La palabra… tan “japimente”. ¡¡Cuánto adverbio en -mente!!
Por Pilar Úcar
A poco que pongamos el oído en los medios, salta el -mente por doquier: a todas horas, sea o no reportero, presentador, experto, analista, opinólogo, tertuliano… quien dé la crónica o transmita un diagnóstico, comente tema de actualidad, juzgue chismes, vaticine futuros; todos ellos y también los ideólogos y docentes, personal de a pie y yutuber de pro. El -mente se nos ha colado en nuestra vida y nadie sabe cómo ha sido o sí, pero algo resulta cierto: no hay forma de deshacerse de él; que no digo yo que haya que clausurarlo y dejarlo en barbecho (aunque igual, sí), pero constato que el inconveniente de su uso, es el abuso, como todo, parece que en la medianía, o sea, no en la grisura, sino en el punto medio está la virtud, nos recuerdan los clásicos.
Aburre tanto -mente que poco aporta al discurso oral y a la escritura profesional, literaria, afectiva o mediática casi nada. Se ha convertido en una apoyatura, en un latiguillo con pretensiones de cultureta e intelectualoide: enhebrar unos cuantos, aturde y distorsiona el hilo de la conversación, por ejemplo.
Y yo me pregunto: ¿desde cuándo los españoles estamos “extremadamente enfermos”?
Mis estudiantes me contestan que están traduciendo extremely, del inglés, y yo me parto la caja (expresión trasnochada, lo sé). Como mucho, al ir a la consulta del médico, decimos: “estoy muy mal o súper mal” y punto; perdón, ahora ya no se lleva el punto, se dice y se escribe “fin” aunque sigamos hablando; paradojas lingüísticas a las que hay que sumarse rápidamente (o sea, con rapidez) si no queremos perder el carro de la comunicación rabiosamente (¿con rabia?) actual.
Ojalá a partir de esta reflexión, los adverbios en -mente no campen a sus anchas.
FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA
Directora Pilar Úcar Ventura