MIGRANTES Y CONCIENCIAS

TOSHIBA CAMCORDER

Lo que siempre deberíamos tener presente es que las migraciones son una constante de la especie humana. No hace falta indagar mucho en los archivos para descubrir que el territorio en el que vivimos actualmente, a lo largo de la historia, ha sido habitado por inmigrantes venidos de muy lejos.

Los peninsulares emigraron a América durante el siglo XV para conquistar, colonizar y destruir las culturas precolombinas que allí existían y después durante el siglo XIX y XX para huir del hambre, de la pobreza, la dictadura o simplemente, para perseguir un sueño de riqueza fácil que muy a menudo nunca alcanzaron. Por ello la inmigración no es algo reciente. Todas las sociedades humanas están en movimiento perpetuo y ¿quién nos puede asegurar que nosotros mismos no seremos también inmigrantes el día de mañana?

La razón fundamental por la que nos debemos sentir obligados a entender la inmigración es porque nos estamos jugando el futuro de nuestra sociedad. Valores importantes, como por ejemplo, la igualdad entre personas o los derechos humanos, pueden salir reforzados o quedar eliminados de un plumazo. Que pase una cosa u otra depende de nosotros, de cómo pensemos, actuemos y dejemos a otros hacer.  Leyendo a Chomsky, nos recuerda, que la única razón por la que pasan cosas malas es porque la gente buena no hace nada por impedirlo.

La historia de la especie humana es una historia de migraciones. Los humanos somos migrantes y la mayoría de las veces que hemos migrado ha sido por necesidad, sobrevivir o buscar mejores oportunidades vitales. También ha sido una constante en la historia de la humanidad que los poderosos han intentado limitar el movimiento de las personas para poder continuar manteniendo el status quo y evitar que los pobres y oprimidos pudieran mejorar su situación.

Nuestra historia nos ofrece numerosos ejemplos  de migraciones forzadas, de transferencias involuntarias de población, de personas refugiadas que no tuvieron la oportunidades quedarse, que tuvieron que migrar para salvar la vida. Actualmente, se calcula que entre un 2% y un 3% de la población mundial es migrante. La mayor parte de esta migración ocurre entre los países empobrecidos y subdesarrollados. Y sólo un pequeño porcentaje de este grupo migrante consigue llegar a las zonas ricas, como Europa Occidental o América del Norte.

Pero, además de querer sobrevivir ¿Por qué razones la gente sigue emigrando hoy en día? Si la riqueza y los recursos en el mundo estuvieses mejor repartidos, ¿todavía habría migraciones?. Resulta que si en todos los países las oportunidades económicas y vitales fuesen similares, si no hubiese persecuciones políticas y la gente pudiese desarrollar sus proyectos de vida en sus lugares de origen, las migraciones serían mucho más reducidas. Aunque no desaparecerían. Hay miles de razones por las que mucha gente continuaría emigrando en un mundo mejor repartido, pero lo que es cierto es que las migraciones no tendrían el volumen actual. La mayoría de la gente, si las condiciones de vida son buenas, prefieren quedarse en sus lugares de nacimiento.

La emigración por necesidad, tan numerosa actualmente está producida por una distribución brutal y desigual de la riqueza y de los recursos mundiales, como la energía, las materias primas, las infraestructuras, el capital humano. Si tenemos en cuenta que los norteamericanos, europeos occidentales y australianos son el 15% de la población mundial pero consumen el 80% de los recursos, podemos entender por qué una gran parte de los desposeídos, el 85% de humanos que tienen que vivir con el 20% de los recursos, quiere emigrar al mundo de la superabundancia, de la riqueza excesiva y del consumo a unos niveles muy superiores a la necesidad .

Todos hemos escuchado que los inmigrantes son una invasión que viene a quitarnos el pan. ¿Por qué vienen? Para vivir mejor, huir de la miseria y de la vulneración de los derechos humanos. ¿Por qué sus países de origen tienen una situación política y económica tan mala? La inmigración está ligada al resto de características del mundo actual.

La distribución desigual de la riqueza entre los países del mundo es la mayor fuente de inmigración. En un mundo en el que estas diferencias no fuesen tan, tan enormes, la migración sería una cuestión insignificante. Pero la diferencia de riqueza y oportunidades vitales entre los países occidentales y los empobrecidos, llamados tercer mundo, es una razón por la que mucha gente decide emigrar.

¿Somos responsables, nosotros, de la miseria ajena? Si no lo somos como personas individuales, el hecho de aceptar la entrada de tantas personas de fuera, supone un gran proceso de adaptación para la sociedad que los recibe, escuelas, servicios sociales, sanidad, lo que conlleva un incremento de gasto en ocasiones difícil de asumir por el país receptor. Por ello, hay gente que argumenta que las sociedades ricas tienen derecho a cerrar sus fronteras y a dejar fuera a los pobres del mundo.

Pero, ¿no son los países ricos responsables de la miseria de los países pobres? ¿de dónde han sacado la riqueza? ¿no se financió la revolución industrial inglesa con el algodón robado de la India? ¿no será que las industrias metalúrgicas, textiles, petrolíferas, químicas, se han beneficiado durante siglos de la rapiña de las materias primas de los países ricos por naturaleza pero poco dotados para el imperialismo?

Toda Europa Occidental y América del Norte se han beneficiado y se siguen beneficiando de siglos de imperialismo y explotación directa. ¿Qué supuso realmente el fin del imperialismo y la descolonización? En primer lugar, los nuevos estados fueron creados artificialmente en gran parte del mundo colonizado y siguiendo los intereses geoestratégicos y económicos de las potencias colonizadoras. Parece que se dividió África con regla y compás, por supuesto sin tener en cuenta ni las etnias ni la voluntad de unión o separación de los pueblos implicados.

No sólo los países ricos han dejado a los nuevos estados un legado repleto de conflictos étnicos, políticos, radicales, y religiosos, sino que se han negado a restituir parte de la riqueza robada y han continuado beneficiándose económicamente de las antiguas colonias. El BM y el FMI iniciaron su vida después de la 2º Guerra Mundial como parte del Plan Marshall para proveer capitales para su reconstrucción a los países europeos destruidos. Una vez que terminaron con esta tarea, estas instituciones reorientaron su mandato hacia los países recientemente descolonizados y los préstamos para que, llevasen a cabo su desarrollo, supuestamente. Es aquí donde encontramos los orígenes de la famosa deuda externa. Muchos de estos países pidieron préstamos que nunca fueron usados en beneficio de la población si no que acabaron en los bolsillos del dictador de turno. Sin embargo, la gente de los países del Tercer Mundo los ha estado pagando desde hace cuarenta años y todavía hoy sigue haciéndolo. Esta deuda odiosa en algunos casos llega a suponer la mitad de todo lo que produce un país en un año. La gente de Indonesia, del Congo, y otros tantos países saben que la deuda externa ya ha sido pagada con creces.

Parecerá increíble, pero algunos países, después de décadas de pagar la deuda, (hasta cuatro veces han pagado ya el importe inicial) no sólo todavía no han conseguido rebajarlo, sólo han estado pagando intereses, sino que su deuda externa ha aumentado en un 500% ¿Quién se beneficia de esta deuda? ¿Quién controla las políticas del FMI? Cada país tiene más o menos votos dependiendo del volumen de su economía y del dinero que aporta a la organización. ¿En beneficio de quién? Pues de los más ricos del mundo, del G7 y los que se le acercan en riqueza e ideología.

El Tercer Mundo está condenado al analfabetismo, las enfermedades curables de las que ellos morirán o no superar la esperanza de vida a los 40 años. Imaginemos que ahora mismo uno se encuentra en la mitad de la vida porque la esperanza de vida del país donde ha nacido (cualquiera del África Subsahariana) ha sido minada y destruida por las políticas de estas organizaciones internacionales en beneficio de las personas de los países ricos. ¿No querríamos salir del país? ¿No querríamos ir a cualquier sitio en el que al menos existiera una oportunidad? ¿Somos responsables de saber lo que ocurre? ¿Somos responsables de acoger la huida del horror en el que hemos convertido la vida en sus países de origen?

Primero fue la política de puertas abiertas, luego la de puertas cerradas y ahora la de muros de contención. Vale la pena recordar el poema de Martín Niemöller pero atribuido a Bertolt Brech que dice así:

“Cuando los nazis vinieron por los comunistas, no dije nada; yo no era comunista.

Cuando encerraron a los socialdemócratas, no dije nada; yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron por los sindicalistas, no dije nada; yo no era sindicalista.

Cuando vinieron por mi, ya no quedaba nadie que dijera nada.”

 Si alguien  no es igual, todos somos esclavos; si alguien es explotado, todos somos explotados, si alguien es pobre, y tiene hambre y frío, todos somos responsables y cuanto más tenemos, educación, bienestar económico, más responsables somos de actuar contra estas injusticias. Si cerramos los ojos para no ver y hacemos oídos sordos para no escuchar el sufrimiento humano, estamos negando nuestra propia humanidad, nos estamos degradando y tarde o temprano individual o colectivamente pagaremos las consecuencias. Si alguien no es libre de actuar, decir y organizar. ¿Somos libres los otros?.

Belén Rico García

Socióloga. Directora del Área de Sociología de AEP.

Belén Rico

2 pensamientos en “MIGRANTES Y CONCIENCIAS

    • ¡¡¡Qué ilusión!!! al igual que las olas del mar nos traen los restos del naufragio de los sueños de muchos emigrantes, las palabras nos devuelven sanas y salvas a personas que creímos perdidas en el camino de vivir.
      ¿Qué te parece el poema «Mientras recorro las playas que no conozco» de Walt Whitman? yo lo escogería sin dudar.
      Me alegro tanto que hayas recalado en las costas de Arco Europeo!!!
      Bienvenido!!!

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