La Plaza del Dos de Mayo se encuentra en el solar donde estuvo el Palacio de Monteleón, convertido en Parque de Artillería en 1807 por decisión de Godoy y donde ocurrieron los trágicos sucesos del 2 de mayo en 1808 en la Guerra de la Independencia. Pero veamos cómo nació esta Plaza.
Toda la zona que abarca la plaza y calles adyacentes, lo ocupaba el antiguo Palacio de Monteleón. Este palacio ocupaba el solar que va desde el portillo de Fuencarral hasta la calle de San Andrés. Tenía su principal entrada por la calle de San Miguel y San José que es la que hoy se divide en Velarde y Daoiz que aquel entonces formaba una sola calle que iba desde Fuencarral hasta San Bernardo. El palacio era de estilo churrigueresco, tenía una huerta y un jardín en el que había una fuente de mármol.
A principios del siglo XIX el edificio que hasta entonces había sido residencia palaciega es inaugurado como sede museística y en 1807 fue convertido el palacio en Parque de Artillería por Godoy Los acontecimientos del 2 de mayo afectaron de manera importante al edificio y a la institución puesto que supusieron la pérdida de gran cantidad de objetos, quedando el resto de la construcción prácticamente abandonado. Tras el final de la guerra, en 1814 se intenta recomponer el Real Museo, pero las consecuencias de la contienda se reflejan en el mal estado del palacio por lo que se llevará a cabo el traslado del Museo a su nueva ubicación en el Palacio de Buenavista.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, Monteleón inicia una larga etapa de abandono hasta que en 1844 los restos del edificio albergan una fábrica de maquinaria y fundición. A finales de los años 60 los propietarios de la empresa deciden vender las instalaciones, donando al Ayuntamiento la posesión del arco que servía de entrada.
A principios de abril de 1869, se subastaron las obras de demolición y de limpieza del terreno y la zona queda distribuida en una plaza a la que se llamó Dos de Mayo y un trazado urbano en el que se prolongaron las calles como Divino Pastor hasta San Bernardo y se abrieron otras como la de Monteleón, Ruíz y Manuela Malasaña.
En la conmemoración del Dos de Mayo de ese año se produce la inauguración oficial del monumento. Arquitectónicamente la puerta se caracteriza por su sencillez y sobriedad, cuenta con un solo vano formado por un arco carpanel enrejado y está realizado en ladrillo sobre un zócalo de sillería de granito. La estructura queda cubierta por un tejadillo a cuatro aguas.
Con los años se restauraron algunos elementos del arco conmemorativo y una vez finalizada la Guerra Civil, en 1940 se plantea la renovación del pavimento de la plaza cosa que no ocurre hasta 1943.
En 1997 tiene lugar la reforma más reciente de la plaza a partir de un proyecto del arquitecto Pedro Moleón. La reforma sirvió para dar mayor dinamismo al conjunto rodeándolo de cipreses.
Grupo escultórico de Daoiz y Velarde
La Plaza del Dos de Mayo es también la historia de una obra escultórica. El monumento a Daoiz y Velarde es el primero que se dedica en España a militares.
La iniciativa de levantar la escultura homenaje surge del rey Fernando VII. La obra se le encarga al escultor Antonio Solá. En grupo fue modelado primero en yeso entre 1820 y 1822. Y en 1827 se esculpe el grupo den mármol de carrara.
La obra viaja desde Roma al puerto de Alicante donde llega en 1831 para trasladarse a Madrid y ser expuesta en el Real Museo de Pinturas (Museo del Prado) donde permanecerá provisionalmente durante años.
La escultura representa a los dos militares en pie, en una composición frontal cogidos de la mano rememorando con este gesto su juramento. Son dos personajes definidos por un hecho popular aunque asimilados a figuras de la mitología clásica, idealizados. Como novedad, la mezcla que realiza en el atuendo de los militares que visten con el uniforme de la época, pero también van cubiertos con clámides clásicas. Se trata de una escultura de características neoclásicas, que sin embargo conecta con el ideal patriótico más próximo a la corriente romántica.
La trayectoria de la escultura comienza en el Real Museo de Pinturas, pero los desacuerdos de los diferentes gobiernos e instituciones ocasionan que el grupo a lo largo de los siguientes cien años, llegue a ocupar hasta siete ubicaciones distintas:
En 1846 la reina Isabel II ordena el traslado de la obra para instalarla en el Parterre del Real Sitio del Buen Retiro. En 1850 regresa al Real Museo de Pinturas.
En 1869 es colocada en el barrio de Monteleón, en la confluencia de las calles Carraza y Ruíz., en el lindero de la tapia de la antigua finca.
En 1879 se vuelve a trasladar a la entrada principal del Museo, donde permanece hasta 1902.
En 1902 fue conducido en una plaza en la entrada de la zona de la Moncloa.
Finalmente, el 2 de mayo de 1932, la escultura queda ubicada en la Plaza del Dos de Mayo junto al Arco de Monteleón, aunque separados por sus respectivas rejas de protección. Será con posterioridad, cuando se decida conectar la presencia de ambos monumentos de manera que la escultura ilustra el lugar con la representación de los dos militares, mientras que el arco acoge el conjunto escultórico de los capitanes españoles que participaron en la defensa del cuartel en la jornada histórica del 2 de mayo de 1808.
Como conclusión sabiendo lo que se esconde detrás de este sencillo monumento, de donde procede, cual ha sido el papel jugado en cada época por la construcción y porque todavía sigue en este lugar, es más fácil comprender como afectan las distintas etapas en el enfoque actual que tenemos del conjunto. Esta visión de las vicisitudes vividas por el Palacio y sus restos, a lo largo de los siglos, confirman la relevancia del monumento como patrimonio artístico y contribuyen a la configuración de la identidad histórica del país. Es emocionante saber cómo el Arco de Monteleón se mantiene en pie, ocupando el mismo lugar desde hace siglos a pesar de los cambios sufridos a su alrededor.
Ana Pulido Benito.AEP