La palabra y los refranes: «Hombre refranero…”
Forman parte del acervo cultural, de tradiciones populares, de nuestro lenguaje.
Todos sabemos unos cuantos, y allá donde nos parece “endilgamos” uno o más, completos o inacabados; ocurre como con la comida rápida o la bebida dulce: crean adicción y ya puestos, enjaretamos todo un rosario de cuentas, eslabones de una cadena hasta el hartazgo.
Y es que a nuestro refranero le encajan a medida muchas etiquetas: anticuado, machista, sabio, aldeano, ejemplar, reaccionario, divertido, polémico, difícil, sorprendente…ya se sabe que las palabras y la rima, las metáforas y la moraleja suponen una breve lección morfosintáctica, a veces acertada y en otras ocasiones, aburrida por conocida y por desconocida, que de todo hay.
“A quien madruga, Dios le ayuda”, “cuando en marzo mayea, en mayo marcea”, “más vale pájaro en mano que ciento volando” o “allí donde fueres, harás lo que vieres”, por ejemplo, constituyen un compendio de máximas vividas y experimentadas, ojo avizor, un manual de autoayuda, un ramillete de sentencias de todo pelo y pelaje.
La persona que gusta de sazonar su conversación con alguno de ellos, es observada con cierto recelo y no pocas sospechas por parte de miradas capitalinas, llenas de ínfulas de superioridad.
Verdad es que los refranes suponen creatividad, síntesis, sonoridad y buena dosis de realidad, a la vez que enjundia, filosofía de vida mediterránea, idiosincrasia propia de nuestro país. Auténticos mecanismos lingüísticos para su empleo en según qué actos comunicativos: registro idiomático familiar, estilo coloquial, conversación entre próximos. Lo acertado, siempre, en su justa medida.
Cuando queremos traducirlos a otros idiomas, vemos la cara de pasmo de los extranjeros al intentar acomodarlos a su lengua. Ahí radica lo genuino de cada cultura: difícil trasladar todo un saber, un vivir, toda una historia y acoplarla a hechuras extrañas.
FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA
Directora Pilar Úcar Ventura