La palabra… ¿arma social?

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Muchas son las ocasiones en que hemos escuchado y leído el poder que posee la palabra. El poder y la fuerza que se derivan de ella. Cierto. Por eso, conviene preservarla, cuidarla y utilizarla no solo con precisión y mesura, con tino y tiento, sino con cariño y afecto…hay que salvaguardar el lenguaje y tratarlo como se merece.

Soy consciente del peligro que entrañan las palabras, los riesgos que esconden: a veces resultan tramposas y solapan intenciones aviesas, torticeras, ofensivas y hasta insultantes. La palabra se convierte en el espejo de lo que uno quiere y desea expresar, transmitir y comunicar.

Hablar de “arma”  inspira temor y sugiere lucha, conflicto y beligerancia; connotaciones negativas que no nos dejan indiferentes. Poder, superioridad, casi un pugilato entre adversarios que llegan al hostigamiento. ¿Destrucción?

El ser humano es social por naturaleza y como tal ha de convivir en societas, procurando el bienestar colectivo, el beneficio de la comunidad. Conviene, por tanto, no  olvidar el acomodo ajeno, el pensar en el otro, y hacerlo con palabras que nos identifican a cada uno, que hablan de nosotros mismos, de nuestra personalidad y de nuestro propio comportamiento individual. Desde la sinceridad.

De ahí la importancia que adquiere la educación, aprender y descubrir; informarse, indagar, permanecer atento al cambio, a lo nuevo y a lo diferente, estableciendo el punto de mira en un futuro más consolidado, libre y justo.

Entre todos hemos de configurar, de manera firme y rotunda, una urdimbre acorde con los tiempos que nos está tocando vivir.

Francisco Ayala, Miguel de Unamuno, Alfonso X, el sabio y otros muchos eruditos coinciden y cito: «(…) el lenguaje es un arma de doble filo: puede ser puente para aproximar y muralla para separar”.

Volver a recuperar el valor de la palabra conciliadora… (Continuará)

Pilar Úcar

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