A vueltas con la huelga general

TOSHIBA CAMCORDER

Históricamente, la huelga general ha sido considerada por el sindicalismo revolucionario como el instrumento más adecuado para conseguir el triunfo de la Revolución sobre las fuerzas económicas, sociales y políticas que sostendrían el capitalismo. A través de la huelga general, los sectores productivos pasarían a manos de los obreros y campesinos, quienes expropiarían los medios de producción. Estos medios se organizarían a través de sindicatos, comités y cooperativas. Es la expresión máxima de la acción directa. En la Carta de Amiens de 1906 de la Confederación General del Trabajo de Francia se estableció que la huelga revolucionaria era el camino para llegar al final del proceso revolucionario, llegando a la total emancipación capitalista. En aquella reunión se reafirmó la independencia de los sindicatos frente a los partidos políticos.

Por su parte, en el ámbito socialista la cuestión de la huelga general fue intensamente debatida en la Segunda Internacional. En 1904 se llegó a una postura de compromiso sobre la huelga general que, en el fondo, suponía la renuncia a este instrumento para terminar con el capitalismo. Pero, al año siguiente, se reabrió el debate cuando estalló la Revolución rusa de 1905, iniciada con una huelga general. Por fin, en 1906, fueron derrotadas las tesis revolucionarias en el seno de la Internacional y se desechó definitivamente el empleo de la huelga general.

En España, tanto la CNT como la UGT, emplearon la huelga general en distintos momentos y ámbitos geográficos: en 1902 en Cataluña y en 1917 en toda España. En la línea de lo que hemos estudiado sobre las diferencias entre el sindicalismo revolucionario y el socialismo, el anarcosindicalismo español siempre fue más partidario de la huelga general que el sindicalismo socialista. Para los socialistas la huelga general generaba un desgaste de las fuerzas sindicales.

La huelga general no tiene, en la actualidad, un carácter revolucionario, ya que se emplea como un medio para solucionar problemas que no encuentran solución mediante huelgas parciales, o para acelerar cambios políticos y sociales.

 

Eduardo Montagut

Doctor en Historia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


*