“Es humano”… y eso, ¿qué significa?

“Es humano”… y eso, ¿qué significa?

Por Pilar Úcar

Pudiera parecer una de las partes de aquella frase sentenciosa atribuida a algún clásico de campanillas, o a algún filósofo heterobásico: errar es de humanos, perdonar es divino y rectificar es de sabios. Hoy dedicaré estas líneas a la cantaleta rutinaria de “es humano…” con un deje de conmiseración hacia el otro, encaramado al pedestal del paternalismo, de alguien avezado vital y experimentado, que se sale del cuadro y pretende “sensatamente” relativizar enseñando, mejor, adoctrinando: un menda lerenda que todo lo sabe; y además, condescendiente, “perdona y entiende, comprende y acepta” parece decirnos, o, tal vez solo se trata de un pasota que ni se implica ni se compromete. No le afecta ni en la dermis ni en la epidermis de paquidermo el frío o el calor. Se escuda en ese “es humano” para justificar todo y a todos.

No es cometido de quien suscribe la dirección de este observatorio de Filología y Lengua española establecer juicios morales ni adjudicar criterios éticos a actitudes y comportamientos humanos, pero considero pertinente hacer referencia a este estribillo que lo mismo vale para un roto que para un descosido: en las relaciones laborales, en los encuentros afectivos, en situaciones familiares. “Es humano” hace referencia a las debilidades, defectos, carencias de toda persona -humana, por supuesto- y bajo dicho paraguas o excusa, auténtico subterfugio de oratoria, se disimulan compromisos y responsabilidades hacia nuestros iguales, humanos todos, está claro. Si por homo sapiens se entiende primate de capacidad intelectual desarrollada para la abstracción, introspección y comunicación de cierta complejidad, repetir “es humano” destapa nuestra propia fragilidad y la insistencia en la torpeza, el tropezar una, dos y tres veces en la misma piedra. Del mismo pelo: “Qué le vas a hacer, olvídalo, no le des importancia…” fruslerías del lenguaje.

FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra y el significado de «es mi opinión»

La palabra y el significado de «es mi opinión»

Por Pilar Úcar

Cada vez que alguien profiere esa expresión, conviene ponerse en guardia.

Como filóloga, considero que se trata de una trampa retórica, un subterfugio del emisor que viene acompañado de otros clichés al uso: “no estoy seguro”, “quizá me equivoque” (sin olvidar colocar un tono de voz entre melifluo y teatral).

Si además se añade el adjetivo “humilde”, la actitud de impostura y el artificio lingüístico son mayúsculos. Y si sumamos el adverbio “solo” la amenaza está servida. En definitiva, quien se presenta con esa suerte de “buenismo conciliador” refleja una ignorancia supina y una completa falta de implicación; son advertencias que en el fondo destilan un tufo de superioridad y conminación, con el deseo de evitar posible choque o cierta confrontación frente al receptor en todo acto comunicativo; se anula la réplica, porque confunde la veracidad con la información. “Solo es mi humilde opinión” consiste en un juego irritante del pelo: “no he estudiado nada, no me lo sé” o “solo traigo notas sin hilvanar para mi conferencia”… falacias genuinas de estudiantes y profesores que exhiben una falsa modestia al comprobar el sobresaliente del alumno en el examen o el éxito de la disertación.

Pero, “sin ánimo de molestar a nadie” otro cliché detestable, qué hay de malo en expresar la opinión de esta manera: “yo creo, pienso, considero, incluso el coloquial “según yo” tan correcto y tan denostado. De ahí a “¿es que no puedo opinar?”, solo un paso. Y la guinda: “no tengo opinión sobre eso”; con un palmo de narices nos quedamos ante el completo desinterés e indiferencia. Propongo tranquilidad: no todas las opiniones valen lo mismo y ni tan siquiera la mayoría son dignas de tenerse en cuenta.

¡Ay! Si nos leyera Kant…otros juicios nos cantarían.

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra de la realidad y de la ficción

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La palabra de la realidad y de la ficción

Por Pilar Úcar

Cuando alguien asegura que la realidad supera la ficción, no resulta difícil suponer que el cruce de una dimensión se puede lograr con tan solo chasquear los dedos; por arte de birlibirloque, nos transportamos de nuestro mundo tangible al de la invención, del material a la alegoría, y a partir de aquí, surge la posibilidad ¿real? de construir castillos en el aire, de fabular y alcanzar el nivel de la “pamema”, según muchos, por lo de hiperbólico de dicha fase, de este nuevo estado próximo a rozar el cosmos con su sistema solar incorporado y el vaivén de una y otra galaxia. Se origina una suerte de confabulación astral con una finura mixtura o mejunje de física y química en el que el tiempo -¿inexistente?- se diluye, y de nuevo necesitamos anclaje terrenal que nos devuelva a la existencia tocable.

Muchos sinónimos para dos situaciones que no le son ajenas a la existencia humana: lo inasible inquieta, lo palpable también. El tacto, y el resto de sentidos, entran en estado de alerta por si perdemos pie ante la atracción de lo inasible, de lo que se resiste a ser aprehensible.

Si a la ficción añadimos los prefijos “micro” y macro”, trascendemos el universo propio y personal: nos salimos de nosotros mismos, como en un juego de espejos para alcanzar lo inmanente y lo exógeno; del ombliguismo a la otredad, de nuestra realidad planetaria a otros mundos posibles -con seres incluidos-; en definitiva, la pequeñez observada a través de un microscopio o la magnitud de la lente telescópica. Finitud y límites que circundan la eternidad del universo.  Se conjugan en estas líneas, fingimiento e ilusión, efectividad y verdad. Un auténtico jardín léxico, un bosque conceptual, y, hoy, filosófico, incluso.

Sic parvis magna.

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra del …. ¿relator? Mucha terminación en -or

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La palabra del …. ¿relator? Mucha terminación en -or

Por Pilar Úcar

Me malicio que solo quienes andan metidos en faena jurídica saben de qué hablamos al oír la palabra tan traída y tan llevada durante estas últimas semanas: ‘relator’: letrado que hace referencia de los autores o expedientes en los tribunales superiores (RAE dixit); y también se puede apuntar este otro significado: ‘persona que relata o refiere una cosa’; así pues, fácilmente llegamos a concluir que cualquiera se convierte en un relator (no sé por qué me viene a la imaginación de inmediato el término velocirráptor -Fundéu dixit-), es decir, aquel que relata, refiere o cuenta su fin de semana, su nuevo puesto de trabajo o sus próximas vacaciones, por ejemplo.

Ahora bien, conviene decidir si el relato se va a efectuar a la manera de los narradores orales o bien como lo efectuaban fehacientemente al dictado antiguos copistas amanuenses, porque para relatar no solo hay que observar sino también conocer, y de ahí plasmar, es decir, expresar con justeza y ecuanimidad ya sea por vía oral o de forma escrita.

Como viene siendo costumbre en este Observatorio de Filología y Lengua Española, busco sinónimos del término en cuestión y doy con los siguientes: ‘facilitador, mediador garantizador’ y me surgen sospechas (siempre insisto en que la sinonimia absoluta no existe) de que nos estamos alejando del sentido primigenio que aporta la institución encargada de fijar, limpiar y dar esplendor a nuestro idioma.

Hay algo claro: se trata, en definitiva, de un acto comunicativo en el que emisor y receptor (mucha desinencia en -or), se encuentran en un ¿mismo? contexto, emplean un código ¿similar? y completan un mensaje ¿común? basado en hechos ¿consensuados? que desean debatir para lograr y resolver un acuerdo en lid, según intencionalidades personales e intereses políticos.

¡O tempora o mores!

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Directora Pilar Úcar Ventura

 

Atinar con la palabra adecuada: cuestión de perspectiva…

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Atinar con la palabra adecuada: cuestión de perspectiva…

Por Pilar Úcar

A Virginia, con todo mi cariño

Cuando alguien se rompe los maléolos del pie izquierdo, inmediatamente pienso: ¿¡qué!? Y no por ignorancia del tecnicismo, sino porque la rotura de cualquier hueso del cuerpo humano supone… supone…ahí viene la enjundia de mi artículo.

En anatomía, el maléolo se define así: “apófisis redondeada de la tibia y el peroné a cada lado de la articulación del tobillo”, y yo me imagino esos huesecillos curvos que a modo de trípode permiten el encaje de la articulación entre el pie y la pierna. Más allá de mi coloquial y, sobre todo, personal interpretación de dicho término, hoy me planteo si calificar a esa fractura de “contratiempo”. Acudo al diccionario de sinónimos y aparece toda una familia léxica al respecto: ‘percance, desgracia, contrariedad, accidente, problema, daño, desastre…’ Le doy vueltas a algo que ya sabemos: la sinonimia absoluta no existe, pero en mi interior eso de “contratiempo” se queda corto, cortísimo. Elegante, sí; mesurado y comedido, también. No sé si influye en mi cavilación la sospecha de lo que puede suponer una intervención quirúrgica, el posoperatorio, la rehabilitación…

Quizá por nuestra idiosincrasia cultural, mediterráneos apasionados y “aspaventeros” de serie, hiperbólicos y enfáticos, se ajusta más a tal circunstancia -lamentable, sin duda- “faena” y diré más, “putada”. Ahora bien, todo es referencial y relativo. En este caso, la lengua es rica en matices, significados y significantes y la posibilidad de elegir la palabra atinada y certera, depende del emisor, de su cultura, de su experiencia personal, de su carácter y de la intención comunicativa dirigida al paciente sufridor de tal eventualidad.

El dominio de un idioma consiste en dotar a nuestras expresiones lingüísticas de objetividad y subjetivismo; en toda interacción social dejamos parte de nosotros y las palabras son testigos de nuestra propia personalidad.

(Gracias, Susana)

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Directora Pilar Úcar Ventura

Catrina tiene la palabra, pero… ¿y sus guantes?

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Catrina tiene la palabra, pero… ¿y sus guantes?

Por Pilar Úcar

Arremangada y sin estola, la calavera grita desconsolada a voz herida. Su pamela por el suelo desprendida de todo empaque propio de una dama ataviada según patrones victorianos.

¿Qué ha sido de su apostura? ¿De su belleza cadavérica y de su elegancia portentosa?

Salones de baile, danzas y piruetas, compañías masculinas, miradas de admiración…no veo sus guantes de terciopelo que enfundaban mano de hierro; sin escarpines ni enaguas de seda; su cara, con los cuévanos oculares en llamas, acude, puntual, por estas fechas a recordarnos nuestra condición de mortales. De carne y hueso, sí, como ella, hecha esqueleto, pura osamenta cubierta por carnes tolendas otrora.

Catrina se mueve con dificultad, anquilosada de tanto horror, sin tregua para respirar, muda de repente, rota por la barbarie…

La fiesta cede al dolor, la alegría a la miseria y el bullicio callejero se ve inundado de humo y polvo.

En este valle de lágrimas…parece escuchar que salmodia alguien atemorizado por la masacre humana.

Hace unos meses, preparaba sus mejores ropajes para compartir la fiesta de los difuntos.

El mundo no está para juergas, solo para llorar a inocentes, y sentir pena rabiosa y rabia iracunda. La sinrazón campa a sus anchas, domina la hidra mitológica que todo lo engulle sin misericordia ni compasión. Hemos perdido el oremus. Catrina espantada se despieza, se rompe por todos sus costados, no hay forma de alinear sus articulaciones que no encajan en este cuadro mortal inesperado.

Un paisaje apocalíptico, en plena distopía actual, se erige sobre su escuálida figura ahora transida de aflicción e ira lacerante; auténtica pesadilla real.

Con el ánimo desmadejado y sus manos sarmentosas intenta consolar y ¿perdonar? el absurdo del ser humano: aspiraciones, ansias y deseos, pura inmundicia que cubre espacios destinados a vivir ahora camposantos lúgubres sin flores ni vida trascendental.

Catrina se da la vuelta, despavorida, incapaz de continuar su viaje.

Crispa los puños y percibe la frialdad de sus huesos… los guantes, ¿dónde están los guantes?

Se lleva una mano al cuello asfixiado sin aire jubiloso; el oxígeno se lo han robado, y su estola, que tanto la abrigaba, ahora ha dejado a su garganta desprotegida; algo oprime sus venas congeladas sin fluido escarlata y con el músculo cordial arrancado. Meditabunda y entristecida decide regresar a otros lares, confiar y esperar.

Catrina vuelve a recuperar su atavío original; sincera y transparente musita: “¡¡paz!!” para los vivos, que de los muertos me encargo yo.

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Directora Pilar Úcar Ventura

 

 

La palabra y… contigo pan y cebolla

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La palabra y… contigo pan y cebolla

Por Pilar Úcar

Me malicio que eso de la cebolla era antaño; ahora algo de chicha para meter entre pan y pan, mejor. Son los nuevos tiempos, las nuevas circunstancias.

Nuestros padres y abuelos nos recordaban en más de una ocasión que el matrimonio es una lotería y que sobre todo había que aguantar y resistir, callar y comprender.

Alguien me pregunta qué significa el verbo “desenamorar” y de ahí al “castañazo” van solo algunos años. Anécdota, real -por cierto-, al margen, asisto como invitada al rito católico, apostólico y romano del sacramento matrimonial y analizo fórmulas lingüísticas de dicha liturgia protocolaria: “yo te recibo… yo me entrego… te prometo…, en la prosperidad y en la adversidad, todos los días de mi vida serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad… amarte y respetarte; recibe esta alianza” (¿en qué dedo? por supuesto, en el anular, pero, ¿de la mano derecha o de la izquierda? “Estas arras te doy en señal de matrimonio”; trece arras, ese número fatídico y simbólico, doce de oro y una de bronce, los doce meses más uno, doce comensales en la última cena más uno…Madre y madrina, padre y padrino, testigos, cuantos más mejor, y testigas que aquí el lenguaje inclusivo exige desglose.

Si hacemos pragmática y revisamos el contenido argumental de las anteriores expresiones, el estrés y la ansiedad afloran sin remisión; pero sobre todo amor y más amor rezumando por los cuatro costados del recinto eclesial y por la dermis y epidermis de los contrayentes. Enumeraciones asindéticas, paralelismos literarios, metáforas e hipérboles, paradojas y contrastes en una ceremonia larga o escueta, a gusto de la clientela, clichés y antítesis por doquier. Si rascamos la estructura superficial, la estructura profunda nos devuelve al auténtico idioma.

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra, la gente y el “gentrío”

TOSHIBA CAMCORDER

La palabra, la gente y el “gentrío”

Por Pilar Úcar

Callejeando por París, me acuerdo de Madrid y pienso en Barcelona también…

De inmediato me viene a la cabeza un nuevo término de más o menos reciente acuñación; se trata de gentrificación que la RAE lo consigna así: ‘renovar una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, mediante un proceso que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de mayor poder adquisitivo’; del inglés gentrification que deriva del sustantivo gentry (‘alta burguesía, pequeña aristocracia, familia bien o gente de bien’).

No sé si me equivoco, pero me malicio que gracias a, o, a pesar de la influencia mediática se ha ido transformando el auténtico sentido de dicho vocablo que tiene sus correspondientes en francés (gentrification), alemán (Gentrifizierung) o en portugués (gentrificação), por ejemplo.

Y la derivación ha culminado en el palabro que hoy titula mi artículo: de mucha gente, gentío, de tanta población acumulada en un espacio reducido y céntrico, “gentrío”.

¿Por qué no? Somos hábiles en destilar matices de una palabra y sobre todo en crear otras nuevas y lo digo con experiencia en mis propias carnes, en mis propios pasos que recorren calles y más calles capitalinas. Al observar con los ojos de la cara y de la inteligencia, se aprecia un cambio de costumbres: los hábitos de antaño ceden a otros actuales: despoblación del casco urbano de las ciudades y vuelta a poblarlo, pero con otro aspecto “remozado”: hoteles a cascoporro, habitaciones compartidas, pisos turísticos, bloques para visitantes coyunturales…los habitantes originarios, los de toda la vida, salen de sus moradas como alma que lleva el diablo para “facilitar” la ocupación de un nuevo relleno.

Creo que se asocia la gentrificación con la multitud, con la muchedumbre como un panal en continuo pulular. Una suerte de “renovada” población.

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Directora Pilar Úcar Ventura

Metodologías innovadoras: transformando la motivación del alumnado

ARCO EUROPEO TECONOLOGÍAS E INNOVACIÓN MOTIVACIÓN DE FONDO Imagen de Ajay kumar Singh

Metodologías innovadoras: transformando la motivación del alumnado

Por Rosa Amor

En la era de la información y la tecnología, la educación se encuentra en constante evolución. La motivación de los estudiantes es un aspecto crucial de un sistema educativo efectivo, y en este artículo exploraremos cómo las metodologías innovadoras están emergiendo como una solución para fomentar un aprendizaje más motivador y significativo.

Como sugiere Alfie Kohn (1999), en Punished by Rewards conocido autor y experto en pedagogía, ya avanzó en su momento que «La motivación surge de la necesidad de sentirse competente y de crecer, a menudo más que de la recompensa externa. Las metodologías innovadoras se centran en nutrir esta necesidad interna de los estudiantes.»

El rol de la motivación

La motivación es la fuerza impulsora que enciende la pasión por aprender. Sin motivación, el proceso educativo puede convertirse en una tarea desafiante tanto para estudiantes como para docentes. La falta de interés en el aula puede llevar a un bajo rendimiento académico y, en última instancia, a la deserción escolar. En este sentido, las metodologías tradicionales de enseñanza, basadas en la repetición y la memorización, a menudo tienen un efecto negativo en estudiantes desmotivados y desconectados. Sin embargo, como Sir Ken Robinson en El elemento, descubrir tu pasión (2014) experto en creatividad y educación, afirma: «La creatividad y la motivación son inseparables en el proceso de aprendizaje. Las metodologías innovadoras permiten que los estudiantes exploren su creatividad y se sientan motivados por sus propias ideas.»

En el aprendizaje basado en proyectos (ABP), los estudiantes asumen un papel activo en la búsqueda de soluciones a problemas del mundo real. Este enfoque proporciona un propósito claro para el aprendizaje y fomenta la motivación intrínseca, muy cerca de las UDI unidades didácticas integrada o SA situaciones de aprendizaje que recomienda la Lomloe. El aprendizaje cooperativo, como menciona John Hattie en Visible Learning: A Synthesis of Over 800 Meta-Analyses Relating to Achievement reconocido por su investigación en educación, promueve la colaboración, lo que puede ser altamente motivador al permitir que los estudiantes trabajen juntos para alcanzar metas comunes.

El papel de la tecnología en la motivación:

La tecnología se ha convertido en un aliado poderoso en el aula. Plataformas en línea, aplicaciones educativas y simulaciones interactivas catapultan el aprendizaje a nuevas alturas. Estas herramientas no solo hacen que el aprendizaje sea más atractivo, como lo sugiere Sugata Mitra, experto en tecnología y educación, sino que también permiten a los estudiantes explorar conceptos de manera visual y práctica. La tecnología nos lleva igualmente a un aprendizaje más personalizado. La personalización es la clave para mantener a los estudiantes motivados. Como Daniel Pink, autor de «Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us,» plantea: «La motivación intrínseca, la que surge de hacer algo porque es interesante, desafiante y gratificante, es fundamental para el aprendizaje significativo. Las metodologías innovadoras fomentan la motivación intrínseca.»

Sin embargo, a pesar de estos avances, existen críticas y preocupaciones. Como Carol Dweck, conocida por su trabajo en el desarrollo del crecimiento, Self-theories: Their Role in Motivation, Personality, and Development (Essays in Social Psychology) destaca: «El enfoque de mentalidad fija o de mentalidad de crecimiento desempeña un papel importante en la motivación. Las metodologías innovadoras pueden fomentar una mentalidad de crecimiento al permitir a los estudiantes enfrentar desafíos y errores con confianza.»

Las evidencias sobre metodologías innovadoras configuran una referencia fundamental y están desempeñando un papel crucial en la transformación de la educación y en la motivación del alumnado. Si bien no son una panacea, ofrecen un camino prometedor hacia un futuro en el que los estudiantes estén más comprometidos y motivados en su aprendizaje.

EDUCACIÓN 

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Directora: Rosa Amor del Olmo