NEOCAPITALISMO Y PSICOANALISIS

TOSHIBA CAMCORDER

PROBLEMÁTICAS HUMANAS Y SOCIALES ANTE LA CRISIS

Es frecuente escuchar en los medios de comunicación informaciones que nos hacen sentir que estamos en una situación de crisis. Un ejemplo de este tipo de noticias sería: Los trabajadores de una conocida empresa se manifiestan: La empresa ha sido comprada por otra empresa extranjera y no solo se enfrentan a la reducción de plantilla sino que no saben que será de ellos, aun dentro de la empresa y de quien van a depender.

Se ha producido una metamorfosis en el sistema capitalista desde el capitalismo industrial al neocapitalismo. Esta metamorfosis fue anticipada por Jacques Lacan en su seminario XVII “El reverso del psicoanálisis” donde teorizó sobre los discursos y nos habla del paso del discurso del Amo al discurso capitalista. El capitalismo tiene dos siglos, la ciencia tres y el psicoanálisis uno. Pero la noción de discurso capitalista, para nosotros los psicoanalistas tiene fecha precisa. Es una producción de Lacan en el año 1970. Fue producida dos años después de los eventos de 1968 de Francia y finalmente queda como discurso añadido a los cuatro del seminario XVII y reescrito en “Radiofonía”.

Lacan definió los discursos como un tipo de lazo social, pero el discurso capitalista deshace los lazos sociales, fragmenta los lazos sociales.

El neocapitalismo es heredero del capitalismo, pero constituye una realidad distinta de este. Se trata de otro orden económico y otra realidad social. La diferencia es que el capitalismo explotaba, pero el neocapitalismo domina. Su dominación ha desbordado la sola producción y se ha extendido al consumo y la información. La estrategia reformista de las fuerzas anticapitalistas ha sido superada por la revolucionaria estrategia neocapitalista de la integración. Ya decía Lacan con razón hace ahora 40 años que el discurso capitalista era enloquecidamente astuto: Homogeniza a los sujetos y sus goces bajo un único régimen. La astucia es que transforma al proletario en un sujeto que consume y que consume plus de goce que no hace mas que agrandar el agujero de la propia consumición. Ej: Cuanta más coca cola tomamos mas sed se tiene. Se toma coca cola porque se tiene sed. Pero la coca cola produce sed. El propio producto consumido es el que vuelve a crear el deseo por consumir ese producto. Circuito imparable, infernal y astuto. El consumo del objeto de deseo no hace sino abrir la brecha de su insatisfacción. Cuanto más se satisface el goce, mas se abre el agujero de la pérdida. Se impone como discurso dominante. La sociedad engendrada por el neocapitalismo unifica a sus miembros en insolidarios consumidores. Mas que producirse para el consumo se consume para la producción. Se crea una oligarquía tecnoburocrática marginando a la población a un papel de ejecutantes de las decisiones de otros. Son oligarquías de poder y riqueza las que dominan a una masificada población consumidora y consumida como objeto social manipulado, alienado y utilizado como ejecutantes de las decisiones de otros.

La crisis actual demuestra la constante amenaza para la estabilidad del planeta del discurso capitalista, que sería una voluntad de goce técnicamente instrumentalizada. Dispone como ejercicio soberano de poder el “estado de excepción”. Sería para los psicoanalistas el “al menos uno” que no está regido por la castración. Y aquí vemos la intervención de un complejo militar financiero que ningún organismo mundial puede regular en su voluntad de goce. El ciudadano deja de serlo, se vuelve defensor de la preciosa  burbuja que lo aísla y protege de una alteridad indiscutible. Las reglas de juego democrático no metabolizan el miedo y por otro lado la gestión, administración y producción de miedo está presente en la política del llamado occidente desarrollado. Hay amenaza constante pero sin estabilidad del planeta: África destruido, el mundo árabe colapsado, Asia capturada por la enfermedad, el este sin solución estructural ¿podría ser Latinoamérica la novedad política del siglo XXI?.

Como os decía antes…¡La visión del problema dada por Lacan hace 40 años se cumple!: Fragmentación de los lazos sociales.

Y es que cuando Lacan desarrolla el discurso capitalista el mundo no era lo que es hoy. Era un mundo todavía binario con los dos sistemas Este-Oeste, el muro de Berlín no había caído, la guerra fría no había terminado. Había dos bloques y el marxismo como ideología seguía vivo. Ahora han desaparecido los bloques, estamos en el triunfo total de la globalización y de la ideología subyacente al capitalismo: Es la ideología del beneficio a cualquier precio, que durante años fue un poco vertiginosa en si misma, pero que ya no lo es y parece no tener límites porque es una ideología idealizada en nuestra cultura donde se admira a la gente que rápidamente obtiene mas beneficio que los demás. El sujeto liberal burgués de antaño reprimía sus deseos inconscientes y gracias a ese autocontrol dominaba su libido. Pero en nuestras sociedades postliberales ya no hay ley o prohibición que justifique ciertos autocontroles libidinales. Existe una imposición a ceder a la tentación en bien de un consumismo feroz. Los medios de comunicación y la publicidad contribuyen a ello. Existe el imperativo de ¡Goza!. Es en muchas ocasiones un goce estúpido que lleva a la búsqueda de placeres supuestamente saludables y normales. Las relaciones humanas se enturbian con esto y el utilitarismo va mas allá de las cosas para llegar a las personas. Los líderes políticos toman conciencia de esto y dirigen desde arriba un control de la conciencia de las masas. Es un intento de captura del inconsciente a través del control social, en lugar de que como pretende el psicoanálisis volver a los sujetos conscientes de su inconsciente.

Hay un mandato interno  que impone una exigencia de gozar: Desaparecen los ideales de privación o las exigencias superyoicas de renuncia al goce. El imperativo por el contrario es ¡goza aquí y ahora! Donde todo es posible o al menos eso parece. Todos los campos de la vida y la actividad humana han devenido consumibles. No solo los objetos, sino los vínculos humanos, las aspiraciones, las antiguas virtudes, la salud, la justicia, el amor. Todo puede ser metabolizado, transformado en objeto de consumo.

Lacan antes del discurso capitalista habló del discurso del Amo. En el discurso del Amo el saber hacer del esclavo producía los plus de goce, es decir produce para el Amo los productos de lo cotidiano: comida, confort, manejo de la casa, armas para la guerra. Todos los productos utilizados que ordenaban los goces eran producidos por vía del saber hacer del esclavo en la antigüedad. El Amo antiguo es alguien extraviado respecto a su deseo propio ya que el deseo es colmado por los plus de goce del esclavo. Sin embargo los sujetos del capitalismo tienen una apetencia tremenda por los gadgets, los plus de goce del capitalismo. Los sujetos son explotados sin darse cuenta por los gadgets, ya no son explotados por el Amo sino por los productos.

El capitalismo produce, por medio de las técnicas científicas los objetos estandarizados, normalizados que se imponen a los gustos de una cantidad cada vez mayor de sujetos del consumo y se venden en cantidades importantes. Y se excluye de entrada toda referencia a la individualidad del consumidor. La ropa X le dice la publicidad es totalmente para usted. ¡Y está obligado a creerlo!. Está impulsado a adherirse subjetivamente a una difusión de objetos. Esta adhesión compromete a su yo, la instancia con que se representa imaginariamente y ello de la manera más superficial. Los objetos son de todos los tipos. Estos gadgets dan a entender algo sobre la subjetividad contemporánea y por ello interesan al psicoanálisis. El gadget aparentemente marcha y funciona y crea nuevas imágenes y funciones que se imponen inmediatamente a sus usuarios. Es difícil escapar a la fascinación de esa funcionalidad: Teléfonos móviles cada vez mas sofisticados, iphones, agendas electrónicas, nintendos, psp, wifis, videos, CDS, ordenadores, televisores ultra computarizados. Ellos dictan las leyes con su presencia y funcionamiento. Nos dominan y lo vemos cada vez que en el funcionamiento de nuestro mundo ocurre una avería y no hay electricidad. Nuestros ordenadores dejan de funcionar y la calefacción igual y no hay luz para leer. El sujeto que parecía mandaba en la producción está perseguido por esta, instrumentalizado y amenazado. Su condición de objetos automáticos ayuda a crear una ilusión de autocontrol y control del entorno y el dominio de lo imprevisible.

La producción de gadgets no sería posible, vimos, sin la ciencia. Son objetos de consumo masivo en el discurso capitalista. La ciencia coloca “gadgets en los dientes” en lugar de aquello que nos falta. Encubriendo lo que nos falta con una cortina de humo tecnológico.

La crisis de la que os hablo es el reconocimiento de que la ciencia y el capital mandan.

Están la cuestión del deseo y el goce: De los gadgets medios de goce. La literatura de  ficción contaba que estos objetos podían tener acceso a un goce propio. A una vida afectiva particular. Parece que la ciencia cada vez piensa mas en eso. Recordad que en la película Blade Runner basada en la obra de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” se desarrolla un nuevo tipo de robot llamado nexus  un ser virtualmente idéntico al hombre y llamado replicante. En la película entre Deckard, el cazador de androides y Ráchale comienza a surgir algo que no se sabe lo que es. La ficción sugiere una confusión. Un goce impropio del sujeto y confundido con el goce de los objetos. En la película vemos un mundo en que la tecnología es omnipresente. Los vehículos spinners sobrevuelan la ciudad, existen videoteléfonos a modo de cabinas, se pueden crear animales y órganos a medida, el esper es un sistema fotográfico súper avanzado y la máquina Voight-Kampff es capaz de distinguir replicantes de humanos mediante un test de empatía. En la historia de Blade Runner se emplea la tecnología como contraste para indagar  en la pregunta definitiva: ¿en qué consiste realmente el ser humano?. Llamativo en la película el papel de Sebastián el ingeniero que desde su soledad construye robots que son sus únicos amigos.

En los años 70 se decía que el discurso capitalista era variedad del discurso del Amo. Pero era porque aun predominaba la ideología marxista de la pareja proletario-capitalista. El dúo capitalista-proletario era la versión moderna, científica y técnica del Amo y el esclavo antiguo. Pero Lacan ya vaticinó en los 70 que no había pareja que definiera el discurso capitalista. Veámoslo. A Lacan le interesa la plusvalía, concepto complejo en Marx. El trabajo produce valor y una parte de ese valor que no es pagada se llama plusvalía. De esta parte se apropia el capitalista y engorda el capital, pero no es usada para el goce del capitalista. La idea de Marx es que la plusvalía es el objeto al cual apunta el deseo del capitalista, y así roba al proletario. La plusvalía será la causa que anima el deseo del capitalista. Marx utiliza la teoría de la plusvalía para desarrollar la conciencia de clase: Transmitir a la clase de los trabajadores, los proletarios, la idea de que la plusvalía no es pagada. Que es robada a los explotados. El capitalismo les roba. La plusvalía sería algo perdido en la tesis de Lacan, perdido por razón de robo. ¡Y objeto a recuperar!.

TOSHIBA CAMCORDER

Pero la plusvalía es causa del deseo de toda una economía. Deseo compartido del capitalista que se apropia y del proletario que quiere recuperar. La pulsión causada es la misma: Aquí hay un solo sujeto. No hay ya el capitalista y el proletario. Está el sujeto beneficiario de la plusvalía. Ahora lo vemos. Son los sujetos adictos a los plus de goce gadgets creados por la reinversión de aquella plusvalía.

La actual abundancia es equivalente a la producción de una falta que se agujerea cada vez mas en los individuos. Como ya dije antes ahí es donde Lacan vio la astucia del discurso capitalista, y es que transforma el proletario en sujeto de consumo.

Este es, en mi opinión, el regalo envenenado que se encuentra en unas democracias que envuelven esta situación, democracias a fin de cuentas controladas, que ceden a determinados imperativos globalizadores de la economía de mercado. Lógica desilusión en aquellos a los que aun nos queda la capacidad de reflexión y pensamiento, pero entendible también esto sobre la base de este discurso tan astuto que domina el mundo.

¿Existe límite a esta situación?. ¿Contradicción o límite interno?. ¿No es el neocapitalismo un fetiche a modo de espacio de supuesta felicidad sin límites?.

Según Lacan la pureza del discurso capitalista conduciría a una destrucción de la especie. Afortunadamente en las formaciones sociales intervienen otros discursos. No hay discurso puro.

Lacan invoca el discurso del Psicoanalista como posibilidad de salida del discurso capitalista. En todo caso remitiría a una salida uno por uno. El problema es como formar un colectivo o una voluntad colectiva política que a parte de esa salida del uno por uno pueda operar a partir de una lógica de lo colectivo marcada por el discurso analítico, o sea una política que incluyera el discurso del psicoanalista. Este es un discurso subversivo y en tanto tal liberador. El saber está colocado en el lugar de la verdad y el analizante esta ocupando la posición de decir y por ello de desear. El sujeto dividido del inconsciente tendrá que asumir su propio deseo, no el deseo impuesto por el Otro donde estaba alienado.

Es difícil, tal vez utópico, pensar que podamos actuar sobre el campo de la mundialización del discurso capitalista, en las formaciones sociales y en los estados. La desgracia es que el neocapitalismo campa a sus anchas en el interior de muchos, imposibilitando a menudo la percepción de su injusticia. El neocapitalismo domina anónimamente.

El tipo de ser humano capaz de prosperar en estas condiciones de inestabilidad y fragmentación debe manejar las relaciones sociales y a sí mismo a corto plazo, pasando de una tarea o otra, de un empleo a otro. La consigna es improvisar, empezar de nuevo cada vez. En cuanto al talento, éste hoy se entiende, en la ideología empresarial del nuevo capitalismo, estrictamente como habilidad, como la capacidad de desarrollar nuevas habilidades, de explorar capacidades potenciales según las demandas del momento. Nada de involucrarse a fondo, ni formular problemas, ni mucho menos de pensarlos. No interesa la experiencia vivida o acumulada. En las nuevas empresas los servicios prestados no prometen ni mucho menos garantizan un lugar futuro en las instituciones.

Lo que piden es un trabajador que funcione como un consumidor al uso, es decir que ávido de cosas nuevas, descarta rápidamente los bienes viejos, aunque todavía utilizables. Pero la gente necesita a menudo un relato de vida que le sirva como sosten de la experiencia, se enorgullece en un sano narcisismo de su habilidad para algo específico y valora las experiencias por las que ha pasado. Esto es contrario a las necesidades del neocapitalismo donde se espera de los trabajadores un comportamiento ágil asumiendo un riesgo tras otro. Se ajusta a una sociedad impaciente, ávida por el cambio y orientada por el rendimiento rápido. De ahí que haya también un colectivo cada vez mayor de trabajadores que frente a estos nuevos imperativos se sienten deprimidos y como que han quedado a la deriva El trabajo considerado tradicionalmente un elemento estabilizador en la vida del ser humano, es ahora por principio inestable. Ha sido despojado de sus antiguos fundamentos éticos y políticos. Las batallas del pasado por los derechos de los trabajadores dieron lugar a algunas conquistas y obligaron al capital a negociar derechos que están hoy a punto de diluirse. El valor del trabajo en el capitalismo actual ha perdido su importancia. El neocapitalismo que viaja liviano y con su portátil puede ahora desvincularse, si no del todo esa es la tendencia, de las pesadas negociaciones con los Estados y los sindicatos. Los trabajadores o la fuerza de trabajo se convierten en un detalle menor.

¿Podríamos soñar con que el discurso analítico fuera un arma mas de la revolución ante esta dramática situación de dominio del feroz neocapitalismo y de su discurso consecuente?. En cualquier caso si esto fuera así este arma debería en mi opinión poder ser colectivizada.

Paradójicamente en nuestro medio y tiempo actual asoma un discurso del nuevo amo en el que se retoma una figura de la autoridad que trataría de corregir los efectos nefastos del discurso capitalista vía religión, retorno a los valores, la tradición etc. Ante esto, nosotros los psicoanalistas ofrecemos esa salida del uno por uno, pero también volviendo sobre lo colectivo, interviniendo como aquí hacemos en los grupos o asociaciones donde se nos permite participar, ya sea vía política, vía saber, vía transdisciplinaria, vía intelectual por medio del pensamiento crítico. En la época de Lacan esto se producía. En la nuestra en mi opinión cada vez menos.

Es difícil ir contra las nuevas nupcias del capital y el plus de goce mientras empalidecen las figuras del trabajador y del ciudadano.

He tratado de mostraros que la sociedad de nuestros días valora a sus miembros primordialmente como consumidores, no como productores, esa es la diferencia esencial.

Lo que importa ahora es el control de cada individuo sobre su propio presente desligado de toda causa común o colectiva. El imperativo “Nada a largo plazo” termina por corroer la lealtad, la confianza y el compromiso mutuo. El yo ideal da forma a la figura por excelencia hoy: El consumidor. Todos los campos de la vida y de la actividad humana han devenido consumibles. El neocapitalismo como lengua de fuego que se expande lo engulle todo. Todo puede ser transformado en objeto de consumo, en plus de goce.

Es verdad que el discurso capitalista como un circuito cerrado no parece favorable a hacer manifestarse el inconsciente ni sobre todo a elaborar el inconsciente como un saber. Pero podemos pensar que la posibilidad de movilidad del inconsciente esta siempre presente, por eso la responsabilidad de los psicoanalistas. Es obvio que el psicoanálisis y el discurso analítico que lo sostiene no se avienen al discurso capitalista. La salida no es hacer desaparecer el capitalismo. Estamos locos si pretendemos eso. La salida se sitúa en el ámbito de producir un deseo llamado deseo del analista que no es el deseo causado por la plusvalía que gobierna el mundo. Treinta años atrás había una libertad de palabra que ahora ha desaparecido. Ahora cada uno debe cuidar lo que dice porque puede tener una persecución y un juicio dependiendo en que marco las palabras caigan. Incluso en los grupos aparentemente mas progresistas pueden suscitar ciertas palabras aires de revolución  si se ha hablado claramente de algo que no se debería hablar y por eso muchos callan y no hablan. Ahí se produce la degradación del saber del psicoanálisis también, en el mundo de las terapias enteramente dedicadas al servicio del discurso capitalista.

Que exista el “al menos uno” que pueda tomar la palabra, que arriesgue una verdadera enunciación. Esto es lo que aparentemente se hace más infrecuente hoy en día. La inspiración psicoanalítica puede siempre colaborar en hacer surgir la dignidad de la existencia.

Yo como psicoanalista digo, para finalizar, ¡Basta! A un tipo de goce basado en el vértigo de un consumo forzado por el discurso capitalista.

Alfonso A. Gómez Prieto

 

3 pensamientos en “NEOCAPITALISMO Y PSICOANALISIS

  1. Excelente!! es positivo que se vea la relación entre el pensamiento del uno a uno individual y la psique personal junto a su implicación social y política. Olvidarlo es un error.

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