SHAME: VERGÜENZA

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                         La fuga alcohólica o la compulsión sexual alivian  la vergüenza y al mismo tiempo la alimentan. En el film de Steve McQueen titulado Shame (2011) (traducido al español como Deseos Culpables),  se retrata a un personaje llamado Brandon, exitoso ejecutivo de una empresa, soltero y que vive en un lujoso apartamento en Nueva York, quien para evadir la monotonía del trabajo se dedica a buscar aventuras nocturnas con mujeres.  Adicto al sexo, Brandon es un hábil seductor de mujeres y un competente amante sexual, pero incapaz de establecer relaciones afectivas e íntimas. Un sujeto esclavizado por la cosa sexual en todas sus modalidades (masturbación, pornografía, relaciones con hombres o con mujeres) e incapaz de controlar sus impulsos, a quien cualquier vínculo emotivo le parece demasiado amenazante. De hecho, en el momento en que la relación con una mujer comienza a ser demasiada cercana y comprometedora, la impotencia sexual aparece como síntoma.

            La vergüenza aquí no deriva de la adicción al sexo en sí, sino de la mirada del otro, puesto que la inesperada irrupción de una hermana en su vida, mujer frágil y melancólica que se instala temporalmente en su casa, obligará a Brandon confrontarse con sus miserias y sus compulsiones. La incapacidad para responder a la demanda de ternura e intimidad de su hermana, quien tratará de suicidarse ante el rechazo de su hermano, le revelará así a Brandon la magnitud de su desorden interior y su estado de impotencia, abandono e indefensión frente a su compulsión sexual. 

                       Si bien en el lenguaje común pudor y vergüenza son sinónimos y en gran parte de los

textos aparecen trabajados indistintamente, desde el psicoanálisis no suponen exactamente lo mismo. El pudor lo podríamos situar ligado más intensamente a la presencia del cuerpo del otro, mientras que la vergüenza tiene un lazo más directo con lo más íntimo de cada sujeto.

            Freud en uno de los trabajos donde aborda la cuestión del pudor es en el texto El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905). Allí habla de la “pulla indecente”: lo que motivaría a estos dichos obscenos sería “el placer de ver desnudado lo sexual”. Esta inclinación a ver desnudo lo especifico del sexo, aparece como uno de los componentes originarios de la libido (mirar–ser

mirado). Freud ubica al pudor y la vergüenza como diques ante el desenfreno pulsional, aquello que se opone a la libido con carácter de resistencia. Lo que impide ese desenfreno es la represión. A su vez ubica aquello que queda reprimido como lo que va a ser correlativo de la existencia de lo inconsciente.

            A diferencia de la culpa, que remite a una posición subjetiva ligada a la transgresión y a lo prohibido, a la violación de los límites, a la ética del deber o la conciencia moral, la vergüenza se manifiesta en otro escenario. Este escenario está dominado por la tensión entre el yo actual y el ideal del yo, un ideal sobredimensionado y en función del cual el sujeto se ve llevado a una inevitable desvalorización, que se alimenta de auto-desprecio e inferiorización. El sujeto de la vergüenza experimenta un Yo destituido frente a las exigencias de su Ideal, sufre de una parálisis anímica que lo inhibe y le impide actuar, que lo desalienta y crea en él una conciencia fatalista. La vergüenza anestesia el imaginario, estrechando el horizonte de la proyección subjetiva e impidiendo al sujeto imaginarse otro.

De Gaulejac, sociólogo y psicoanalista francés en su ensayo sobre este tema (De Gaulejac, 2011), afirma que la vergüenza puede ser vista como un meta-sentimiento complejo y multidimensional en el que se articulan elementos dispares, depresión, odio, culpa, desprecio, ambición, rivalidad, agresividad, burla, resignación, humillación, impotencia. Y propone distinguir ocho rasgos que caracterizan a la vergüenza y al sujeto de la vergüenza:

  1. La ilegitimidad: el sentimiento de no ocupar o merecer el lugar que se posee al interior de la familia o en el deseo de los padres.
  2. La caída de los padres: experiencias de humillación por parte de los progenitores o de humillación a los progenitores.
  3. La inferioridad: desvalorización de si mismo como resultado del abismo insalvable entre el Yo actual y el Ideal del Yo.
  4. La violencia: real o simbólica, y asociada al padecimiento de injusticias, burlas, silencios o humillaciones.
  5. El desgarramiento o la ambivalencia: debilitamiento de las identificaciones del yo, sentimientos encontrados y paradójicos.
  6. La degradación: autodesprecio, repugnancia por uno mismo, sentimiento de ser un desecho o una nada.
  7. Lo no-dicho: represión y silenciamiento de lo vergonzoso, incapacidad para simbolizarlo.
  8. La inhibición: impotencia, parálisis, temor a desprestigiarse o a ser acusado de algo.

            Por otra parte, podemos decir que existen tres niveles en la vergüenza:

1-Vergüenza como sentimiento moral, que remite al ideal y al narcisismo.

            La ambición, entendida desde la perspectiva de la soberbia/orgullo, y la vergüenza son los dos polos alrededor de los que se organizan las respuestas a la humillación. La ambición lleva al deseo de superar a los demás. Moviliza, estimula, ayuda a producir obras visibles. Por otra parte, la vergüenza es inhibidora, el vergonzoso se esconde. Sin embargo, tanto una como la otra tienen sus raíces en el narcisismo: es la imagen de sí mismo la que esta en juego, la doble relación del sujeto consigo mismo y con el otro.

2-Vergüenza como sentimiento social, que concierne a la identidad del sujeto, a su necesidad de pertenecer a una comunidad y ser reconocido por ella. Posee efectos de control social.

            Podemos decir que si el  individuo no siente vergüenza es o porque rechaza las normas o porque se vuelve indiferente, no busca el reconocimiento del otro. Ahora bien, no es lo mismo ser un sinvergüenza que estar sin vergüenza. El individuo desvergonzado rompe el vínculo social.  Por otra parte, la vergüenza no dicha condena al aislamiento y a la separación. Pero una vez confesada, la vergüenza se traslada al otro.  Por tanto, el desprecio, la agresividad, la violencia son engendradas por una vergüenza que separa. En cambio, una vergüenza que une, puede engendrar compasión (vergüenza ajena). Al reconocer que su conducta es vergonzosa, el sujeto puede conservar su lugar en la comunidad social. En caso contrario, corre riesgo de desviarse hacia la locura o la inhumanidad . Esto resulta interesante para la lectura de las psicoanalistas, en la medida en que Sartre pone en la misma serie la falta de vergüenza ante el Otro social con la desubjetivación, es decir, con la locura o la inhumanidad. Siguiendo esta línea, la vergüenza humaniza, da un lugar subjetivo frente a los otros.

3-Vergüenza como sentimiento existencial,   que remite al sujeto puesto al desnudo, revela la intimidad de cada ser, su subjetividad profunda, su íntimo deseo.

            La vergüenza nos lleva a descubrir un aspecto de nuestro ser, que de otro modo no habríamos conocido: nos descubrimos como el objeto creado por la mirada del otro. Descubrimos lo que Sartre llama nuestro «ser-para-otros». Nos vemos forzados a juzgarnos como un objeto.

                       Hay un antes de la vergüenza, en el que el sujeto no tiene vergüenza porque no hay conciencia de tener o hacer algo vergonzoso. Es la mirada del otro lo que le pone en el lugar de la vergüenza. Y hay un después de la vergüenza, que es lo que el sujeto haga con esa vergüenza. Si la acepta, es decir, si el sujeto reconoce la falta, acepta su subjetividad, se desmorona su orgullo recalcitrante y baja su ideal del yo sobredimensionado, entonces se supera la impotencia, es decir, la inhibición, la ira, dando un giro a la situación y contemplándola desde otra perspectiva. Si no se acepta  esa vergüenza,  el sujeto cae bajo la desmentida, al creer que la imposibilidad de lo real se puede vencer, negando la evidencia, o dicho de otro modo, el sujeto cae en la estupidez.

LOLA BURGOS

ABRIL 2021

Tribuna por un Ateneo Libre

ARCO ATENEO 

El Reglamento del Ateneo de Madrid, al igual que su Institución, es hijo de la Ilustración, del pensamiento ilustrado que se extendió por España, que cristalizó en la Constitución de 1812 y hoy disfrutamos en la Constitución de 1978, a pesar de los cien mil hijos de San Luis, de la Inquisición y de la intolerancia oligárquica y caciquil.

Con esa sangre ilustrada que corre por sus venas, dispone que en la segunda quincena de mayo deben celebrarse las elecciones a la Junta de Gobierno (art. 85), en concreto de la mitad, de forma que cada ejercicio se renueva una parte de sus miembros (art. 37), los cuales desempeñarán gratuitamente sus cargos (art.36), correspondiendo en este año 2021 a los de Presidente, Vicepresidente Segundo, Secretario Primero, Vocal Segundo, Depositario y Bibliotecario.

Siempre son elecciones de especial interés y trascendencia pues el Ateneo es una institución de relevancia histórica y de gran prestigio donde, desde su fundación en 1820 como Ateneo Español y su refundación en 1835 con su nombre actual (ampliado con “artístico” en 1860), se han expresado todas las ideologías, progresistas y conservadoras, se han discutido todas las tendencias culturales y se han presentado todos los logros científicos, por las más inminentes personalidades nacionales e internacionales o por sus propios socios caracterizados por ser librepensadores, intelectuales y comprometidos con los valores de la Ilustración, pilares, como se ha dicho, de la Docta Casa.

No debemos olvidar que en ocasiones ha dejado de ser un “Ateneo Libre”, como cuando fue intervenido por el dictador Primo de Rivera o después de la guerra civil, oscuros años en los que fue utilizado como dependencia de falange primero y de la oficina de propaganda del régimen después, dado que el régimen era consciente de la peligrosidad de sus principios de tolerancia, democracia y pluralidad, que tanto aborrecía.

Tuvimos que esperar al retorno de la democracia para que el Ateneo volviera a recuperar su naturaleza como “Ateneo Libre”, esto es, gobernado sólo por la voluntad soberana de sus socios expresada por sus votos y su hacer diario en las Secciones, Agrupaciones, Cátedras y Tertulias. Y volvimos los ateneístas a votar en 1982, renovando sus órganos con la dinámica potente de su Reglamento ilustrado.

En las elecciones a la Junta de Gobierno siempre es preocupación de los ateneístas que se pretenda modificar el Reglamento para quitarle su fuerza ilustrada, sus valores profundamente democráticos, en definitiva que se pretenda privar a los socios de su soberanía y con ello de la libre expresión de su pensamiento.

En efecto, en cada renovación de la Junta de Gobierno debemos los ateneístas estar alerta para que no desembarquen quienes pretendan pervertir la naturaleza fundacional del Ateneo; alerta para para proteger a sus Secciones, Agrupaciones, Cátedras y Tertulias, órganos de bombeo de su sangre ilustrada.

El Ateneo no puede terminar siendo un de club de ocio privado ni un salón de juego ni un gran centro comercial ni un think tank al servicio de una forma de pensar, por la sencilla razón de que dejaría de ser el Ateneo. No podemos permitir que la sede del libre pensamiento español termine bajo el fuego, como el libre pensador Giordano Bruno en el Campo de fiore de Roma.

Como ateneísta, que ha tenido el honor de ser Vicepresidente del Ateneo y ahora de ser Presidente de su Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas, así como de su Agrupación Agustín Argüelles, considero un deber moral implicarme en la defensa de los elevados valores del Ateneo.

Por ello, no he dudado en formar parte de la cadena de unión de ateneístas, de todas las ideologías, progresistas o conservadoras pero siempre democráticas, que se ha constituido como “Tribuna por un Ateneo Libre”, tribuna para la defensa de lo que debe seguir siendo la Docta Casa: una institución abierta a todos, no excluyente, sin ánimo de lucro y faro guía de la democracia.

José Antonio García Regueiro. Ateneísta. Ex Letrado del Tribunal Constitucional

Este artículo fue publicado en la Revista Entreletras en marzo de 2021

La Tercera Ola y la Reina Cristina de Suecia, por Cristina Jarque

 Reina-CristinaEn este mes de marzo estamos cumpliendo un año del primer confinamiento en España. Tengo la impresión de que en aquellos momentos, la mayoría de las personas, no contábamos con que la pandemia iba a tenernos confinados nuevamente, un año después, en lo que estamos llamando la tercera ola. A nivel de la clínica (aquí en España) he visto un gran incremento en la demanda. ¡La gente está cada vez más angustiada! Es un momento histórico complicado, donde el psicoanálisis, en mi opinión, tiene un lugar de gran trascendencia. Es por eso que desde que esta crisis comenzó, no he cesado en mi empeño por trabajar arduamente, incluso mucho más que antes, en la difusión del psicoanálisis. 

En este año de pandemia, hemos publicado en España (Editorial Ledoria) con la participación de varios colegas de diferentes países del mundo (Francia, España, México, Brasil, Italia, Grecia, Perú, Colombia) cinco libros: «Relaciones familiares, elecciones amorosas», «Monólogos Femeninos (Las voces de la violencia)», Covid-19: Reflexiones y vivencias», Cine y Psicoanálisis» y «Niños al diván». ¡No hemos parado de producir! Actualmente tenemos en curso otros cinco libros más. Uno de estos libros se titula: «Feminismo y Psicoanálisis» y traerá (traducidos al español) todos los textos del coloquio de la FEP (Fundación Europea para el Psicoanálisis) que coordinamos en noviembre. Cada mes, estamos teniendo entre ocho y nueve eventos «online». Todos estos eventos son gratuitos y muchos de ellos, han tenido aforo completo. Todo este trabajo que estamos haciendo desde España y México (bajo mi dirección) tiene múltiples efectos y consecuencias: por un lado, nos mantiene activos, vivos, incluso diría yo, entregados, con gran amor y pasión al psicoanálisis. También tienen función de apaciguamiento de la angustia y la incertidumbre, tanto en los colegas que intervenimos en los eventos, como en todas las personas que nos escuchan, pues son tiempos convulsos para todos.

Finalmente, pienso que todo este trabajo que estamos realizando, está teniendo una enorme función de difusión del psicoanálisis. Con cada evento realizado vamos día a día, alcanzando a más personas, muchas de ellas, no tenían idea de que el psicoanálisis seguía vigente, pensaban que ya estaba obsoleto. Por otro lado, quiero comentar que en los últimos tres meses he sido entrevistada en varios periódicos y programas de televisión, sobre todo por dos motivos que han llamado la atención de los periodistas en Toledo y en Madrid: el libro sobre «Cine y Psicoanálisis» y el monólogo femenino sobre «La Reina Cristina de Suecia».

Estas entrevistas han sido muy fructíferas porque han permitido que aparezcan más personas interesadas en nuestro grupo al percatarse de la labor que estamos realizando en torno al estudio e investigación de la mente humana. En el libro de «Cine y psicoanálisis» han participado ochenta colegas psicoanalistas de muchas ciudades del mundo. Varios de estos colegas han escrito en francés. En nuestro equipo de trabajo nos hemos unido para realizar, la imposible pero necesaria, traducción al español de todos estos magníficos textos, con el fin de dar a conocer en los países hispanohablantes el interesante y valioso trabajo de estos colegas. A partir del libro de cine, y por iniciativa de nuestro querido colega Sebastian Gutiérrez (actual representante de LaTE, Lapsus de Toledo España en México) abrimos un espacio todos los sábados al que hemos llamado «Tertulias para diván». En estas tertulias estamos invitando a los colegas que han participado en el libro. ¡Es un placer constatar el gusto con el que nuestro público de las tertulias recibe a los colegas invitados! Cuando hablan en otro idioma, ponemos el texto en español en la pantalla para que todos los hispanohablantes puedan leerlo y seguir al colega que está hablando en otro idioma.

Después pasamos al momento de preguntas y respuestas que son traducidas para lograr la comunicación. Varios colegas me han escrito diciéndome que las tertulias son ¡momentos mágicos que regresan la alegría de vivir, en estos tiempos difíciles! Lo mismo ha ocurrido con otros muchos colegas, algunos de la FEP, otros de CRIVA, con los que nos vemos constantemente en pantalla como son: Gorana Bulat-Manenti, Aspasie Bali, Monique Lauret, Claire Gillie, Laura Pigozzi, Daniel Sibony, Gérard Pommier, Zorka Domic, Izabel Szpacenkopf, Orsola Barberis, Ahmed Bouhlal, Hélène Godefroy, Mauricio Maliska, Emmanouil Konstantopoulos, Evangelina Kanava y muchos más, con quienes nuestro equipo tiene una gran transferencia de trabajo. Una colega me decía que lo único que aplaude de esta crisis es que estamos trabajando, como diríamos en México «de sol a foco».

Realizamos un evento en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) coordinado por nuestra querida colega Varinia Cortés que ha sido un éxito y ha permitido que se conozcan los trabajos de los colegas de Europa y Sudamérica a nivel de las universidades en México. Han estado muy contentos y quieren seguir trabajando con nosotros más adelante.

En cuanto al arte, sabemos que debido a que estamos confinados no podemos presenciar actos artísticos, así que estamos organizando varios eventos en torno al arte, porque en mi opinión, es el arte lo que nutre nuestra alma. Daniel Arizmendi (representante de Monólogos Femeninos de LaTE en México) me apoya en la organización de varios eventos en España, Francia, Washington, México y Perú.

Con Estrella Romeralo (vicepresidenta de EnsoñArte) damos un curso en EnsoñArte, una vez al mes, que cada día llega a más personas en Toledo y se está internacionalizando. Gracias a Adriana Varona (representante de LaTE en Colombia) estamos haciendo lazo con colegas en Colombia, con quienes ya estamos trabajando. Quiero también decir que José Antonio García Regueiro, presidente de Arco Europeo, me ha invitado a ocupar el cargo de Directora del observatorio de psicoanálisis de Arco Europeo. Este cargo me ha llenado de energía y estamos realizando juntos un evento al mes, trabajando en conjunto con el Ateneo de Madrid en la agrupación ateneística Agustín Argüelles. Nada de esto sería posible sin el valioso apoyo de los colegas que pertenecen al equipo de trabajo de LaTE y que (además de los ya mencionados) son: Paola Franco, Carlos Mayén, José María Bautista, Susana Alcalá, Yolanda Cogolludo y Ana María García.

En cuanto al monólogo de la Reina Cristina de Suecia, quiero decir que ha sido un personaje que ha venido a seducir y a propiciar la entrada de nuevos miembros a nuestro grupo de trabajo. He hecho el monólogo en tres idiomas: inglés, francés y español. ¡La acogida ha sido magnífica! Eso es lo que he comentado en una reciente entrevista que he tenido con motivo de una invitación que me han ofrecido para darlo en un teatro (si la pndemia lo permite, será el 3 de marzo) junto con un grupo de estudiantes con quienes ya he trabajado antes de la pandemia. Los personajes que he interpretado anteriormente tienen un destino final bastante triste e injusto: son mujeres maltratadas por la sociedad patriarcal y muchas de ellas terminan incomprendidas y en pulsión de muerte.

La reina Cristina de Suecia me fascinó porque es un caso diferente. Es una mujer que se rebeló y no quiso permitir que otros manejaran su vida y su destino. Influenciada por las ideas del filósofo René Descartes, decidió coger las riendas de su vida y vivir conforme al deseo que la habitaba. ¡Su vida me parece un ejemplo maravilloso! El ejemplo de un sujeto que antes de Freud y de Lacan, en los años 1630, escuchó en la voz de René Descartes algo que la motivó a ser la reina de sus propios deseos. Su vida, en mi opinión, es una oda en alabanza del psicoanálisis.

Este personaje me ha permitido difundir nuestra práctica, de una manera novedosa y diría yo, incluso divertida (lo que viene muy bien) en estos tiempos de pandemia. Tenemos tantas actividades que no me alcanza el papel para comentarlas todas, pero estamos con el deseo a todo vapor, trabajando unidos y hermanados, tanto con nuestros colegas de la FEP como con los de CRIVA y difundiendo el psicoanálisis a todo el que desee escucharlo. Por todo esto y por último, quiero mencionar que quizá sigamos teniendo olas: la cuarta, la quinta… Pero en algún momento esta situación va a cambiar, las vacunas están empezando a llegar. No obstante, por mi parte, puedo decir que lo que la pandemia me ha enseñado es que mi deseo es seguir trabajando «de sol a foco» hasta mi último aliento.

La tercera ola, por Cristina Jarque. Fundadora y Presidenta de LaTE

 

Reina Cristina de Suecia

Corría el año de 1632 cuando a los seis años de edad me convertí en la Reina Cristina de Suecia bajo la regencia del canciller Axel. Los grandes psicoanalistas y estudiosos de la mente humana, dicen que el primer recuerdo de infancia deja una huella profunda que marca nuestro destino. Debe ser así, porque cuando yo cierro mis ojos y evoco ese primer recuerdo, veo la cara de mi madre mirando desde lo alto, imperturbable, cómo su hija rueda hacia abajo cayendo de las enormes escaleras del Palacio Real. En aquel momento mi mente de niña se preguntaba por qué una madre no se angustia ante el inminente peligro de muerte de su hija. Pero si me esfuerzo, si logro dejar de lado mis infinitas resistencias, puedo ver que no sólo no se angustió, sino que su mirada contenía cierta satisfacción. Hoy en día tengo dos certezas: que yo no era lo que mi madre quería y que su rechazo trajo como consecuencia que mi deseo se estructurara en contra de ella. La noticia de la muerte de mi padre en batalla precipitó mi coronación como única hija heredera al trono. A partir de ese día me quedó claro el deseo de mi madre, ella quería que yo contrajera matrimonio con el hombre conveniente y sobre todo que tuviera un hijo, de preferencia varón, para que se convirtiera en el siguiente rey de Suecia. En otras palabras, el deseo de mi madre era que yo repitiera la vida que ella había vivido, que fuera como ella. Pero a mí, ni mi madre, ni su vida, me gustaban lo más mínimo.

Para fortuna mía, heredé el temperamento de mi padre: ambos éramos valientes, revolucionarios, rebeldes, de ideas fijas, apasionados, fuertes y con una sed insaciable de conocimiento. Ese legado paterno me llevó a tener correspondencia con los hombres más sabios de la época, como mi querido René Descartes, a quien invité a Suecia para intercambiar ideas. Las ideas de René dieron alas a mi deseo de libertad. En nuestras tertulias comprendí que yo era una librepensadora y que mi deseo era ser libre para seguir estudiando y para promover la cultura a nivel internacional. René me enseñó a entender que mi deseo estaba dividido: por un lado estaban las aspiraciones políticas (deseo de mis padres) y por otro lado mis propios deseos de libertad.

Mi conflicto interno se resolvió a la muerte de René Descartes. Se decía que había muerto de neumonía pero se rumoraba que había sido envenenado porque se le consideraba una mala influencia para mí. El asesinato de mi íntimo amigo filósofo me hizo comprender que mi reino me exigía lo mismo que mi madre: que traicionara mi propio deseo. Así que decidí realizar un acto que me llevó a ocupar un lugar de excentricidad en el mundo entero: la abdicación.

En homenaje a Descartes, tuve la valentía de separarme de mi país, de mi familia, de mis amores y viajé a la Ciudad Eterna que en esa época era la cuna de mi gran sueño: la cultura y las bellas artes. Fui acogida en Roma por el mismísimo Papa Alejandro VII y tuve la osadía de cometer un acto calificado como revolucionario: cambiar de religión.

No lo hice por una cuestión de fe, sino por una cuestión de ética. En ese momento yo ya tenía claro mi deseo. Mi deseo era vivir para el arte y la cultura. La única opción que tenía una mujer para acceder al conocimiento, era estar dentro de la Iglesia, y así lo hice. La gente estaba muy pendiente de mi vida amorosa porque de joven en mi Suecia natal, me enamoré de la Condesa Ebba, y en Roma del cardenal Azzolino. Ambos amores eran amores prohibidos y transgresores. Mi vida ha dejado huella porque me atreví a cambiar lo que se esperaba de mí y tuve la sabiduría de escuchar el deseo que vivía en mi interior.

En Roma logré hacer accesible al pueblo, tanto el arte como la cultura, dando un golpe en la cara a los prepotentes y puritanos. He sido reconocida como un icono de la comunidad LGTB y como una de las primeras feministas . Encontré mi lugar en Roma y soy de las pocas mujeres que están enterradas en el Vaticano.

Nací y morí siendo una reina, primero me llamaban la Reina Cristina de Suecia y después me llamaban la Reina Intelectual y la Minerva del Norte. Aunque abdiqué a mi trono, seguí usando la corona porque mi vida ha transmitido el mismo mensaje que el psicoanálisis: lo importante en la vida no es ser reina de un país, sino ser reina de tu propio deseo.

Muchas gracias.