La palabra y la opinión: cuestión de opinólogos
Por Pilar Úcar
Podríamos empezar definiendo en qué consiste ‘opinar’ y acudimos a la RAE -tan agitada en estos últimos días- para delimitar el término trasegado por unos y por otros, denostado y aplaudido, propiedad de todos y de casi nadie; leemos en el diccionario: juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo o de alguien; fama o concepto en que se tiene a alguien o algo. Si seguimos tirando del hilo como Ariadna, nos vamos a enredar en su trampa, porque una palabra lleva a la otra y a otra…y así acabamos construyendo una red lingüística inextricable, pero interesante, eso siempre.
Por lo tanto, partimos de sinónimos que tal vez aporten luz: estimar, juzgar, creer, decir, afirmar, asegurar, dictaminar, entender, sostener.
Comprobamos que la sinonimia absoluta no existe, y a partir de un vocablo buscamos el más aproximado y así enjaretamos una cadeneta idiomática. Pero, ¿qué es opinar? Cuestión de opinólogos. En nuestra sociedad, se aplica este concepto a la persona que trabaja en un medio de comunicación opinando sobre diversos temas en los que no es necesariamente experta. Quizá ahí radique la clave que nos permita el esclarecimiento: poco hay que saber para expresar cierto juicio, parecer, sentir convencimiento, criterio, voz, veredicto, voto, sentencia, dictamen, convicciones, informe, idea…Cristalino: hoy en día opinólogos somos todos, sepamos o no, en la mayoría de casos desplegando una exhibición de ignorancia contumaz y superlativa, doctores en opinión y profesionales del punto de vista, capaces de expresar su opinión aun cuando nadie la pide.
Porque, en definitiva, nadie es opinólogo, es decir, el estudioso de las opiniones ajenas.
Opino que si alguien quiere plasmar su opinión y sacudirse el matiz peyorativo que acompaña a dicha profesión impostada, utilice las palabras opinador, opinante.
Dedicado a Rosa Amor del Olmo
DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA
Directora Pilar Úcar Ventura