Felipe Juan Froilán de todos los Diablos

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Todos los que nos sentimos en cierta manera algo republicanos, unos más y otros menos, pero al fin y al cabo republicanos, y manifestamos nuestra constante defensa de que en el siglo en el que vivimos, el sistema monárquico es un modelo de Estado totalmente anacrónico, privilegiado e injusto, ya que ningún ciudadano puede ostentar legítimamente con ello la Jefatura del Estado, aparte de otras injusticias de todo tipo que produce esta situación. Nos ha vuelto a indignar, ya por decir algo suave, la imagen de uno de los vástagos de esta estirpe fumándose un puro después de un “ritual graduatorio” en uno de los centros más elitistas y caros de los Estados Unidos. Un incompetente integral – para lo que él quiere, porque parece ser que es único repartiendo flyers en las puertas de las discotecas -, que en España no fue capaz de superar el segundo curso de la educación secundaria y que ha recurrido al pago de cerca de 90000 euros, 42500 por curso, para ser más exactos – no se preocupen, pagados por sus abuelos, o sea, por nosotros – para poder acceder a la universidad.

A estas alturas de la Historia, los españoles ya no vivimos en esa ignorancia perpetua que se creen que seguimos teniendo. Ya dejamos hace tiempo de ser súbditos de esta familia y el ciudadano Felipe de Borbón tendría que tener más en consideración estos comportamientos familiares de cara a la opinión pública. Pero parece ser que tampoco les importa mucho, como pudimos comprobar después de la fatídica, para el ciudadano Juan Carlos, caza del elefante africano, que solucionó con un “lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”, mientras ponía cara de no haber roto un plato nunca. Pues es evidente que sigue ocurriendo.

No tenemos a una familia real ejemplar. Ni defienden la sanidad pública –una de las mejores del mundo- ni la educación pública – en la que todo niño y niña de este país tiene asegurado un aprendizaje gratuito, en iguales condiciones y de calidad. Por ello, cuando se ponen enfermos, van a hospitales privados, de lujosas habitaciones, con un “todo incluido”, como si se tratara de un lujoso hotel del Caribe, mientras otros, los españoles de a pie, se amontonan en pasillos de hospitales por la mala gestión de los recursos que hacen algunos que se parecen a ellos, vamos, los del PP, para que quede claro. La misma situación se da cuando tienen hijos, su principal objetivo en esta vida: la perpetuación de la saga. Y cuando les da por estudiar, estudian en prestigiosos colegios de pago, confesionales, por supuesto, que parece que a veces fallan y no otorgan el privilegio de aprobar, ni cuando se trata del vástago primogénito de la ciudadana Elena. Parece ser que los religiosos de SAFA de Sigüenza no tragaron esta vez. Me gustaría ver los exámenes que le han hecho al ciudadano Froilán en Estados Unidos para titular. Y encima, nos tenemos que ir preparando para el próximo curso, donde estudiará ADE (Administración y Dirección de Empresas), carrera “humanista” como todos saben, en la elitista universidad estadounidense del CIS The College for International Studies, en Madrid. No se preocupen, los 20000 euros anuales que cuesta, también lo pagarán su familia – vamos, nosotros.

Cuando la gran mayoría de los españoles, de esa España más humilde que se levanta todos los días para conseguir un jornal para poder vivir, ha sufrido en sus propias carnes, cinco largos años de terribles recortes en los derechos sociales adquiridos, viendo como en educación, uno de los pilares del Estado del Bienestar, se ha producido un aumento del ratio de alumnos por clase, una reducción considerable de becas y ayudas para libros, el cierre de bibliotecas, el repago de la FP, la subida del precio de las tasas en la universidad – que han provocado que muchas familias humildes no puedan dar una educación universitaria a sus hijos- o la reducción de la plantilla de profesores, entre otras, que ahora veamos cómo el ciudadano Felipe Juan Froilán de todos los Diablos celebre su título, previo pago, con un puro en la boca, en esa manera tan campechana que tiene esta familia, es para que se les cayera a todos ellos la cara de vergüenza.

Por todo esto y todo lo que llevamos trillado, cada vez estoy más convencido de que es más necesario, tal y como escribió en el diario El Sol el maestro Ortega aquel 15 de noviembre de 1930, que “Delenda est Monarchia”.

Ricardo Marchand

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