Rodolfo Llopis y la reforma educativa en Austria en entreguerras

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Rodolfo Llopis y la reforma educativa en Austria en entreguerras

Por Eduardo Montagut

Rodolfo Llopis tradujo el libro de Robert Dottrens, La educación nueva en Austria, el Imperio a la República, que publicó en 1928, aunque hemos localizado una edición de 1929. Llopis realizó en la traducción castellana un prólogo donde reflexionaba sobre los importantes cambios educativos que se habían producido en Austria en la profunda transformación que vivió el país después de la Gran Guerra, y justo un año y medio antes de que él mismo accediera a una responsabilidad política que le permitiera emprender la reforma educativa en la España de la Segunda República. Este libro trata del prólogo.

Llopis comenzaba su texto relatando el profundo cambio que se había producido en Austria a partir de 1919. Austria había terminado la Gran Guerra con una experiencia revolucionaria que había transformado el Imperio en una República federal democrática. Por otro lado, la extensión del viejo Imperio se había reducido considerablemente, como la población del mismo. Llopis resaltaba mucho la importancia de Viena, como ciudad y estado, dentro de Austria porque representaba con su población de dos millones de personas una “cabeza enorme” dentro de un Estado “raquítico” de seis millones de habitantes. La situación del país era muy dura, la República tuvo que hacer frente a un país verdaderamente deshecho, que había perdido sus zonas más ricas. Había hambre y miseria. En ese contexto, en las elecciones de febrero de 1919 ganaron los socialistas que, al llegar al poder fueron conscientes que había que rehacer un pueblo, salvar la revolución y consolidar la República. Para ello había que transformar la mentalidad de los austriacos porque hasta entonces habían sido súbditos, “servidores ciegos, obreros dóciles”. Ahora se necesitaban ciudadanos libres, obreros conscientes. Y esos hombres debían salir de la escuela. Por eso, la escuela, los maestros y la educación tenían que impregnarse de los nuevos “sentimientos” e ideales, y funcionar como instrumentos eficaces para forjar las nuevas generaciones.

La figura clave en la reforma educativa sería el ministro de Instrucción Pública, Otto Glöckel, que había sido maestro de primera enseñanza, y que había padecido, como afirmaba Llopis, bastantes persecuciones por sus ideas socialistas, llegando a ser expulsado de su carrera.

Glöckel creó inmediatamente una comisión de reformas, integrada por expertos, a quienes confió la reforma educativa en el país. Durante los diecinueve meses en los que estuvo en el Ministerio se pusieron las bases del cambio educativo, realizándose los primeros ensayos y redactándose los primeros programas escolares. Pero, antes, el ministro se había encontrado, según Llopis, con una organización educativa que calificó de plutocrática. La enseñanza superior solamente estaba al alcance de las clases altas, y era una enseñanza, en general, al servicio de la burguesía. El ministro quería acabar con estos privilegios, aunque eso le originó una fuerte oposición de los conservadores y de parte de la propia Universidad. Pero implantó la escuela media común, abrió la primera y segunda enseñanza a la capacidad, la vocación, al talento, colocando los primeros pasos para la escuela única, por la que tanto lucharían los socialistas españoles, entre ellos Llopis, en apreciación nuestra.

Otro problema era la falta de maestros (como luego tuvo que hacer frente la República española), pero también existía el divorcio entre la escuela y la familia, sin olvidar la desigualdad existente entre maestros y maestras. Estos asuntos fueron tratados y solucionados. El ministro se planteó como un objetivo preferente la educación de la mujer, pero también la formación de los maestros y maestras, estableciendo la importancia que debían tener. Contactó con los padres, y todo con el fin de que la escuela adquiriera un papel social fundamental.

Con la victoria conservadora en octubre de 1920 la obra de Glöckel quedó paralizada. Pero como la legislación austriaca daba mucha autonomía a los estados, Viena, gobernada por los socialistas, pudo llevar a cabo las reformas planteadas. Entre los protagonistas de estos cambios en Viena estaría el propio autor del libro que tradujo Llopis, Robert Dottrens, que había sido director de escuelas en Ginebra, profesor en el Instituto J.J. Rousseau y presidente del Bureau Internacional de Educación. Dottrens pasó seis meses en las escuelas vienesas, y de esa experiencia salió el libro. Debemos recordar que, además de lo que explicaba Llopis, Dottrens (1893-1984) fue un eminente pedagogo suizo muy preocupado por la educación individualizada.

Llopis relataba en el prólogo cómo el suizo explicaba el proceso educativo del niño en Viena, que arrancaba desde el mismo nacimiento, para lo cual se había creado la obra del “Bien Nacer”, continuándose en los Jardines de Infancia, Escuelas primarias, medias elementales y superiores, y escuelas complementarias profesionales, en lo que calificaba como el ensayo más serio de escuela única en toda Europa.

Pero Dottrens también explicaba en su libro todo lo relacionado con la pedagogía, que era lo que Llopis consideraba más interesante del mismo. En Viena se respetaba la personalidad del niño, su actividad y trabajo personales, al constituirse en el centro del trabajo escolar. No había horarios ni asignaturas, sino concentración de materias, tomando como base el estudio del medio.

Llopis terminaba elogiando el esfuerzo desarrollado en Viena, a pesar de las grandes dificultades de la posguerra, y que había sido la obra de un partido político que habría sabido identificar sus intereses de partido, sus intereses de clase con los intereses de la nación.

Hemos consultado el prólogo en el número 6208 de El Socialista del día 2 de enero de 1929.

Director del Observatorio de Historia de Arco Europeo: Eduardo Montagut

Profesor de Historia

 

 

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