EUSEBIO LUCÍA: PREMIO ARCO DE LITERATURA POLÍTICA 2014

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Buenas tardes a todas y todos los asistentes.

Si siempre es norma obligada el comenzar cualquier intervención en un auditorio agradeciendo al anfitrión su correspondiente invitación, mucho más ha de serlo en esta ocasión al ser convocados por el agradable imperativo de recibir la distinción que me habéis otorgado con la concesión del premio de “LITERATURA POLÍTICA”. Creedme si os aseguro que para alguien que junta palabras con la intención de que suenen bien, y además es un apasionado de la Política con mayúscula, constituye una enorme satisfacción verse laureado por la conjunción de estos dos términos. Y mediante ambos – LITERATURA y POLÍTICA – intentaré dar cuenta en éstas mis palabras de sincero agradecimiento a ARCO EUROPEO PROGRESISTA, como me apresuro ya a declararos públicamente. Esperemos que ellas, conformando su planteamiento, nudo y desenlace, sean también de vuestro agrado.

 

ACTO PRIMERO

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Veamos que da de sí la inmersión en el primero de los conceptos – la LITERATURA – para llegar al segundo – la POLÍTICA. Un buen prefacio para acercarnos a ella con tal destino final, pudiera ser el recuerdo de aquella famosa y rotunda frase quijotesca de “Bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquellos que dicen: ¡Viva quien vence!”. Es principio fundamental en el hidalgo manchego mantener las posiciones que considera adecuadas, aunque a menudo haya de asumir el ingrato papel del perdedor, mientras que al que lucha a diario por la supervivencia, como es el caso de su escudero, no le queda otro remedio que ir acomodándose con el ganador de turno. Incluso hay quienes se aposentan en el campo de éstos, sobre todo quienes, sin otro oficio ni beneficio que su puesto en el escalafón, se agrupan entre sí por la propia necesidad de subsistir cuando gira la veleta.

Una vez aproximados, y para facilitarnos el acceso al segundo y obligado término – la POLÍTICA –, pudiéramos encontrar un directo camino en el que nos ofrece aquella no menos famosa frase que la anterior, del don Juan de Mairena machadiano: “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. La objetividad, incluida la que nos sea crítica, ha de ser siempre defendida, sea quien sea el sujeto que la exprese.

Con aquella otra tercera máxima, quizás no tan famosa como las dos precedentes, pero igualmente determinante, del aristócrata, militar y escritor parisino del siglo XVII, François de la Rochefoucauld, de: “La adulación es moneda falsa que tiene curso gracias solo a nuestra vanidad, empobreciendo a quien la admite”, se habrá completado el trío fraseológico que me va a facilitar al acceso al segundo de nuestros términos de los que os he prometido tratar: la POLÍTICA.

Analicemos, en consecuencia, los conceptos expresados en las tres famosas frases: Adular es hacer o decir intencionadamente, e incluso inmoderadamente, lo que se cree que puede agradar al otro, pues no cabe duda que ser adulado, lejos de molestar, suele gustar siempre sobremanera. Incluso puede llegar a proporcionar tal grado de autosatisfacción al receptor que llega éste a fijarse más en el propio halago que en la persona del halagador. Aunque aquél llegase a hacerle a éste algún pequeño y cariñoso reproche por su exceso verbal, no deja nunca de pensar que, en el fondo, el halago es sincero y merecido.

Por el contrario, y enfrentada a la lisonja, nos encontramos con la crítica. En contraste con la adulación, cuanto más poder tiene el criticado, menor es el número de los criticadores. A nadie le gustan los reproches, y mucho menos a quienes les encanta ser adulados. Por eso les molesta la crítica, siendo para ellos conveniente alejarse de quienes la ejercen, por ser perjudicial para su vanidad y soberbia como receptores. No es por ello extraño que el criticado, al contrario que el adulado, se fije más en el crítico que en el reproche efectuado. Piensa que quien le critica es el porquero de Agamenón, por lo que repele su censura, simplemente por proceder de un ignorante o de un enemigo. Solemos ser muy dados a tratar como tal al que discrepa con nosotros, ignorándole como persona con quien hay que debatir, y que quizás de ese contraste de pareceres, hasta nos pueda sacar de algún error. Sin embargo, por desgracia, y a diferencia de lo que sucede con la adulación, el poderoso criticado jamás es benevolente con el crítico, y nunca piensa que puede ser verdad lo que le ha dicho.

Remar en la misma dirección no implica abandonar el pensamiento crítico, y hacerlo, sin más, siguiendo a los dogmáticos, fue siempre ir hacia la catástrofe. Para avanzar necesitamos abandonar todo lo que exija ese tipo de fidelidad que reclama matar la crítica, anulando a quienes opinan de distinta manera. El éxito necesita del pensamiento crítico complementario para analizar y evaluar los razonamientos, escogiendo así el mejor camino. Necesitamos siempre a los que opinan de manera distinta a la nuestra.

Pero, dejemos de momento la LITERATURA y demos el prometido salto hacia la POLÍTICA, con un somero repaso a la situación actual.

 

ACTO SEGUNDO

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Estamos iniciando un año que con total seguridad será citado en el próximo futuro con harta frecuencia. La nombradía del año 2015 será similar al de la muerte de Franco: 1975; el de la aprobación de la Constitución: 1978; la transformación del PSOE y la formación de los primeros ayuntamientos democráticos: 1979; o el del histórico triunfo electoral del PSOE: 1982. Además de que los ciudadanos sean ahora mucho más críticos, simplemente por encontrar una mayor facilidad e inmediatez para ejercerla, a través de su participación en las redes sociales o las tertulias en los medios. En cualquier caso, todas las previsiones parecen indicar que los próximos resultados electorales serán determinantes en cuanto a unas nuevas pautas que diseñen nuestro futuro marco político, social y económico, al menos para el resto de la década.

Parecen claros ya los augurios de que la derecha cuasi fascista gobernante no repetirá la mayoría absoluta de que goza actualmente, tanto en el conjunto del Estado como en casi todas las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. El hundimiento de sus figuras más destacadas, por clara demostración de incompetencias o delitos – presuntos o firmes – en sus respectivas gestiones, permitirá la contemplación de un panorama totalmente distinto al que hasta ahora nos ha venido acompañado desde el comienzo de la transición democrática. Todas las previsiones apuntan hacia un radical cambio en la nominación de las fuerzas políticas con representación parlamentaria, así como las escasas posibilidades de que los populares puedan gobernar en minoría, incluso ante la improbable posibilidad de que continuasen siendo el partido más votado. De ser cierto lo anunciado por los dirigentes socialistas, se puede dar ya por descartado un gobierno de coalición entre ellos y los populares que, en caso contrario, traería consigo el hundimiento total del socialismo hispano con el consiguiente abandono masivo de sus filas por parte de los militantes más comprometidos.

Aunque, si tal hundimiento se produjese, una buena proporción del origen de su causa sería debida al propio decano de los partidos españoles, por haber sido sus responsables incapaces de elaborar un relato claro y creíble, explicando y valorando lo que se ha hecho bien, por supuesto, pero señalando y reconociendo al mismo tiempo ante la ciudadanía y con manifiesta humildad sus notables yerros. Presentar propuestas creíbles para profundizar en los aciertos, pero asegurando enmendar los errores y establecer nuevos caminos en el giro radical que se pretende llevar a cabo, es un urgente y fundamental proceso para recuperar la credibilidad perdida. Eso dependerá de la capacidad política, del liderazgo y ejemplaridad de sus dirigentes, así como de la fortaleza y cohesión de la organización, y del renacimiento de sus ideas progresistas, claramente diferenciadas de aquellas políticas neoliberales tan firmemente defendidas por los últimos gobiernos a su cargo.

Se apunta asimismo la posibilidad de que una mayoría de izquierdas pudiera resultar ganadora de los próximos procesos electorales, aunque de manera manifiestamente dividida, lo que permite a la derecha mantener aún sus esperanzas de repetir gobierno. Ello a pesar de sus escandalosos incumplimientos programáticos y los casos de corrupción que protagonizan cada día, con la consiguiente alarma social y los fuertes destrozos en su credibilidad, por mucha publicidad que hagan de la pretendida recuperación económica. En cualquier caso, lo cierto es que el PSOE puede perder por primera vez su posición hegemónica en la izquierda española, que desde el inicio de la democracia viene manteniendo, ante el avance del fenómeno PODEMOS. De igual modo, el PARTIDO POPULAR puede sentirse directamente perjudicado en sus resultados electorales por el nuevo partido surgido del propio estrato social de sus votantes naturales: CIUDADANOS.

Precisamente por ello, la disputa por la primacía de la izquierda será durísima a la vez que fundamental, y en esta pelea el PSOE no puede perder la cabeza y el sentido común, ni renunciar a sus tradicionales postulados de más de 135 años. A PODEMOS no se le ganará con insultos, miedos, falsedades y menciones a experiencias políticas del otro lado del Atlántico o recordando a dictadores y décadas periclitadas y de difícil repetición en la actualidad en Europa. No debemos olvidar que el avance de PODEMOS se produce fundamentalmente por las carencias, limitaciones y errores del PSOE. Y mucho menos aún conviene olvidar, que ambos partidos se dirigen al mismo espacio electoral y que, por lo tanto, hay que pensar seriamente en futuros acuerdos progresistas con el propósito de garantizar la gobernabilidad en nuestro país. ¿Cómo vamos a posibilitar tales acercamientos si en nuestro camino de ida hemos destruido los puentes que vamos a necesitar en un próximo futuro, a base de insultos en ambas direcciones?

Necesario es también reconocer la paradoja de que los más eficaces propagandistas de PODEMOS son precisamente sus débiles y errados críticos, mientras que sus mejores detractores son, por el contrario, ellos mismos con sus dudas y vaivenes programáticos. Poco acceso se tiene a esta afortunada circunstancia, pero ¿es que los responsables socialistas, que se tiran a la yugular de aquéllos a la primera de cambio – en clarísimo error estratégico –, no se dan cuenta que coinciden exactamente en sus reprobaciones con las lanzadas por los populares, cuando su todavía mayor problema es su vinculación con éstos, según la mayoría de las encuestas de opinión dejan de manifiesto…?; ¿así demuestran a la ciudadanía que no son lo mismo que los cuasi fascistas gobernantes ?; ¿es que no se dan cuenta de que todavía no se han sabido hacerse perdonar el nefasto papel que protagonizaron con su ignorancia de la crisis económica y las primeras medidas aplicadas en su gestión, que abrieron el camino a las tremendamente regresivas que los actuales mandatarios están aún aplicando?; ¿es que no caen de una vez en la cuenta de que las elecciones del 20N del 2011 – ¡feliz idea la determinación de la fecha…! –, no las ganaron los populares, sino que las perdieron las candidaturas socialistas…?

En las dos últimas décadas se ha abandonado la línea de discusión interna, debate y contraste de pareceres que caracterizó al Partido durante sus 135 años de historia. El PSOE nunca fue un partido monolítico ni de unanimidades a la hora de articular las propuestas programáticas que exige una sociedad como la española, ni siquiera en los años de triunfo arrollador (1982 a 1986). Un partido democrático, vivo, progresista y de izquierdas no puede jamás alcanzar las unanimidades vividas a partir de la etapa de Rodríguez Zapatero. Sobre todo, porque una de sus principales características es el amplio espectro social que lo conforma, teniendo cabida desde el social liberalismo que en tiempos encarnaran Indalecio Prieto o Juan Negrín, hasta el socialismo radical que defendió Francisco Largo Caballero, pasando por el gradualismo del catedrático Julián Besteiro. Es necesario recuperar el concepto de partido de debate, no acomodado a ser eterno opositor al gobernante, donde los dirigentes alternan responsabilidades organizativas, sea cual sea el fruto de su gestión y obviando la rica diversidad que constituye el Partido Socialista.

Pero abandonemos la teoría, y refresquemos la memoria, por si pudiéramos sacar alguna conclusión positiva en estos delicados momentos: Como ya ha quedado expuesto, uno de los años decisivos en la historia de España y del Partido Socialista fue 1979, en el que cumplía éste cien años de vida, quedando consolidada la autoridad personal de Felipe González, a la vez que se introdujeron decisivas medidas para trasformar el viejo partido de militantes en un moderno partido electoral. Ahora bien: tanto los resultados obtenidos en las elecciones generales de marzo como en las municipales de abril, fueron desalentadores para sus estrategas. A pesar de que los de estas últimas se vieron transformados radicalmente por un pacto municipal poselectoral con el PCE (y a nivel local con otras fuerzas progresistas), que dio a la izquierda el control de los ayuntamientos de las principales ciudades de España, incluidas Madrid y Barcelona. La autoridad municipal de la izquierda abarcaba el 70% del país, que era tanto como decir 20 millones de españoles. Y ello, a pesar de lo renuentes que los socialistas se mostraban aún al recuerdo del comportamiento comunista durante la guerra civil, así como de la famosa carta condenatoria de Santiago a su padre, Wenceslao, por su participación en el golpe del Casado del final de la contienda bélica. Quizás tal acuerdo fuese posible gracias a que, tras la natural y dura pugna de la campaña electoral entre ambos partidos, que pretendían llegar a similar electorado, se habían reservado los puentes necesarios que permitiesen tal recorrido.

Incluso sería necesario recordar también el significativo hecho de que el brillante secretario general del momento, Felipe González, no quiso participar personalmente en las conversaciones con los comunistas sobre el acceso al poder municipal, aprovechando la coyuntura para visitar algunos países caribeños. Circunstancia que ya hoy nadie recuerda, habiendo permanecido únicamente en la memoria colectiva los beneficios obtenidos como consecuencia del citado acuerdo. Fue Alfonso Guerra quien protagonizó la pragmática negociación con Santiago Carrillo, cuidando mucho de evitar su interpretación como una reedición de aquel lejano Frente Popular de enero de 1936. Por el contrario, aquel acuerdo permitió no sólo tomar una importante responsabilidad en la administración de los recursos públicos, sino también evidenciar que el socialismo estaba preparado para gobernar España, lo que facilitó mucho la creación de una conciencia pública favorable para las elecciones legislativas futuras. A eso se le llama HACER POLÍTICA.

 

ACTO TERCERO

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Unamos por fin LITERATURA y POLÍTICA, regresando a la dicotomía inicial entre halago y crítica con dos frases y dos reseñas literarias más:

Sea la primera del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, en que señalaba que “El hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”, consejo que debería ser de permanente recordatorio para los que pretenden rodearse de personas supuestamente fieles, antes que de buenos profesionales de cada especialidad de las que necesiten. No cabe duda de que los primeros, a cambio de su inutilidad, no van a cuestionar nunca la pretendida autoridad del que manda, mientras que los indicados por el presidente como dignos de contratar, a cambio de su profesionalidad, podrían segar la yerba bajo sus pies, por lo que ha de prestárseles mayor vigilancia.

Pasemos finalmente a la del presidente español Manuel Azaña, en la que afirmaba que “No me importa que un político no sepa hablar; lo que me preocupa es que no sepa de lo que habla”. No sabía don Manuel cuando expresó así su temor lo que la moderna formación de comunicadores iba a suponer. Personas que saben hacer que suene bien lo que dicen (para el auditorio que les escucha), pero que no saben realmente lo que están diciendo (y quizás a su auditorio tampoco le preocupe demasiado saberlo, justo es reconocerlo). Algo así como el viejo truco del “¡Viva Cartagena!” para tratar de ganarse al público, que a menudo funciona. Sabido es que poco después de que el cantón de Murcia y Cartagena fuese derrotado por las fuerzas del estado central (1871), un cantante de ópera que actuaba en el teatro de esta ciudad estaba haciéndolo de pena, entre el descontento del público. Para que el murmullo creciente no se convirtiese en pitada y pataleo, el tenor se plantó en medio del escenario y, sin venir a cuento, gritó. «¡Viva Cartagena!» Como aún los sentimientos cantonalistas de los cartageneros estaban a flor de piel, el público estalló en vítores y una cerrada ovación.

¿Es que se es infiel porque se opine sobre la carencia de idoneidad de determinados asesores del máximo responsable, cuando lastran no sólo a quien les ha elegido, sino a la totalidad del conjunto de la organización?; ¿no se es más fiel haciéndolo y advirtiendo del error en la selección, que palmeando cualquier actividad del que manda, por equivocada que nos parezca?; ¿quién es más infiel, el que critica honradamente, o el que palmea por mero ejercicio de adulación?; ¿quién es más fiable, el que halaga sin freno, o el que alerta con sinceridad de los posibles errores?

Únicamente un niño se atrevió a gritar “¡El emperador va desnudo!”, cuando el monarca vistió aquella tela que tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo, ante la generalizada vanidad cortesana en el cuento de Christian Andersen. ¡Cuántos ven al jefe desnudo y callan su opinión, para consolidar su supuesta y cómoda confianza con él…!

O cuando, habiendo llegado el rey Lear a la vejez, decidió dividir el reino entre sus tres hijas y les pidió una declaración de sus sentimientos hacia él. Cordelia, la hija menor, ofendida por la desfachatez aduladora y la hipocresía de sus hermanas, le responde que su afecto es el que toda hija debe sentir por su padre, «tanto como debe, ni más ni menos» (acording to my bond, no more, no less). Ofendido por lo que cree es una falta de cariño, el rey deshereda a Cordelia, repartiendo su reino entre sus otras dos hijas, para compartir mensualmente su alojamiento en las casas de éstas. Sin embargo, los malos tratos que ellas le dispensan le provocarán la locura, siendo precisamente Cordelia quien le recoge de una choza del bosque para atenderle complaciente en su casa hasta su muerte.

Carlos Marx condenó el “aventurerismo revolucionario” en que los partidos se basaban para prohibir a la gente que pensase, se saliese de la disciplina y tuviese ideas propias. ¿Por qué no vamos a seguir alguno de sus consejos y condenarlo también?

Muchas gracias por vuestra atención.

 

Eusebio Lucía Olmos

Madrid, 29 de enero de 2015

Un pensamiento en “EUSEBIO LUCÍA: PREMIO ARCO DE LITERATURA POLÍTICA 2014

  1. Que bonitas tus palabras!!! que profundidad albergan!! a pensar se ha dicho!! gracias a los mensajes que nos empujan, como el tuyo, al párate y piensa que la historia te habla.
    Apelaste a nuestra sordera crónica y nuestra costumbre del olvido.
    Fue un placer disfrutar de tus palabras el día de la entrega de premios en vivo y en directo, pero más haberte conocido en persona y poder seguir tu rastro literario a partir de ahora. Espero con ansia la publicación del nuevo libro, conseguiste despertar la curiosidad del ratón literario que todos llevamos dentro.

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