«Pateando» Madrid: El tridente Barroco

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Entre las reformas urbanas de la periferia madrileña impulsadas por los Borbones en el siglo XVIII destaca el trazado de un perímetro verde de paseos arbolados en torno a Madrid, obras iniciadas en el reinado de Fernando VI y continuadas en el de Carlos III. Se trata de un conjunto de paseos periféricos que se extendían por el norte desde la puerta de San Bernardo a la de Recoletos, obra de Francisco Nangle, o por el sur, en dirección al Manzanares, con trazado en tridente.

Son paseos en tridente, que buscan potenciar las perspectivas e incorporan el paisaje dentro aún de un espíritu barroco. Se trata de anchos paseos que discurren en línea recta flanqueados por hileras de árboles. Los del sur bajaban desde las puertas de la cerca hacia el río en pendiente y sobre taludes que salvaban el accidentado terreno.

El Tridente Barroco (también conocido como patte d’oie). Es el cruce de tres caminos en la glorieta de Atocha (Madrid) que se compone del paseo de las Delicias, el paseo Santa María de la Cabeza y la Ronda de Atocha. Estas tres calles se definen en el siglo XVIII mediante su similitud con un tridente (trívium). Su definición conforma el urbanismo del distrito de Arganzuela.

El modelo para estos trazados en tridente los encontramos en Roma, donde se desarrolló esta tipología viaria en las remodelaciones de la época de Sixto IV a partir de la Piazza del Popolo. Pero también podemos encontrar tridentes en Versalles, donde tres grandes avenidas parten de la plaza de armas del Palacio y atraviesan el pueblo, o en Aranjuez, con las calles de la Reina, del Príncipe y de las Infantas, que confluyen junto al Palacio Real.

El tridente madrileño no es un elemento ordenador de la trama urbana, como en Roma, ni estructurador del jardín, como en Versalles, sino que se extiende a través de una zona periférica, entre la ciudad y el Manzanares. La originalidad del trazado madrileño radica en que el tridente organiza un espacio rural periurbano y está destinado al paseo y la perspectiva en un ámbito de recreo y esparcimiento públicos. El plano de Tomás López nos ofrece una magnífica imagen en donde refleja a la perfección la intersección de estos dos grandes triángulos.

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El crecimiento de la ciudad y el avance tecnológico hizo que aquella zona semirural se convirtiera en un lugar de expansión y ensanche por excelencia. En 1857 el arquitecto e ingeniero Carlos María de Castro recibió el encargo de realizar un estudio de proyecto de ensanche de la capital, propuesta que fue aprobada por un Real Decreto el 19 de junio de 1860. El arquitecto planteaba un ensanche que conservaba en su zona sur el tridente proyectado durante el reinado de Carlos III, una serie de paseos que respetaban los árboles que ya existían desde casi un siglo antes. Los nombres de las calles son testimonios del antiguo carácter paisajista de la zona: Pontones, Ocho Hilos, Chopera, Acacias, Delicias, etc.

El viejo tridente de Carlos III va a servir para albergar un barrio que estaba destinado a equipamientos industriales y viviendas para obreros, destino que exigía además hospitales, hospicios, cárceles, cuarteles y otras construcciones de servicios, como mercados y mataderos.

Los tendidos ferroviarios, que desde 1851 hacían de esta zona de Madrid la gran puerta de entrada desde el sur, ayudarán a consolidar su expansión como barrio industrial.

En la imagen del plano de Ibáñez Ibero se puede comprobar la conexión ferroviaria entre las primeras estaciones madrileñas Príncipe Pío y Atocha, así como el trazado de las Rondas que Castro desarrolló para el proyecto del ensanche. Esta evolución urbana se inició en 1851 con la construcción de la estación de Atocha y, dos años después, con la del Norte; entre una y otra se edificaron estaciones secundarias y apeaderos, Delicias (1880), Peñuelas, Paseo Imperial. A lo largo del tendido ferroviario los solares disponibles fueron ocupados por la industria, así como por los servicios de aprovisionamiento y almacenaje de Madrid, además de acoger el alojamiento de la masa obrera que trabajaba en la zona.

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En la actualidad el antiguo carácter obrero e industrial ha dado paso a una nueva imagen urbana del barrio. El tridente ya no es una zona periférica, ya que desde la segunda mitad del siglo XX la ciudad ha crecido más allá del ensanche, saltando el río.

Las viejas construcciones de fábricas en muchos casos han servido para albergar instituciones culturales y representativas de la nueva sociedad. La proximidad al Paseo del Prado y los nuevos usos la han revalorizado convirtiéndola en una prolongación del eje cultural y monumental de Prado-Recoletos.

La disposición de las grandes construcciones, como la estación de Atocha, y los viales del tridente, permiten establecer una serie de recorridos que van mostrando la transformación y los nuevos usos de esta zona.

Con el presente articulo he querido empezar una serie de ellos sobre la zona sur de Madrid,que muchas veces es la gran desconocida y hay que revindicar que “el sur también existe”.

Ana Pulido

Arco Europeo Progresista

 

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