PRESENTACIÓN DE PALABRADAS, DE PILAR ÚCAR

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PALABRADAS DE PILAR ÚCAR

Os esperamos el lunes 18 de septiembre en el Ateneo de Madrid (19.00 h, Sala Pérez Galdós), para presentaros el libro «Apalabradas» de nuestra Directora de Literatura Pilar Úcar.

BAJO LOS AUSPICIOS DE LA AGRUPACIÓN ATENEÍSTA ARGÜELLES CON CIMBRA ARCO EUROPEO

PRESENTA

José Antonio García Regueiro, Presidente de la Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas del Ateneo de Madrid y de la Agrupación Ateneísta Argüelles

INTERVIENEN:

Francisco Javier Pérez: en representación de la Real Academia de la Lengua, es Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Federico de Montalvo: Vicerrector de Relaciones Institucionales y Secretario General de la Universidad Pontificia Comillas.

Francisco Márquez, editor de Ediciones Ondina.

Pilar Úcar, autora

FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA DE CIMBRA ARCO EUROPEO

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Directora Pilar Úcar Ventura. Es Doctora en Ciencias de la Educación y Licenciada en Filología Hispánica. Actualmente  Profesora de Lengua Española en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid). Ha impartido cursos de doctorado y Máster en Didáctica de Segundas Lenguas en la Escuela Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores y en universidades extranjeras

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Palabras con sabor a naftalina

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Palabras con sabor a naftalina

Por Pilar Úcar

Imaginemos que esta semana de inicio de curso me presento a mis alumnos así:

“es menester que no hagan novillos socapa de penalización en las notas”. Su cara de pasmo sería más que notable, y no me equivoco al afirmar que pensarán: “pero, a esta profesora, ¿qué le pasa? ¡le ha dado un flus!”… un parraque, el siroco, un chungo, un aire, dirán otros -coloquialmente hablando- ¡Qué importante es el registro idiomático!

Bien: probemos con este otro principiar académico: “conviene no faltar a clase para que no bajen las calificaciones”. Seguro que repuestos del susto, se dirán con la mirada: “ah, que no nos podemos fumar la clase”.

Eso del menester y la capa y los novillos formaron parte de un vocabulario añoso, hoy en desuso y fácilmente sustituible; en todo acto comunicativo se trata de no provocar equívocos; por muchos sinónimos que busquemos: hacer pellas, pirula, picarse la clase…si el receptor no está “en la onda”, es decir, no comparte código, el mensaje no cala, no se puede ni cifrar ni descodificar.

Palabras como fetén, debuti o dabuti (del caló: buten) vivieron momentos de gloria; incluso aquel sobretodo (sí, junto, nada que ver con sobre todo): nos referimos al gabán que todo lo cubría y hoy con poco glamur la palabra, se prefiere la más sofisticada: trench; del timador pelagatos o el piscolabis, que nos mantenía en pie, ha llovido mucho también. Ser un donnadie, un mindundi, entre otros, campan con soltura.

En la memoria, en la noche de los tiempos permanecen esas expresiones y esos términos viejunos, con cierto sabor a rancio, pasados de moda, igual que las prendas que nuestras sabias abuelas guardaban cuidadosamente en el armario envueltas en plástico y con bolitas de naftalina hasta sacarlas a relucir la nueva temporada.

FILOLOGÍA Y LENGUA ESPAÑOLA

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Directora Pilar Úcar Ventura

 

Félix Alonso, un ejemplo

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Félix Alonso, un ejemplo 

El viernes 8 de septiembre la Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas del Ateneo de Madrid y la Agrupación Ateneísta Agustín Argüelles, patrocinaron en la Docta Casa el libro “Balas de fogueo”, escrito por el periodista Juan Torres, en el que se relata la biografía de Félix Alonso Soria, Comisario Principal de Policía ya jubilado. Tuve el honor de poder intervenir junto a ambos para presentar el libro. Fuimos moderados por Carmen Villanueva, Consiliaria de la referida Agrupación. Entre los presentes se encontraba el Presidente del Ateneo, Luis Arroyo.

Es un libro excelentemente escrito por Juan Torres y que, además, tiene el valor de ser más que una biografía pues el Comisario Principal Félix Alonso representa la constante lucha de un demócrata, en un ambiente con frecuencia hostil, durante el franquismo, la transición y la supuesta consolidación del Estado de Derecho; ha sido y sigue siendo un ejemplo para todos los que somos conscientes de que no se puede bajar la guardia frente a quienes no creen ni en la democracia ni en la dignidad de las personas.

Conocí a Felix cuando era el Comisario de la Comisaría Especial del Tribunal de Cuentas, órgano constitucional del que soy Letrado, y desde entonces hemos mantenido un excelente entendimiento en lo personal y en lo político. En efecto, durante los más de veinte años que somos amigos he podido constatar que es una persona íntegra, leal, firme en sus convicciones y muy humano.

Merece la pena leer su biografía. Se aprende a ser mejor.

José Antonio García Regueiro

Presidente de la Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas del Ateneo de Madrid y de la Agrupación Ateneísta Agustín Argüelles

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Presentación del libro “Balas de fogueo»

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Os esperamos el próximo viernes en el Ateneo de Madrid en la presentación del libro autobiográfico de nuestro amigo y compañero Félix Alonso, Presidente del colectivo Rousseau, Vicepresidente Tercero de Arco Europeo y Comisario Principal jubilado.

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VIERNES 8 DE SEPTIEMBRE

A las 19.30 en la sala Galdós. 19.30 h.

Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas y Agrupación Agustín Argüelles

Presentación del libro: “Balas de fogueo»

Presenta: Inés de Alvear

Modera: Carmen Villanueva

Intervienen: Borja Caamaño, José Antonio García Regueiro, Juan Torres y Félix Alonso

 

La palabra y la “fina” ironía de los sufijos diminutivos

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La palabra y la «fina» ironía de los sufijos diminutivos

Por Pilar Úcar

“Nidito”, “maridito”, “faldita”… podríamos enjaretar unos cuantos más, sin duda. Y me malicio que a pocos lectores se les ocurrirá pensar en el tamaño reducido del nido de las cigüeñas, por ejemplo, o en la escueta estatura del esposo de una amiga, o en la falda de talla xs que luce alguien (superado el binarismo, ahora esa prenda no es privativa de las féminas).

La morfosintaxis nos enseña toda la enjundia que esconden los sufijos diminutivos: cierto que algo de pequeñez existe, bastante de afectividad: “malita”, “pobrecito” y mucho de intencionalidad, no sé si aviesa, torticera…en cualquier caso, van cargados de retranca e ironía.

Uno de los más aplaudidos en los últimos días es: “piquito”, famoso término que pretende justificar comportamientos detestables. En la estructura profunda, subyace un contenido de una potente carga exculpatoria: “solo es un cariñito -ahí va otro diminutivo menguado-una aproximación de amigos y conocidos, nada, una tontería -“tonterieta” dirán algunos- y como hemos interiorizado que el diminutivo reduce todo, ahí va ese beso en la boca, que es una nadería, un apretar de labios sin más, como si hubiera sido un refrote de narices o un entrechocar de codos. Cultura y estereotipos, me dirán. Los mediterráneos somos muy de sobar, achuchar y besuquear: “toquecito”, “achuchoncito” y hasta “morreíto”. Pequeños tal vez, afectivos, quizá. Solo si los implicados lo consienten y dicen: ¡dale!, vamos con el “pico” sin aminorar el lexema ni la acción.

Con la que está cayendo, vaya “tiempito” o “tiempecito” nos está regalando la climatología -a pesar de que el cambio del ídem es una patraña de mentes febriles y calenturientas- conviene pararse y pensar; un momento de reflexión antes de proferir palabras en diminutivo: analizar a quién, dónde y por qué se profieren.

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra y los refranes: “Hombre refranero…”

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La palabra y los refranes: «Hombre refranero…”

Forman parte del acervo cultural, de tradiciones populares, de nuestro lenguaje.

Todos sabemos unos cuantos, y allá donde nos parece “endilgamos” uno o más, completos o inacabados; ocurre como con la comida rápida o la bebida dulce: crean adicción y ya puestos, enjaretamos todo un rosario de cuentas, eslabones de una cadena hasta el hartazgo.

Y es que a nuestro refranero le encajan a medida muchas etiquetas: anticuado, machista, sabio, aldeano, ejemplar, reaccionario, divertido, polémico, difícil, sorprendente…ya se sabe que las palabras y la rima, las metáforas y la moraleja suponen una breve lección morfosintáctica, a veces acertada y en otras ocasiones, aburrida por conocida y por desconocida, que de todo hay.

“A quien madruga, Dios le ayuda”, “cuando en marzo mayea, en mayo marcea”,  “más vale pájaro en mano que ciento volando” o “allí donde fueres, harás lo que vieres”, por ejemplo,  constituyen un compendio de máximas vividas y experimentadas, ojo avizor, un manual de autoayuda, un ramillete de sentencias de todo pelo y pelaje.

La persona que gusta de sazonar su conversación con alguno de ellos, es observada con  cierto recelo y no pocas sospechas por parte de miradas capitalinas, llenas de ínfulas de superioridad.

Verdad es que los refranes suponen creatividad, síntesis, sonoridad y buena dosis de realidad, a la vez que enjundia, filosofía de vida mediterránea, idiosincrasia propia de nuestro país. Auténticos mecanismos lingüísticos para su empleo en según qué actos comunicativos: registro idiomático familiar, estilo coloquial, conversación entre próximos. Lo acertado, siempre, en su justa medida.

Cuando queremos traducirlos a otros idiomas, vemos la cara de pasmo de los extranjeros al intentar acomodarlos a su lengua. Ahí radica lo genuino de cada cultura: difícil trasladar todo un saber, un vivir, toda una historia y acoplarla a hechuras extrañas.

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Directora Pilar Úcar Ventura

La palabra y …” buena letra”

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La palabra y …” buena letra”

Por Pilar Úcar

En no pocas ocasiones hemos dicho y escuchado la expresión: “despacito y buena letra” y teníamos muy claro que no se trataba de escritura sino de cuidado y esmero en la ejecución de algún menester.

Eso de la “buena letra” tiene su enjundia y su miga “estética” porque al fin y a la postre se trata de caligrafía, de escribir ¿bien? ¿con corrección?, vamos, para que se nos entienda. ¡Qué importante resulta el envoltorio! Una carcasa delineada y sin salirse de la pauta.

Nada que ver con la expresión tan antigua por extemporánea de “tiene letra de médico”. Ahora los facultativos teclean con dos dígitos en el ordenador no solo síntomas y diagnóstico, sino también el tratamiento que aparece reflejado en nuestra tarjeta electrónica.

Me malicio que, como pacientes, éramos incapaces de comprender todo lo que nos explicaban -de forma oral- acerca de nuestro estado físico y anímico.

Hace pocos días se celebró el día internacional de la caligrafía y desde este observatorio defiendo la importancia de la escritura amanuense, lápiz en ristre para los párvulos, -qué felices se mostraban al superar el nivel del grafismo del trazo grueso y fino al uso del boli, por todo lo que favorece el aumento de concentración, orden y armonía en el desarrollo de quien la practica; la caligrafía ayuda a la coordinación visual, al incremento de la memoria y a facilitar la claridad mental.

Sin desterrar la técnica, sin prescindir del sonidito o soniquete de los dispositivos actuales que pueblan nuestras aulas, la buena letra supone un reflejo de la personalidad propia en continua evolución. Lev Vygotsky, destacado psicólogo y fundador de la Psicología histórico-cultural, lo atestigua con sus atinados estudios ad hoc.

Además, escribir con buena letra invita a la creación e incentiva la creatividad.

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Directora Pilar Úcar Ventura

«¡Joé!” con la atenuación…una de litote

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«¡Joé!” con la atenuación…una de litote

Por Pilar Úcar

Litote, lítote o litotes que igual sirven para definir la figura retórica en la que el emisor no dice todo lo que quiere expresar, pero sí lo suficiente, lo justo y necesario, para que se entienda su mensaje dirigido a uno o varios receptores, casi siempre negando lo contrario de lo que se pretende (y se desea) comunicar, o sea, que a alguien le quieres largar que se ha equivocado y ha cometido un error descomunal, pero tú muy finamente, le espetas, suavizando tono, gesto y ademanes, algo así como: “creo que tu idea no es del todo correcta”.

El afectado, que en la mayoría de casos, tonto no es, y conoce el jueguecito conversacional, se entera del meollo, aunque la carcasa venga en celofán.

A mí me gustan sobremanera, expresiones “del pelo”, -diríamos los boomer-, “del palo” prefiere la generación Z: “te lo digo desde el cariño, porque somos amigos y te quiero”.

Rápidamente me pongo en guardia y me echo a temblar: este preámbulo anticipatorio (valga el énfasis) me previene de lo suave o no que me viene un mensaje con tanto afecto garantizado.

Otro modismo muy insistente: “sin acritud”, con la pronunciación fetén de “acrituz o acritú” según coordenadas espaciales. Y uno piensa: “¿salgo corriendo o aguanto el tirón?”

Pero, sin lugar a dudas, mi favorito, por mi origen del norte -que ya sabemos en esos lares se lleva la sinceridad acérrima con poco sirope y nulo tacto- (seguro que el día que explicaron figuras retóricas y tocó la litote, faltaron a clase) es el que reza así: “no sé si decírtelo, pero sabes que yo voy de frente”. Me suben y me bajan unos calores impropios de mi edad, mis biorritmos se descomponen y solo acierto a pensar: ¡¡por favor, que se escore!!.

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Directora Pilar Úcar Ventura.

¿Qué significa hablar mal?

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¿Qué significa hablar mal?

Por Pilar Úcar

Desde este marco incomparable en el que me encuentro, hoy va de reflexión veraniega o estival, mientras aprieta la canícula en una nueva ola de calor que asola e invade nuestro país.

Unos cuantos clichés lingüísticos se han enunciado en la presentación inicial (¡qué énfasis tan innecesario!, ¿verdad?)

A modo de reflexión casi filosófica, me permito formular un variado elenco de preguntas acerca del significado de “hablar mal”, y no me refiero a ningún defecto físico relacionado con los órganos productores de la voz, sino a esa expresión tan manida por insistente de: “pero, ¡¡qué mal habla!!” ¿Qué ocurre?, nos podríamos plantear que el menda de turno al que se le adjudica ese adverbio farfulla, bisbisea, masculla, barbotea…o que chismorrea, cotillea…

Van las interrogaciones: ¿Quién habla mal? ¿Algunos profesionales hablan peor que otros? ¿Soltar tacos es hablar mal? ¿Con quién y a quiénes hablamos mal? ¿Dónde se habla mal? ¿Con los familiares, con los amigos, en nuestro país y no en otros allende los mares?

¿En el norte de España se habla mal o en los archipiélagos? ¿Depende del origen social y económico, de la posibilidad de acceder a estudios y de la educación recibida y practicada?

¿Nuestros jóvenes, hablan mal? ¿Los yayos? ¿La generación Z o los boomers? ¿Los extranjeros que aprenden nuestro idioma?

En definitiva, “¿qué es hablar mal?”. La enjundia radica en la oposición establecida entre bien y mal como dos polos que se atraen como dos extremos que se repelen.

Cela, Hita, Quevedo, Valle-Inclán, Lázaro de Tormes, Calixto…unos famosos malhablados, algunos reales y otros ficticios.

Sin rasgarnos las vestiduras (otro cliché más) y sin convertirnos en el azote lingüístico de propios y extraños, cuidemos la comunicación para facilitar la interacción humana, pensemos antes de decir y no digamos siempre lo que pensamos.

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Directora Pilar Úcar Ventura

El bucle de la pregunta-respuesta en el periodismo de hoy

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El bucle de la pregunta-respuesta en el periodismo de hoy

¡¡Qué poco trabajo tienen las personas que son entrevistadas por los periodistas!! Da igual de qué se trate, no importa el tema, ni la cuestión que ocupe a “preguntador y respondedor”.

Ya no existe ni la pregunta cerrada ni abierta. Va todo en el mismo pack, en un dos por uno promocional; quienes esgrimen la alcachofa, sea micrófono inalámbrico, de petaca o modelo Madonna, en el estudio de radio, ante la pantalla televisiva o a pie de calle (inefable barbarismo de estilo y lingüístico), lo dan todo mascadito para que no se atragante el interpelado y no haya error ni omisión: son los propios comunicadores os que preguntan y (se) responden, así que al invitado y al especialista solo le queda poner cara de interés, de pasmo, de espera atenta y al final el papel asignado en este teatrito es el de convidado de piedra: “no se preocupe, ni se sofoque ni se ponga nervioso, ya contesto yo, usted impasible el ademán, pose, sonría y fin”. A otra pregunta.

La cara de besugo es de campeonato: la respuesta que se supone va a dar el interrogado ya aparece explícita en la pregunta, cada vez menos interrogativa y más enunciativa, o sea, una breve -o no tanto- conferencia de supuesta sabiduría personal, para eso han pasado por las aulas de Ciencias de la Información o de Comunicación (tanto da).

Un auténtico monólogo, una introspección en voz alta: dos guiñoles en el escenario. Uno pregunta y responde, y por si no ha quedado claro, repite, insiste y repregunta, y por supuesto, recontesta. Poco hay de diálogo (casi entre besugos) en el acto comunicativo que describo en estas líneas hoy: emisor y receptor se identifican, se funden en una suerte de contexto fluido inapelable.

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Directora Pilar Úcar Ventura