La crisis del zarismo a partir de la Revolución de 1905

IMG_20150510_123244[1]

La Revolución de 1905 provocó que en el seno del zarismo surgiera una tendencia que optó por emprender algunas reformas para evitar que volviera a estallar una revolución. Stolypin, ministro del zar entre 1906 y 1911, es el personaje clave en este momento, promoviendo una política que mezclaba signos de modernización con la represión de cualquier contestación, empleando con profusión la pena de muerte y el control de la Duma, disolviéndola cuando consideraba oportuno.

Stolypin buscó crear una clase de campesinos acomodados que sostuviesen el zarismo en el campo, por lo que emprendió una especie de reforma agraria. Dividió las tierras de las comunidades campesinas (mir) para que fueran compradas por los campesinos más acomodados, los conocidos como kulaks. Esta medida, además, debía provocar un éxodo rural del resto de campesinos para favorecer la industrialización al proporcionar una masiva mano de obra.

Stolypin ideó más reformas pero que no cuajaron realmente porque no tuvo tiempo para emprender su proyecto de veinte años de tranquilidad: quiso aumentar el presupuesto imperial y pensó en una fuerte subida de impuestos sobre el alcohol y los bienes inmuebles. La idea era emplear el presupuesto en modernizar la industria y emprender una política de infraestructuras para mejorar las comunicaciones. Tenía en mente una especie de código laboral para crear un seguro social obrero. Otro proyecto iba encaminado a suavizar la política religiosa sobre las minorías no ortodoxas. También pensó en que debía arbitrase algún tipo de autonomía para Finlandia y Polonia.

Por otro lado, amplió los poderes de los zemstvos, es decir, de las asambleas locales para que se encauzara algún tipo de representación, aunque muy controlada. Pero esta medida, aunque muy tímida, resultó demasiado avanzada para los sectores más reaccionarios del zarismo. Stolypin terminó por ser un político que no contentaba a los poderes que sostenían el zarismo, pero sin ganarse la simpatía de la oposición por su implacable represión. En 1911 fue asesinado en Kiev. La autoría de su muerte ha generado polémica: ¿fue la policía o un socialrevolucionario? Su asesinato, en todo caso, es simbólico, ya que representa el fracaso de los intentos modernizadores en el seno del zarismo.

Para sostener el sistema se optó por la represión y la manipulación del patriotismo. En 1913 se celebró el centenario de la victoria rusa sobre Napoleón y el tricentenario de la subida al trono de los Romanov. El estallido de la guerra en 1914 también fue explotado por la propaganda nacionalista. Pero el zarismo estaba muerto ya. Los desastres militares y las penurias de la retaguardia precipitarían el final en 1917.

Eduardo Montagut

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


*