Cuba y sus problemas

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Tiene Cuba problemas de todo tipo. País del tercer mundo al fin, de escasos recursos naturales, sus niveles educacionales y de salud pública hacen más valioso su tesoro mayor: su pueblo. La isla tiene por delante el gran reto de actualizar los causes democráticos mediante los cuales la diversidad de su gente pueda vehiculizase como participación efectiva real  de su empoderamiento y desarrollo cívico. Ese es, sin dudas, un gran problema que no debería dejarse como rezago irresoluto a las nuevas generaciones: debe labrarse ya entre todos.

Pero además hay dificultades con la vivienda, el transporte terrestre y marítimo, la red vial nacional, las infraestructuras, las capacidades de alojamiento turístico, las finanzas, la producción industrial y agropecuaria, el derecho y los derechos, en fin, una larga y casi interminable lista para todos los gustos. También para todos los disgustos.

Hoy hay, sin dudas, más oportunidades para la inversión extranjera que hace una década o hasta tres años. Tal vez su ubicación geográfica – y su geopolítica -, así como los pasos en pos de la normalización con Estados Unidos anunciados el 17 de diciembre de 2014, le hagan más atractiva. No es, por sí sola, un gran mercado, aproximadamente 11, 2 millones de habitantes mayormente de ingresos insuficientes lo atestiguan. Mas como plataforma del intercambio comercial multiregional hacia un mercado mayor, el norteamericano, centroamericano y el sudamericano, le hace recobrar valor. Los beneficios de ellos redundaran en un estado de bienestar mejor para el pueblo cubano; no para unos cuantos.

Si a los 11, 2 millones de residentes se le suma una posible población flotante – turista – de más menos 5 ó 6 millones de visitantes con ingresos superiores, entonces el atractivo del país, en términos económicos y gananciales, podría aumentar. En Cuba se podrían facturar a menos costo productos que hoy se elaboran con un alto valor añadido en EE. UU., hacia donde podrán ser exportados con alta rentabilidad. La mano de obra cubana es relativamente barata y altamente calificada o con muchas facilidades para su recalificación.

La total dependencia del vecino del norte hasta 1959, y la posterior hasta 1990 del este europeo comunista, casi mayor que la primera,  dejaron al país dos veces sumido en el final de un callejón de complejas, inconvenientes  y accidentadas salidas.

Diversificar la inversión extranjera y la participación foránea en la economía nacional, por cierto de carácter abierta, es una estrategia del gobierno cubano asumida desde mediados de los años noventa. Es ahí donde europeos, asiáticos y, sobre todo, latinoamericanos, tienen su mejor ocasión. Esa ventaja extra norteamericana se enfrenta ahora, luego del 17-D, a una carrera y competencia más aguda: los USA, por el momento, siguen perdiendo tiempo y terreno con sus políticas de embargo y mente caduca, aunque una parte relevante del empresariado norteño se ha percatado del craso error e intenta acelerar la incursión de sus intereses en la isla. Hoy hay en EE.UU. una mayoría favorable a la normalización con Cuba.

La normalización plena de relaciones, para la cual el gobierno de Cuba estima indispensable el fin del bloqueo/embargo, demorará; atraviesa complejos intereses sembrados desde hace 50 años y una mentalidad que no se cambia por decreto en ambas orillas. Pensar en un retorno al pasado pre revolucionario es quimérico; pero las quimeras siempre han sido las barreras que imponen los fracasados para cuestionar los avances del futuro.

Como ya dije, abrir puertas y ventanas demostrará qué era o no pretexto y hará reflotar los errores internos en la conducción del país. Ello será, como ya está sucediendo, base de un cambio de pensar en la ciudadanía cuyas penurias siguen ahí, a la orden del día. Tampoco provocará una revolución contra la Revolución.

Duele sí, a los de dentro ver cómo la sociología comienza a oscilar en medio del relajamiento de la tensión que fue el acero de  la cohesión; y a los de fuera, cómo el país cambia, lentamente, y con él las relaciones Washington-Habana, mientras algunos quedan anclados en un pasado ya sin futuro aunque la normalización sufra altas y bajas en dependencia de cuál pueda ser el inquilino de la Casa Blanca y qué intereses estén en juego.

Las responsabilidades son compartidas, pero sin dudas el futuro será por entero del pueblo cubano que sabrá crecerse y a la vez ser libre y soberano. Nadie lo dude.

Julio Antonio Alfonso Fonseca

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