El bipartidismo es un término que procede de bipartitus, es decir, dos partidos. Se trataría de un sistema político en el que solamente dos formaciones políticas estarían en condiciones de luchar por el poder y de turnarse en el ejercicio del mismo. Los casos más acabados de bipartidismo se dan en los sistemas políticos democráticos anglosajones: EEUU y Reino Unido. El bipartidismo encuentra defensores y críticos. Los primeros opinan que otorga estabilidad política porque marginaría a los más radicales de la posibilidad de ejercer el poder. Pero los detractores de este sistema político consideran que falsea la realidad política de un país, que distorsiona la representación y, en consecuencia, supone una merma democrática.
El bipartidismo nace cuando se estabilizan los Estados liberales en Europa, cuando el liberalismo se divide en dos familias o partidos. Por un lado, estarían los partidos moderados y/o conservadores, defensores del sufragio censitario, el bicameralismo, la soberanía compartida y la asignación del poder ejecutivo a la Corona. También eran partidarios de la limitación del reconocimiento de los derechos, primando el orden sobre las libertades. Por otro lado, se encontrarían los partidos liberales progresistas y/o democráticos, partidarios de extender el sufragio y/o de llegar a hacerlo universal, siendo menos amigos del bicameralismo, pero sí de la soberanía nacional y de la extensión de los derechos. Es evidente que hemos descrito las líneas generales, y que luego habría que ver los casos concretos de cada país.
El bipartidismo de corte liberal se transformaría después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se estabilizó la democracia en Europa occidental, en un bipartidismo entre partidos de centro-derecha o derecha y partidos socialdemócratas o socialistas, con algunas variantes. También es cierto que en otros países el bipartidismo nunca cuajó por su realidad compleja y/o por el sistema electoral. Por fin, se dieron sistemas con un bipartidismo especial por la existencia de partidos bisagras.
El sistema electoral es un factor clave, aunque no el único, para entender el bipartidismo. El sistema D’Hont prima las candidaturas más votadas. También es importante comprobar cómo el sistema electoral establece las circunscripciones electorales, si es un sistema político propenso a la creación de coaliciones y alianzas políticas, y la exigencia o no de un porcentaje mínimo para poder entrar en el parlamento.
Otro aspecto a tener muy en cuenta es la existencia del denominado voto útil, que los ciudadanos emiten cuando consideran que la formación política más cercana a sus ideas no tiene posibilidad de llegar al gobierno y conceden su voto a la más próxima ideológicamente.
En España, el bipartidismo decimonónico fue muy evidente en el régimen isabelino entre el partido moderado y el progresista, y en la Restauración, entre el partido conservador y el liberal. La diversidad ideológica y la agitada vida política de la época de la Segunda República, así como su sistema electoral, favorecieron la creación de parlamentos muy plurales y complejos. Quizás esto hizo que, renacida la democracia, el sistema electoral favoreciera el bipartidismo para fomentar la estabilidad parlamentaria. Pero también es cierto que hay otros factores que propiciaron el bipartidismo. El voto útil ha sido muy claro en la izquierda, en detrimento de IU y a favor del PSOE. En el caso de la derecha, se aprendió la lección de la UCD, una coalición hecha muy deprisa y con mimbres muy poco estables, y se optó por aglutinar férreamente todos los sectores, desde los menos democráticos a los más liberales y democristianos, en una formación con estructuras sólidas y muy controladas desde arriba para recoger todo el voto de derechas y centro-derecha, poniéndolo muy fácil al electorado conservador español, que no ha tenido otras opciones para elegir, con la excepción de las Comunidades Autónomas con fuertes formaciones nacionalistas conservadoras.
Pero ahora las cosas están cambiando. La crisis ha llegado al sistema de partidos, como a casi todo en este país, aunque no se haya transformado el sistema electoral, y ahora ese bipartidismo ha desaparecido.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia