“LA EDUCACIÓN, HOY”

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«LA EDUCACIÓN, HOY” 

Por Juan López. Inspector de Educación.

La Constitución Española de 1978, en su artículo 27.2, dice literalmente: “La Educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”.

Francisco Giner de los Ríos, explicando el espíritu y la práctica del proyecto de la Institución Libre de Enseñanza, en 1908, propone:  Una escuela activa, basada en el método científico, coeducadora, la mujer en pie de igualdad con el hombre, con liberta de cátedra y supresión de los exámenes memorísticos”.

Luis Gómez Llorente, diputado constituyente, 1979, afirma ” La enseñanza, como sistema de transmisión de saberes, controlada por las fuerzas dominantes, fue durante muchos años un instrumento de dominación, reproductor de un determinado modelo de organización social. Es ahora el momento de hacer de la Escuela una institución que, dando formación a las clases trabajadoras, sea un instrumento de emancipación”.

 Y es que la Educación tiene que ver con la sociedad que queremos. En la medida que queremos un determinado tipo de sociedad, así pensamos nuestro modelo educativo, nuestro sistema educativo.

Una sociedad darwinista, de sálvese quien pueda, basada en la selección de los mejores a partir de la superación de una carrera de obstáculos, exige un sistema educativo selectivo, centrado en el esfuerzo individual para superar continúas pruebas, conforme a una concepción piramidal de la sociedad.

Una sociedad, sin embargo, basada en la cohesión social y en la igualdad de oportunidades, que apoya a quien más lo necesita, para que no se quede en el camino. Una sociedad que lucha contra la desigualdad, como modelo de calidad de vida y de bienestar social, exige un sistema educativo inclusivo, que desde la educación infantil apoya al alumnado con más dificultades por sus capacidades personales u origen social, para que al final todos logren el objetivo de una Educación Secundaria Obligatoria, que por se constitucionalmente obligatoria tiene que estar pensada para todos y todas, de tal modo que todos y todas, logren los objetivos previstos para una formación común de toda la ciudadanía.

Si no queremos que nada cambie, hagamos que en la escuela nada cambie. Si queremos que algo cambie para mejor en la sociedad, hagamos que la escuela cambie para mejor.

De ahí la dificultad de un pacto político por la Educación entre progresistas y conservadores, porque los programas políticos tienen que ver con el modelo de sociedad a la que aspiran y en esto hay sustanciales diferencias entre unos y otros, que creen, además, en que la Educación es un instrumento fundamental para lograr la sociedad que quieren. Por eso, cuanto más ambiciosa sea una Ley de Educación progresista o conservadora más difícil será pactar los desacuerdos entre unos y otros.

No obstante, en mi libro recién publicado “Retazos de vida. Atando Cabos” Ed. Mestas 2022, en el Capítulo: “En busca del reclamado Pacto por la Educación” pg. 219 y ss, analizo los programas políticos de Educación del Partido Popular y del PSOE en las últimas elecciones generales,  y destaco, al menos, diez puntos importantes de coincidencia sobre: Autonomía de los centros educativos, Formación del profesorado, Estatuto de la función docente, Objetivos de la Formación Profesional, Reforma de las Enseñanzas Artísticas Superiores, Universalización de la Educación Infantil, Coordinación entre las Administraciones Educativas, Jornada escolar, Acceso a la docencia (MIR educativo) y Convivencia escolar (lucha contra el acoso escolar).

Pero es verdad que hay cinco grandes desacuerdos:

  1. a) Sistema educativo(selectivo o inclusivo), a mi juicio, el principal.
  2. b) Planificación de la oferta educativa o libertad de elección de centro.¿Puede anteponerse la libertad de elección de las familias a la responsabilidad de las Administraciones educativas de establecer la red de centros en función de las necesidades educativas de cada zona y que luego las familias soliciten plaza escolar y ésta se adjudique en función de un baremo objetivo, que dé prioridad a los más vulnerables, en lugar de seleccionar al alumnado por la capacidad adquisitiva de sus familias en centros financiados con fondos públicos?.
  3. c) La enseñanza de la Religión, de cualquier religión.¿ Debe formar parte del horario lectivo como una asignatura más o debe ser de oferta obligatoria por parte de los centros , pero voluntaria para el alumnado? ¿ Debe tener o no , materia alternativa obligatoria u optativa para el alumnado que no elija religión?.
  4. d) Las competencias del Consejo Escolar. ¿ El Consejo Escolar debe tener competencias ejecutivas o ser solo un órgano puramente consultivo, en relación con la organización del centro, su presupuesto económico y la elección de sus cargos directivos?.
  5. e)  La evaluación del sistema educativo y, en consecuencia, de los centros. ¿ Debe ser exclusivamente diagnóstica, para detectar sus deficiencias y dar respuesta a las mismas? ¿ O debe ser fundamentalmente clasificatoria, para que las familias sepan con transparencia cuáles son los mejores o peores colegios, y poder elegir en consecuencia?

Pero, sin embargo, cuál es, a mi juicio, lo esencial. Y en lo que todos nos podríamos poner de acuerdo.

Le escuché muchas veces al Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que “Somos lo que es nuestra Educación. Somos nuestra Educación” y creo firmemente que así es, como personas y como país.

Y probablemente la Cultura, como creación individual y colectiva, depende también de lo que es nuestra Educación.

Porque Educación significa conocimientos y valores, que nos permitan situarnos ante el mundo, ante la historia, ante la sociedad y ante nosotros mismos.

Porque Educación es comprender la profunda dimensión de la dignidad del ser humano, comprender que lo mejor que nos ha pasado en la vida es ser personas, merecedores todos y todas por igual de la misma consideración y respeto, independientemente del color de nuestra piel, de nuestro género o religión, de nuestro origen social o cultural, de nuestra imagen física, de nuestra edad o de nuestra posición coyuntural en la sociedad.

Educación es saber buscar la verdad, sabiendo también que las verdades no son la verdad, sino solo parte de la verdad y que nadie tiene nunca la verdad absoluta.

Educación es comprender hasta qué punto la felicidad es, sobre todo, una aventura interior, que tiene más que ver con lo que damos que con lo que recibimos.

Educación es saber que “frente a diez profesores y profesoras puestos de acuerdo, no hay alumno o alumna que se resista”. No digamos ya si, además, ese acuerdo alcanza a las familias.

El gran objetivo de la Educación es, a mi juicio, lograr que nadie se quede en el camino, porque quien se queda en el camino en el sistema educativo, es muy probable que se quede en el camino en la sociedad. Y cuantos y cuantas más se queden en el camino, tendremos una sociedad más dual, más desigual, más insegura, con menos cohesión social, con menos calidad de vida y más improductiva social y económicamente.

La tarea educativa es lograr ciudadanos y ciudadanas responsables y libres, críticos con su entorno y autocríticos consigo mismos. Libres de mitos, de los condicionamientos de frontera, personas capaces de pensar, de dudar, de soñar, de hacerse preguntas, de aprender por sí mismos, de ser ellos mismos y ellas mismas, criaturas únicas, irrepetibles, nacidas para ser útiles a los demás. Eso es para mí lo esencial. Ese es el enorme potencial axiológico de la Escuela y la base de su liderazgo ético en una sociedad democrática. “Sin una buena educación, es en vano esperar la mejora de las costumbres y sin la mejora de las costumbres, son ineficaces las mejores leyes. La apuesta por la mejor enseñanza para la juventud debe ser el sostén y el apoyo de las Instituciones y de la convivencia nacional” (Dictamen sobre el proyecto de Decreto de Enseñanza, de 7 de marzo de 1814, que desarrollaba el Título IX sobre “La Instrucción pública” de la Constitución de 1812).

Adolfo Aristarain, en su película “Lugares comunes”,  a través de su personaje principal, Fernando Robles, profesor de Pedagogía que da su última clase en la Facultad de Educación a los y las estudiantes del último curso de Magisterio, interpretado por Federico Lupi, les dice: “Pronto serán ustedes maestros y maestras. Tal vez el próximo curso lo serán. Tengan siempre presente que enseñar es MOSTRAR. Mostrar no es adoctrinar, es dar información, pero, dando también, enseñando también, el método para analizar, razonar y cuestionar esa información que se les da. Pónganse como meta enseñar a sus alumnos y alumnas a pensar, que duden, que se hagan preguntas. No los valoren por sus respuestas. Las respuestas no son la verdad. Valoren a sus alumnos y alumnas por las preguntas que se hacen y por las preguntas que les hacen. Hay una misión que quisiera que cumplieran, que yo espero que ustedes, como maestros y maestras, se la impongan así mismos, así mismas: despierten en ellos y ellas, en sus alumnos y alumnas, EL DOLOR DE LA LUCIDEZ. Sin límites. Sin piedad.”

CONFERENCIA EN LA MESA REDONDA SOBRE EDUCACIÓN Y CULTURA, HOY

Ateneo día 6 de junio 19:30 h.

Organizada por Agrupación Argüelles

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