AMAE: EL PODER DE LA DEPENDENCIA EN LA MADRE JAPONESA

AMAE: EL PODER DE LA DEPENDENCIA EN LA MADRE JAPONESA

Cristina Jarque

Fragmento de la conferencia que se impartirá en octubre y noviembre en Japón.

Lacan realizó dos viajes a Japón, el primero en 1963 y el segundo en 1971. En su conferencia en Tokio en 1963, Lacan comentó lo siguiente:

«En cuanto a mí, no creo ser escuchado por ustedes, y lo que se ha dicho sobre el tema es solo un modo de sentir que, a pesar de mi esfuerzo por llegar hasta allí, no creo que haya un oído para escucharme.».

En esta cita, Lacan expresa su preocupación de que sus ideas no fueran completamente comprendidas o apreciadas por la audiencia japonesa. Lacan destacó que el uso del lenguaje en Japón está imbuido de una sensibilidad a los matices y jerarquías sociales, algo del orden de lo colectivo, lo que influye en cómo se perciben y se interpretan las palabras. Este enfoque contrasta con la visión subjetiva del lenguaje en la cultura occidental, donde el discurso se centra más en la expresión propia. El inconsciente en Japón opera dentro de un marco cultural y social que enfatiza la armonía, la dependencia emocional y la expresión indirecta.

Estas características culturales influyen en cómo se manifiestan los deseos y conflictos inconscientes, creando una experiencia psíquica que puede diferir de la de las culturas occidentales. No obstante, Japón vive actualmente una etapa de modernización y de globalización. Estos cambios están influyendo en cómo se conceptualiza y se experimenta el inconsciente en la sociedad japonesa. En muchas familias japonesas actuales, la sexualidad femenina suele estar ligada a expectativas de pureza y modestia, con una fuerte valoración de la virginidad antes del matrimonio. La promiscuidad de una hija puede generar desaprobación y vergüenza tanto para ella como para su familia, ya que el comportamiento sexual que se desvía de las normas tradicionales puede considerarse una amenaza al honor familiar.

Las mujeres, en este contexto, son frecuentemente objeto de expectativas sociales que controlan su conducta sexual, y la presión por mantener una imagen de «pureza» puede ser abrumadora. La culpa por el comportamiento sexual, especialmente cuando se sale de estas normas, es algo que muchos japoneses experimentan, ya que la sociedad enfatiza la conformidad y la armonía social. Esta culpa no solo está dirigida hacia la persona que se desvía, sino también hacia la familia, que puede sentir vergüenza colectiva. Sin embargo, con el tiempo, las actitudes han comenzado a cambiar, especialmente en las áreas urbanas, donde hay una mayor apertura hacia la libertad sexual femenina, aunque los estigmas todavía persisten en muchos sectores.

El psicoanalista japonés Takeo Doi desarrolló el concepto de «amae» en su influyente obra «The Anatomy of Dependence» (1971), donde propuso una teoría única sobre las relaciones interpersonales y la psicología en Japón. La palabra «amae» proviene del verbo japonés «amaeru», que se refiere a la actitud de depender afectivamente de otra persona con la expectativa de que esa dependencia sea aceptada o tolerada. «Amae» describe la necesidad de ser amado y cuidado de forma indulgente, algo que comienza desde la infancia y tiene repercusiones en la vida adulta. Takeo Doi comenta que esta dependencia es, principalmente en el vínculo con la madre. Una madre japonesa, al adherirse a las expectativas culturales de alta protección y control, puede causar importantes estragos en sus hijos. La sobreprotección puede limitar la autonomía y el desarrollo de habilidades de afrontamiento, impidiendo que los niños aprendan a manejar desafíos por sí mismos. Las altas expectativas y la presión por cumplir con los estándares familiares y sociales pueden generar ansiedad y estrés en los hijos. Además, la tendencia a suprimir la expresión individual en favor de la conformidad puede afectar la autoestima y la identidad personal de los niños.

Finalmente, el énfasis en el «amae» (dependencia emocional) puede llevar a adultos que luchan por desarrollar independencia y relaciones saludables. En términos generales (a nivel cultural) los japoneses actuales intentan liberarse del yugo de madres que evitan la comunicación abierta con los hijos (en temas sexuales, por ejemplo) enfatizando la pureza y la modestia como valores primordiales, lo que acarrea culpabilidad y vergüenza ante el deseo sexual, en ambos géneros. Uno de los problemas más intensos (y que genera culpabilidad extrema) es la demanda que hacen muchas madres japonesas para que los hijos se conformen con las normas impuestas por la sociedad en aras de la armonía.

Las expectativas sociales y familiares sobre el comportamiento «apropiado» pueden ser impuestas de manera muy estricta, reforzando la idea de que la sexualidad debe ser reprimida para mantener la reputación y el honor familiar. En algunos casos, una madre japonesa puede causar varios daños en sus hijos al imponer una estricta represión emocional y sexual. La sobreprotección y las altas expectativas pueden limitar la autonomía y la capacidad de enfrentar desafíos, generando ansiedad y baja autoestima. La falta de comunicación abierta sobre temas importantes puede llevar a confusión y sentimientos de culpa. La presión por cumplir con las normas sociales puede inhibir la expresión propia y el desarrollo personal. El énfasis en la conformidad puede afectar la capacidad de los hijos para desarrollar su subjetividad porque hay un énfasis vital en la armonía y la dependencia dentro de la colectividad. Esto impide que pueda surgir el deseo propio. En mi opinión, Japón es uno de los desafíos actuales para el psicoanálisis, entre otras causas, porque con la globalización, la población japonesa empieza a abrirse a nuevas ideas y nuevas posturas ante el lenguaje y ante el deseo.

Otro problema a destacar en la cultura japonesa es que debido a que tienen el mandato de aparentar que todo es armonía, niegan muchos problemas. Es el caso, por ejemplo del machismo y los feminicidios que son temas complejos porque actualmente hay un incremento en la violencia hacia las mujeres, y lo más preocupa es el hecho de que en Japón, debido a la apariencia y el estigma social, no existe apoyo para los sujetos maltratados. Estos son, en mi opinión, algunos de los desafíos que tenemos hoy en día, para reflexionar juntos, entre oriente y occidente, el psicoanálisis en Japón.

Psicoanalista en Toledo, España,

Fundadora y presidenta de LaTE (Lapsus de Toledo).

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