La palabra y el bel canto (por ejemplo)
Por Pilar Úcar
Parece que esta expresión define el arte del canto según el estilo de la ópera italiana romántica afirma la RAE, a la que siempre acudo.
Si lo extendemos a la ópera en general sea de cualquier época, compositor, movimiento o país, podríamos pensar que se deriva algo ‘bello’ o ‘bonito’. Seguro que hay traductores que se rasgan las vestiduras por no mantener la expresión tal cual.
Y llama la atención que este género lírico, esta clase de espectáculo, tan bello o tan bonito no cale en la mayoría de público; algo de tramposo, pues, esconde el modismo lingüístico.
Hablamos de la preferencia e inclinación particular e intransferible de cada uno; para ello viene en auxilio el verbo “gustar”, de los más comunes y no sé si rentable en el discurso oral y escrito de tanto uso y desgaste. Cuando alguien profiere “me gusta”, inmediatamente nos vemos abocados a justificar, argumentar a “porquerizar” en una suerte de respuestas para calmar preguntas ajenas de curiosidad o de sorpresa.
Y su formulación en negativa todavía entraña mayor extrañeza: un “no me gusta” pone sobre aviso al otro, comienza la sospecha y la ceja enarcada -mínimo ademán facial- sin contar onomatopeyas y aspavientos.
A mí “no me gusta” la ópera, se llame bel canto o como quieran denominarlo. Y punto. Por muy rompedoras que sean la escenografía y la tramoya, innovadoras las arias y reiterados los bises, el virtuosismo del fraseo, y la técnica de la respiración diafragmática…no me gusta. No se necesita plasmar de otra manera, ni con eufemismos ni rodeos -para evitar tono desabrido, los malos gestos en el ojo ajeno-, el disgusto o la desavenencia y así mitigar ese sentido latente y solapado de culpa ante un certero “no me gusta”, por ejemplo.
OBSERVATORIO DE FILOLOGÍAY LENGUA ESPAÑOLA
Directora del Observatorio de Filología y Lengua Española: Pilar Úcar Ventura