El inconsciente en Japón opera dentro de un marco cultural y social que enfatiza la armonía, la dependencia emocional y la expresión indirecta.

Estas características culturales influyen en cómo se manifiestan los deseos y conflictos inconscientes, creando una experiencia psíquica que puede diferir de la de las culturas occidentales. No obstante, Japón vive actualmente una etapa de modernización y de globalización. Estos cambios están influyendo en cómo se conceptualiza y se experimenta el inconsciente en la sociedad japonesa. En muchas familias japonesas actuales, la sexualidad femenina suele estar ligada a expectativas de pureza y modestia, con una fuerte valoración de la virginidad antes del matrimonio. La promiscuidad de una hija puede generar desaprobación y vergüenza tanto para ella como para su familia, ya que el comportamiento sexual que se desvía de las normas tradicionales puede considerarse una amenaza al honor familiar.

Las mujeres, en este contexto, son frecuentemente objeto de expectativas sociales que controlan su conducta sexual, y la presión por mantener una imagen de «pureza» puede ser abrumadora. La culpa por el comportamiento sexual, especialmente cuando se sale de estas normas, es algo que muchos japoneses experimentan, ya que la sociedad enfatiza la conformidad y la armonía social. Esta culpa no solo está dirigida hacia la persona que se desvía, sino también hacia la familia, que puede sentir vergüenza colectiva. Sin embargo, con el tiempo, las actitudes han comenzado a cambiar, especialmente en las áreas urbanas, donde hay una mayor apertura hacia la libertad sexual femenina, aunque los estigmas todavía persisten en muchos sectores.

El psicoanalista japonés Takeo Doi desarrolló el concepto de «amae» en su influyente obra «The Anatomy of Dependence» (1971), donde propuso una teoría única sobre las relaciones interpersonales y la psicología en Japón. La palabra «amae» proviene del verbo japonés «amaeru», que se refiere a la actitud de depender afectivamente de otra persona con la expectativa de que esa dependencia sea aceptada o tolerada. «Amae» describe la necesidad de ser amado y cuidado de forma indulgente, algo que comienza desde la infancia y tiene repercusiones en la vida adulta. Takeo Doi comenta que esta dependencia es, principalmente en el vínculo con la madre. Una madre japonesa, al adherirse a las expectativas culturales de alta protección y control, puede causar importantes estragos en sus hijos. La sobreprotección puede limitar la autonomía y el desarrollo de habilidades de afrontamiento, impidiendo que los niños aprendan a manejar desafíos por sí mismos. Las altas expectativas y la presión por cumplir con los estándares familiares y sociales pueden generar ansiedad y estrés en los hijos. Además, la tendencia a suprimir la expresión individual en favor de la conformidad puede afectar la autoestima y la identidad personal de los niños.

Finalmente, el énfasis en el «amae» (dependencia emocional) puede llevar a adultos que luchan por desarrollar independencia y relaciones saludables. En términos generales (a nivel cultural) los japoneses actuales intentan liberarse del yugo de madres que evitan la comunicación abierta con los hijos (en temas sexuales, por ejemplo) enfatizando la pureza y la modestia como valores primordiales, lo que acarrea culpabilidad y vergüenza ante el deseo sexual, en ambos géneros. Uno de los problemas más intensos (y que genera culpabilidad extrema) es la demanda que hacen muchas madres japonesas para que los hijos se conformen con las normas impuestas por la sociedad en aras de la armonía.

Las expectativas sociales y familiares sobre el comportamiento «apropiado» pueden ser impuestas de manera muy estricta, reforzando la idea de que la sexualidad debe ser reprimida para mantener la reputación y el honor familiar. En algunos casos, una madre japonesa puede causar varios daños en sus hijos al imponer una estricta represión emocional y sexual. La sobreprotección y las altas expectativas pueden limitar la autonomía y la capacidad de enfrentar desafíos, generando ansiedad y baja autoestima. La falta de comunicación abierta sobre temas importantes puede llevar a confusión y sentimientos de culpa. La presión por cumplir con las normas sociales puede inhibir la expresión propia y el desarrollo personal. El énfasis en la conformidad puede afectar la capacidad de los hijos para desarrollar su subjetividad porque hay un énfasis vital en la armonía y la dependencia dentro de la colectividad. Esto impide que pueda surgir el deseo propio. En mi opinión, Japón es uno de los desafíos actuales para el psicoanálisis, entre otras causas, porque con la globalización, la población japonesa empieza a abrirse a nuevas ideas y nuevas posturas ante el lenguaje y ante el deseo.

Otro problema a destacar en la cultura japonesa es que debido a que tienen el mandato de aparentar que todo es armonía, niegan muchos problemas. Es el caso, por ejemplo del machismo y los feminicidios que son temas complejos porque actualmente hay un incremento en la violencia hacia las mujeres, y lo más preocupa es el hecho de que en Japón, debido a la apariencia y el estigma social, no existe apoyo para los sujetos maltratados. Estos son, en mi opinión, algunos de los desafíos que tenemos hoy en día, para reflexionar juntos, entre oriente y occidente, el psicoanálisis en Japón.

Psicoanalista en Toledo, España,

Fundadora y presidenta de LaTE (Lapsus de Toledo).