La palabra y …” buena letra”
Por Pilar Úcar
En no pocas ocasiones hemos dicho y escuchado la expresión: “despacito y buena letra” y teníamos muy claro que no se trataba de escritura sino de cuidado y esmero en la ejecución de algún menester.
Eso de la “buena letra” tiene su enjundia y su miga “estética” porque al fin y a la postre se trata de caligrafía, de escribir ¿bien? ¿con corrección?, vamos, para que se nos entienda. ¡Qué importante resulta el envoltorio! Una carcasa delineada y sin salirse de la pauta.
Nada que ver con la expresión tan antigua por extemporánea de “tiene letra de médico”. Ahora los facultativos teclean con dos dígitos en el ordenador no solo síntomas y diagnóstico, sino también el tratamiento que aparece reflejado en nuestra tarjeta electrónica.
Me malicio que, como pacientes, éramos incapaces de comprender todo lo que nos explicaban -de forma oral- acerca de nuestro estado físico y anímico.
Hace pocos días se celebró el día internacional de la caligrafía y desde este observatorio defiendo la importancia de la escritura amanuense, lápiz en ristre para los párvulos, -qué felices se mostraban al superar el nivel del grafismo del trazo grueso y fino al uso del boli, por todo lo que favorece el aumento de concentración, orden y armonía en el desarrollo de quien la practica; la caligrafía ayuda a la coordinación visual, al incremento de la memoria y a facilitar la claridad mental.
Sin desterrar la técnica, sin prescindir del sonidito o soniquete de los dispositivos actuales que pueblan nuestras aulas, la buena letra supone un reflejo de la personalidad propia en continua evolución. Lev Vygotsky, destacado psicólogo y fundador de la Psicología histórico-cultural, lo atestigua con sus atinados estudios ad hoc.
Además, escribir con buena letra invita a la creación e incentiva la creatividad.
FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA
Directora Pilar Úcar Ventura